El 2 de septiembre de 1989 Giorgio, acompañado de dos amigos españoles, está de rodillas bajo la gran encina que domina la plaza del santuario. Ha llevado de regalo rosas rojas y aguarda recogido en oración. Como se lo había prometido, la Madre Celeste lo llama y Giorgio cae en éxtasis, ve de nuevo al Sublime Ser que le pregunta si está dispuesto a portar parte del sufrimiento de su Hijo. Giorgio acepta el ofrecimiento de la Virgen y ve salir de su pecho, adornado con una rosa roja, dos rayos de luz que lo golpean en las palmas de sus manos. Giorgio cae hacia atrás. Los amigos acuden en su ayuda y ven formarse sobre el dorso de sus manos una especie de hinchazón que poco a poco se va lacerando, como si un clavo empujase de abajo hacia arriba, para abrirse en una profunda herida que traspasa completamente las palmas. Los dolores son lacerantes y el trauma espiritual es profundo.
Giorgio vuelve a su casa donde lo esperaban Lorella y Giovanni dispuestos a compartir su sufrimiento y la bendición que el milagro de los estigmas encierra en su misterio.
Su vida cambió para siempre.
Las copiosas sangraciones cotidianas ocurren también varias veces durante el día y son muy dolorosas. Solo después de horas Giorgio está en condiciones de recuperarse.
A pesar de sus tentativas, se da cuenta de que no puede continuar trabajando y se ve obligado a vender, su pequeña pero también fructífera, empresa. De ahora en adelante cada uno de sus recursos espirituales, físicos, humanos y materiales (incluidos aquellos que le fueran donados o prestados) serán empleados totalmente en la misión confiada por la Virgen.
En efecto, además de estigmatizarlo, la Señora le asignó como primera misión la divulgación del Tercer Secreto de Fátima que la Iglesia Católica y Sor Lucía (la última de los videntes fallecida en febrero del 2005) habrían debido difundir ya en 1960 en obediencia a Su disposición.
Durante las sangraciones Giorgio tiene también la visión del Maestro Jesús, que sucede a la Virgen para guiarlo en su misión. La Virgen se le aparecerá solo en específicos momentos de su vida, a menudo para consolarlo o para aliviarle los muchos sufrimientos de los cuales su camino pronto se mostrará constelado.
Con los primeros viajes por el mundo comienza también la primera parte de la misión de Giorgio Bongiovanni.
España, Argentina, Uruguay y Paraguay, son las metas iniciales.
En Asunción del Paraguay, Giorgio encuentra a la Reina Sofía de España a quien le muestra los estigmas. Será ella misma la que después, el 27 de octubre de 1990, en Madrid, le presente al entonces presidente de la Unión Soviética, Michail Gorbachov y a su mujer Raissa. Al premier ruso el joven estigmatizado le pide permiso para dar a conocer el Tercer Mensaje de Fátima en su país, concesión que le será otorgada.
Son numerosos, también, los encuentros con la gente común que quiere conocer su historia. Muchos le creen, otros se le oponen, sobre todo por su posición cada vez más distante de los dictámenes de la Iglesia Católica que lo quiere obediente, y sobre todo muy prudente, en la divulgación de determinadas verdades que se encuentran alejadas de la doctrina oficial.
En efecto, los mensajes que Giorgio recibe del Maestro Jesús, contienen en sí mismos, elementos tan simples como revolucionarios: La reencarnación, la vida en el universo, la verdadera esencia de la Iglesia, la ley evolutiva de causa–efecto, las severas amonestaciones a los hombres violentos y egoístas, sus advertencias contra las guerras y las crueldades infligidas a los más pobres y a los más inocentes, así como los ataques directos a los dictadores y a los impíos, vuelven su discurso un tanto impopular.
Y de nuevo septiembre, y otra vez 2, pero de 1991. Giorgio está en Porto S. Elpidio, en su casa. Sangra y el Señor Jesús le muestra “dos cruces para la humanidad, una que redime y otra que castiga”. En el mismo momento se forman en sus pies dos cruces sangrantes. Es un nuevo trauma tanto para él como para su familia. Giorgio pensó que se trataba de un signo temporal porque de lo contrario temía no estar en condiciones de caminar y no poder cumplir con lo que se le había encomendado. Pero pasan los días y las dos cruces van tomando la misma forma de los estigmas de las manos. Sostenido por Lorella y otros amigos se levanta, y con mucha fatiga logra dar algún paso. Comprende que las heridas serán permanentes.
Con las manos y los pies marcados Giorgio Bongiovanni llega a Moscú.
