De Sante Pagano
No construyan montañas a lo largo de su camino.
Que sus pasos se sigan uno a otro en zancadas cortas, y que sus mentes llamen a la acción la dosis justa de energía.
Para que sea sólo la vida que les cree un obstáculo, y no que ustedes sean los saboteadores de sus propias existencias.
Para que nunca se puedan encontrar cansados y agotados frente al demonio que Dios habrá puesto delante de ustedes, para asegurarles que puedan progresar en la evolución o por el contrario retrocedan miserablemen
Porque el hombre no se mide por la ropa suntuosa, las palabras hermosas y los adornos, sino por la capacidad de responder a los acontecimientos y domar al animal que reside en él.
LA NADA, LA ETERNIDAD
Y entonces me anulé a mí mismo, acepté la vida y la muerte, y elegí vivir en ese limbo que siempre temí. Allí, sentado, mirando la oscuridad, apreté con fuerza mis recuerdos y los volví vanos, los borré, los destruí. Tuve que anularme, y tuve que suicidarme, porque en el fondo entendí que nunca existí, que nunca viví.
La eternidad, me dijo un día un anciano, es como un chasquido de dedos entre las orejas del viento, que sólo se oyen a sí mismos, y no escuchan nada más que nada. Sabes, me dijo, me pasé la vida tratando de convencerme de que valía algo, de que era alguien, pero con cada meta, con cada meta alcanzada, en realidad, no hacía más que distanciarme de mí mismo, de mi verdadera naturaleza, hasta que un día entendí una cosa muy importante, y es que no hay nada que entender, ni nadie que ser.
¿Es este el secreto de la felicidad le pregunté? No, respondió, es simplemente la historia de mi vida. Y así se fue, para no volver jamás, como yo nunca volví, ya que no había camino por recorrer, ni meta que alcanzar. Entonces, miré a mi alrededor, me levanté y caminé, hacia no sé dónde, pero ya nada importaba. Sabía que ciertamente existía, pero no por el mero hecho de ser. Simplemente no era, simplemente me convertí en la eternidad misma y, por lo tanto, en la nada y en el todo. Luego fue luz, luego oscuridad, así, para siempre. Yo era el viento, yo era el anciano, yo era yo mismo. Entonces, ¿es este el secreto de la felicidad? No, respondí, es simplemente la historia de alguien que nunca fue, pero siempre será.
San Pagano
3 de julio de 2022
Archivos adjuntos:
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03-12-21 Verdades cósmicas e infinitas
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