Quizás fue la primera vez en la historia que un hombre religioso habló a un público de 150 millones de personas, en directo y desde el primer canal de la televisión nacional.
Es el 2 de abril de 1992 y Rusia se ve convulsionada por el golpe militar que depone a Gorbachov, barriendo de esa manera con la única posibilidad de una probable apertura pacífica hacia Occidente.
Giorgio dirige una convocatoria a las autoridades con el fin de que los jefes del Kremlin no abandonen a la nación en la corrupción y el deterioro. Explica que la Virgen María, en la segunda parte del mensaje de Fátima, había pedido que Rusia se consagrara a su Corazón Inmaculado porque de otra forma se esparcirían sus errores por el mundo.
Imposible no leer, en la desesperada advertencia, la referencia al peligro nuclear que esta potencia en decadencia continúa representando aún hoy en día, refiriéndose al armamento en desuso y a la liquidación de materiales contaminantes; así como a la expansión del crimen organizado que lava miles de millones de dólares reinsertándolos en el circuito mundial.
En clara oposición con la iconografía clásica del vidente inmerso en oraciones y curaciones que propagandiza el poder eclesiástico, los estigmas de Giorgio Bongiovanni son una admonición viviente sobre los eventos de la historia contemporánea, algunos de los cuales, a menudo, anticipa.
Es el caso de África, un continente particularmente querido por Giorgio por la profunda conmoción que en él suscitan el sufrimiento y la aristrocracia espiritual de este pueblo martirizado por la miseria, por los horrores de la guerra y las enfermedades.
También aquí, en Kinshasa (ex Zaire), participa en una transmisión televisiva. El joven estigmatizado habla con humildad, pero con extrema firmeza. Acusa al dictador de entonces, Mobutu, de salvaguardar solo sus intereses pisoteando los de su gente. El hecho fue de tal magnitud que la transmisión fue interrumpida por la irrupción en el lugar de algunos soldados del ejército de represión.
A la muchedumbre de hombres y mujeres reunidos en el estadio, Giorgio les pide que permanezcan unidos en el nombre de Cristo y que no cedan a la trampa y a las disputas étnicas fomentadas y, sobre todo financiadas con armas y dinero de los estados extranjeros interesados solamente en saquear su rico territorio.
A pesar de la viva sensibilidad mostrada frente al signo y frente al mensaje, lamentablemente, en los lugares tocados por Giorgio en sus numerosos viajes, se desencadenarán guerras fraticidas y trágicos genocidios cuya brutalidad convulsionará también al tranquilo Occidente.
Años después, siempre en directo por Televisión, mostrando los estigmas, Giorgio advierte también al pueblo argentino sobre la crisis económica que poco después se desencadenaría.
El año 1992 es muy significativo para Giorgio.
El 28 de mayo, y de nuevo en Sudamérica, en Montevideo (Uruguay), se le abre el quinto estigma, en el costado, en el lado izquierdo. La sangración es abundante y el manar de la sangre dibuja en el cuerpo del joven la evidente forma de un cáliz .
Cinco días antes, en Italia, fue bárbaramente asesinado el juez Giovanni Falcone, junto a su mujer y tres agentes de su escolta. Dos meses después correrá la misma suerte el juez Paolo Borsellino junto a cinco guardaespaldas, muertos por el inigualable servicio al valor de la Justicia. La muerte de los dos jueces sicilianos golpea profundamente a Giorgio y señalará un giro determinante en su historia.
Por el momento es solamente una cita aplazada.
En otoño Giorgio estará de nuevo en Rusia. Entre varias citas, Giorgio es invitado a Alma Ata, en Kazajistán, para participar en el Congreso de la Concordia Espiritual, donde estaban presentes los representantes de todas las iglesias orientales. Durante su intervención invita a todos a la unión espiritual y humana, más allá de las diversidades culturales y religiosas. Religión, de hecho, viene del latín religare, que significa unir, mientras las distintas iglesias no solo han dividido a los hombres con las guerras “santas” que continúan azotando al mundo, sino también a causa de su corrupción temporal, lo que ha determinado el alejamiento del ser humano de su esencia espiritual, relegándolo a la desesperación material.
Conjugar las fuerzas positivas en cualquier ámbito que se opere es una de las prioridades de la actuación de Giorgio.
Desde el principio de su misión, intenta ponerse en contacto con todos los videntes marianos que hubieran recibido mensajes de advertencia -tal como le estaba sucediendo a él- exhortándolos a revelar las profecías que la Virgen les confiara con el fin de advertir a los respectivos pueblos de los enormes riesgos que correrían.
Todos respondieron que se habían sometido a las decisiones de la Santa Madre Iglesia obedeciendo, de esa forma, a las disposiciones de silencio que les habían sido impuestas.
Sin embargo, la Celeste Señora, en Medjugorie, había profetizado la terrible guerra que, de allí a no muchos años se verificaría en la tierra Yugoslava. También en Africa con los videntes ruandeses, había predicho las atrocidades del genocidio que se produciría, mostrándoles ríos de sangre y montañas de cadáveres.
Es difícil decir ahora si todo ese dolor podría haber sido evitado simplemente respondiendo a la desesperada petición de la Virgen que llamaba a la conversión y al arrepentimiento de todos sus hijos, indistintamente, prescindiendo de su procedencia o etnia.
La misma Sor Lucía Dos Santos ha delegado la revelación del tercer Secreto al Vaticano que el 13/05/2000 dio a conocer una versión, a juicio de muchos, parcial.
Con este propósito, Giorgio editará una publicación (citada íntegra en este libro) en la cual da una explicación detallada del Mensaje tal como lo recibió, y una interpretación mas completa de la visión.
Precisamente a la aparición de Fátima, se encuentra ligado otro aspecto fundamental de la experiencia de Giorgio.
De hecho, la Virgen anuncia además de la inminencia de la Tercera Guerra Mundial causada por la perseverancia del hombre en su conducta violenta, egoísta e irresponsable; le preanuncia que “seres cósmicos llegarán sobre la tierra de lugares lejanos del universo. En el nombre de Dios”.
Es una revelación extraordinaria, de la que también Lucía tiene conocimiento y que escribió de su puño y letra en 25 líneas que aún son mantenidas en el más absoluto secreto.
La unión entre las apariciones marianas y la visita de seres provenientes de otros mundos es avalada por muchísimos testimonios que aseguran haber visto globos luminosos en el cielo, en correspondencia con la mirada estática de los videntes. Son muchísimas también las pruebas filmadas y fotografiadas en este sentido, algunas de las cuales se remontan a tiempos antiquísimos como lo demuestran incluso cuadros del siglo XV.
Asimismo Giorgio, durante las primeras experiencias, ve tanto a la Virgen como a Jesús salir de globos de luz y entre los mensajes que recibió son muchísimos los provenientes de Seres Extraterrestres.
Entre los más importantes hay algunos que conciernen a la visita del Cristo a otros planetas donde, en lugar de ser crucificado, fue escuchado por los seres de estas civilizaciones que, por lo tanto, fueron redimidas.
Son cuatro objetos voladores luminosos los que, posteriormente, preparan al joven estigmatizado para un ulterior signo de sufrimiento.
Giorgio vuelve a su casa donde lo esperaban Lorella y Giovanni dispuestos a compartir su sufrimiento y la bendición que el milagro de los estigmas encierra en su misterio.
Su vida cambió para siempre.
Las copiosas sangraciones cotidianas ocurren también varias veces durante el día y son muy dolorosas. Solo después de horas Giorgio está en condiciones de recuperarse.
A pesar de sus tentativas, se da cuenta de que no puede continuar trabajando y se ve obligado a vender, su pequeña pero también fructífera, empresa. De ahora en adelante cada uno de sus recursos espirituales, físicos, humanos y materiales (incluidos aquellos que le fueran donados o prestados) serán empleados totalmente en la misión confiada por la Virgen.
En efecto, además de estigmatizarlo, la Señora le asignó como primera misión la divulgación del Tercer Secreto de Fátima que la Iglesia Católica y Sor Lucía (la última de los videntes fallecida en febrero del 2005) habrían debido difundir ya en 1960 en obediencia a Su disposición.
Durante las sangraciones Giorgio tiene también la visión del Maestro Jesús, que sucede a la Virgen para guiarlo en su misión. La Virgen se le aparecerá solo en específicos momentos de su vida, a menudo para consolarlo o para aliviarle los muchos sufrimientos de los cuales su camino pronto se mostrará constelado.
Con los primeros viajes por el mundo comienza también la primera parte de la misión de Giorgio Bongiovanni.
España, Argentina, Uruguay y Paraguay, son las metas iniciales.
En Asunción del Paraguay, Giorgio encuentra a la Reina Sofía de España a quien le muestra los estigmas. Será ella misma la que después, el 27 de octubre de 1990, en Madrid, le presente al entonces presidente de la Unión Soviética, Michail Gorbachov y a su mujer Raissa. Al premier ruso el joven estigmatizado le pide permiso para dar a conocer el Tercer Mensaje de Fátima en su país, concesión que le será otorgada.
Son numerosos, también, los encuentros con la gente común que quiere conocer su historia. Muchos le creen, otros se le oponen, sobre todo por su posición cada vez más distante de los dictámenes de la Iglesia Católica que lo quiere obediente, y sobre todo muy prudente, en la divulgación de determinadas verdades que se encuentran alejadas de la doctrina oficial.
En efecto, los mensajes que Giorgio recibe del Maestro Jesús, contienen en sí mismos, elementos tan simples como revolucionarios: La reencarnación, la vida en el universo, la verdadera esencia de la Iglesia, la ley evolutiva de causa–efecto, las severas amonestaciones a los hombres violentos y egoístas, sus advertencias contra las guerras y las crueldades infligidas a los más pobres y a los más inocentes, así como los ataques directos a los dictadores y a los impíos, vuelven su discurso un tanto impopular.
Y de nuevo septiembre, y otra vez 2, pero de 1991. Giorgio está en Porto S. Elpidio, en su casa. Sangra y el Señor Jesús le muestra “dos cruces para la humanidad, una que redime y otra que castiga”. En el mismo momento se forman en sus pies dos cruces sangrantes. Es un nuevo trauma tanto para él como para su familia. Giorgio pensó que se trataba de un signo temporal porque de lo contrario temía no estar en condiciones de caminar y no poder cumplir con lo que se le había encomendado. Pero pasan los días y las dos cruces van tomando la misma forma de los estigmas de las manos. Sostenido por Lorella y otros amigos se levanta, y con mucha fatiga logra dar algún paso. Comprende que las heridas serán permanentes.
Con las manos y los pies marcados Giorgio Bongiovanni llega a Moscú.
Quizás fue la primera vez en la historia que un hombre religioso habló a un público de 150 millones de personas, en directo y desde el primer canal de la televisión nacional.
Es el 2 de abril de 1992 y Rusia se ve convulsionada por el golpe militar que depone a Gorbachov, barriendo de esa manera con la única posibilidad de una probable apertura pacífica hacia Occidente.
Giorgio dirige una convocatoria a las autoridades con el fin de que los jefes del Kremlin no abandonen a la nación en la corrupción y el deterioro. Explica que la Virgen María, en la segunda parte del mensaje de Fátima, había pedido que Rusia se consagrara a su Corazón Inmaculado porque de otra forma se esparcirían sus errores por el mundo.
Imposible no leer, en la desesperada advertencia, la referencia al peligro nuclear que esta potencia en decadencia continúa representando aún hoy en día, refiriéndose al armamento en desuso y a la liquidación de materiales contaminantes; así como a la expansión del crimen organizado que lava miles de millones de dólares reinsertándolos en el circuito mundial.
En clara oposición con la iconografía clásica del vidente inmerso en oraciones y curaciones que propagandiza el poder eclesiástico, los estigmas de Giorgio Bongiovanni son una admonición viviente sobre los eventos de la historia contemporánea, algunos de los cuales, a menudo, anticipa.
Es el caso de África, un continente particularmente querido por Giorgio por la profunda conmoción que en él suscitan el sufrimiento y la aristrocracia espiritual de este pueblo martirizado por la miseria, por los horrores de la guerra y las enfermedades.
También aquí, en Kinshasa (ex Zaire), participa en una transmisión televisiva. El joven estigmatizado habla con humildad, pero con extrema firmeza. Acusa al dictador de entonces, Mobutu, de salvaguardar solo sus intereses pisoteando los de su gente. El hecho fue de tal magnitud que la transmisión fue interrumpida por la irrupción en el lugar de algunos soldados del ejército de represión.
A la muchedumbre de hombres y mujeres reunidos en el estadio, Giorgio les pide que permanezcan unidos en el nombre de Cristo y que no cedan a la trampa y a las disputas étnicas fomentadas y, sobre todo financiadas con armas y dinero de los estados extranjeros interesados solamente en saquear su rico territorio.
A pesar de la viva sensibilidad mostrada frente al signo y frente al mensaje, lamentablemente, en los lugares tocados por Giorgio en sus numerosos viajes, se desencadenarán guerras fraticidas y trágicos genocidios cuya brutalidad convulsionará también al tranquilo Occidente.
Años después, siempre en directo por Televisión, mostrando los estigmas, Giorgio advierte también al pueblo argentino sobre la crisis económica que poco después se desencadenaría.
El año 1992 es muy significativo para Giorgio.
El 28 de mayo, y de nuevo en Sudamérica, en Montevideo (Uruguay), se le abre el quinto estigma, en el costado, en el lado izquierdo. La sangración es abundante y el manar de la sangre dibuja en el cuerpo del joven la evidente forma de un cáliz .
Cinco días antes, en Italia, fue bárbaramente asesinado el juez Giovanni Falcone, junto a su mujer y tres agentes de su escolta. Dos meses después correrá la misma suerte el juez Paolo Borsellino junto a cinco guardaespaldas, muertos por el inigualable servicio al valor de la Justicia. La muerte de los dos jueces sicilianos golpea profundamente a Giorgio y señalará un giro determinante en su historia.
Por el momento es solamente una cita aplazada.
En otoño Giorgio estará de nuevo en Rusia. Entre varias citas, Giorgio es invitado a Alma Ata, en Kazajistán, para participar en el Congreso de la Concordia Espiritual, donde estaban presentes los representantes de todas las iglesias orientales. Durante su intervención invita a todos a la unión espiritual y humana, más allá de las diversidades culturales y religiosas. Religión, de hecho, viene del latín religare, que significa unir, mientras las distintas iglesias no solo han dividido a los hombres con las guerras “santas” que continúan azotando al mundo, sino también a causa de su corrupción temporal, lo que ha determinado el alejamiento del ser humano de su esencia espiritual, relegándolo a la desesperación material.
Conjugar las fuerzas positivas en cualquier ámbito que se opere es una de las prioridades de la actuación de Giorgio.
Desde el principio de su misión, intenta ponerse en contacto con todos los videntes marianos que hubieran recibido mensajes de advertencia -tal como le estaba sucediendo a él- exhortándolos a revelar las profecías que la Virgen les confiara con el fin de advertir a los respectivos pueblos de los enormes riesgos que correrían.
Todos respondieron que se habían sometido a las decisiones de la Santa Madre Iglesia obedeciendo, de esa forma, a las disposiciones de silencio que les habían sido impuestas.
Sin embargo, la Celeste Señora, en Medjugorie, había profetizado la terrible guerra que, de allí a no muchos años se verificaría en la tierra Yugoslava. También en Africa con los videntes ruandeses, había predicho las atrocidades del genocidio que se produciría, mostrándoles ríos de sangre y montañas de cadáveres.
Es difícil decir ahora si todo ese dolor podría haber sido evitado simplemente respondiendo a la desesperada petición de la Virgen que llamaba a la conversión y al arrepentimiento de todos sus hijos, indistintamente, prescindiendo de su procedencia o etnia.
La misma Sor Lucía Dos Santos ha delegado la revelación del tercer Secreto al Vaticano que el 13/05/2000 dio a conocer una versión, a juicio de muchos, parcial.
Con este propósito, Giorgio editará una publicación (citada íntegra en este libro) en la cual da una explicación detallada del Mensaje tal como lo recibió, y una interpretación mas completa de la visión.
Precisamente a la aparición de Fátima, se encuentra ligado otro aspecto fundamental de la experiencia de Giorgio.
De hecho, la Virgen anuncia además de la inminencia de la Tercera Guerra Mundial causada por la perseverancia del hombre en su conducta violenta, egoísta e irresponsable; le preanuncia que “seres cósmicos llegarán sobre la tierra de lugares lejanos del universo. En el nombre de Dios”.
Es una revelación extraordinaria, de la que también Lucía tiene conocimiento y que escribió de su puño y letra en 25 líneas que aún son mantenidas en el más absoluto secreto.
La unión entre las apariciones marianas y la visita de seres provenientes de otros mundos es avalada por muchísimos testimonios que aseguran haber visto globos luminosos en el cielo, en correspondencia con la mirada estática de los videntes. Son muchísimas también las pruebas filmadas y fotografiadas en este sentido, algunas de las cuales se remontan a tiempos antiquísimos como lo demuestran incluso cuadros del siglo XV.
Asimismo Giorgio, durante las primeras experiencias, ve tanto a la Virgen como a Jesús salir de globos de luz y entre los mensajes que recibió son muchísimos los provenientes de Seres Extraterrestres.
Entre los más importantes hay algunos que conciernen a la visita del Cristo a otros planetas donde, en lugar de ser crucificado, fue escuchado por los seres de estas civilizaciones que, por lo tanto, fueron redimidas.
Son cuatro objetos voladores luminosos los que, posteriormente, preparan al joven estigmatizado para un ulterior signo de sufrimiento.