REUNIDOS A LOS PIES DE LA SANTA MADRE

De Francesca Panfilli

También este año, como cada 15 de agosto, nos hemos reunido a los pies de la Gran Madre para homenajearla y rezarle todos juntos en Polcenigo, donde hay una estatua de Nuestra Señora de Fátima donada a Giorgio Bongiovanni y a los miembros del Arca Alea Lores por Manu, uno de los amigos históricos de la confraternidad desde los tiempos de Eugenio Siragusa.

En esta ocasión tuvimos la oportunidad de honrar a la Santa Madre a través de la palabra, la música, la danza, el arte y las enseñanzas relacionadas con el momento histórico que vivimos y con la presencia extraterrestre. Una presencia, la de los ángeles de ayer, extraterrestres de hoy, que continúa a través de pictogramas, naves espaciales y signos que anuncian el regreso de Cristo y que nos fueron ilustrados durante este 15 de agosto por el investigador Pier Giorgio Caria y por Sante Pagano.
El vínculo de la confraternidad Giovanea con María Santísima Madre, señala toda la Obra DEL CIELO A LA TIERRA. María, la primera iniciada de Cristo, anunciadora del Apocalipsis, manifestación más sublime del Espíritu Omnicreante, nos protege y guía hacia la realización del nuevo Reino. La suya es una presencia constante en la historia humana, compuesta de apariciones, signos marianos, prodigios extraordinarios, como el de los estigmas de Giorgio Bongiovanni dados por ella al místico siciliano.
María, para nuestra confraternidad, es la fuerza de la Tierra, la Madre que nos da vida desde el seno materno, linfa vital, apoyo y protección para llevar adelante la voluntad del Padre que se manifiesta mediante la realización de las enseñanzas cósmicas y las acciones sociales y humanitarias en defensa de los que sufren, los últimos y los justos, que representan el faro que Dios nos ha dado para lograr nuestra realización del yo superior a través de la ciencia del espíritu que nos trajo Cristo y sus Ángeles.

Este es el mensaje que fue confiado a Giorgio Bongiovanni con motivo de la Anunciación de la Santísima Madre:
'Debemos convertirnos en decenas de miles, porque debemos ser la fuerza disruptiva que clama por justicia, libertad, verdad en el mundo... es mi deber agradecerles y transmitirles un mensaje del Cielo dedicado a la Santa Madre. Ella me ha dicho que siga atento y esperando la justicia de Dios: Ella ha intercedido por amor a todos nosotros y por amor a aquellos que aún tienen que despertar. Este brazo de Cristo que quiere hacer justicia es frenado por la Virgen, y el Hijo que honra a la Madre, espera.

¿Qué espera María? María, nuestra Madre, espera que despertemos almas y que criemos a nuestros hijos en la cultura espiritual del Evangelio de Cristo.
¿Qué espera de nosotros y de mi la Santa Madre? Que insistamos, que gritemos juntos 'justicia', que ayudemos a los justos, que los apoyemos, ya sean políticos, magistrados, médicos, profesores, ciudadanos ilustres o sacerdotes misioneros. Los justos son los profetas de Dios.

Los profetas de Dios no somos nosotros, no son los gurús, los estigmatizados, los maestros de yoga, los maestros espirituales o los contactados, sino que ellos son los justos y debemos ser sus servidores porque ellos son los profetas de Dios que no se manifiestan sentados en una silla, predicando, dando instrucciones desde sus tronos o realizando milagros. Los justos se manifiestan en acción. Ustedes los conocen y saben quiénes son. Ellos son los profetas de Dios.
¡No esperen profetas que anuncien el Reino de Dios sentados en un trono espiritual! Los Mensajeros de Nuestra Señora, los contactados de los extraterrestres, los estigmatizados son servidores de los profetas.
¡Los servidores de los Profetas somos nosotros, los profetas enviados por Dios a la Tierra son los justos y es a ellos a quienes debemos servir! Debemos apoyarlos y servirles con el arte, la música, la escritura, la literatura, la poesía, el voluntariado, el periodismo, hablando de la verdad extraterrestre, de la verdad de los mensajes de Dios.
No hemos venido ni a salvarnos ni a salvar, hemos venido a despertar las almas, a conducirlas a los pies de Cristo y a llevarlas a ser testigos y amigos de los justos.

No crean que Moisés, Isaías, Jeremías, Zacarías, Daniel, Noé, Abraham, son hoy los profetas de Dios. Ellos son servidores. Los verdaderos profetas de Dios hoy no se llaman Giorgio, Buda, Krishna, Yogananda, Confucio, sino que son los justos enviados por Dios a la Tierra. Los encontrarán vestidos de todas maneras excepto como gurús.
Los encontrarán vestidos de saco, los encontrarán como simples sacerdotes gritando como Juan Bautista, los verán vestidos con toga o uniforme, los encontrarán vestidos de profesores, entrenadores, maestros de gimnasia o artes marciales, cantantes, músicos, artistas, guitarristas… es difícil que vean hoy a un profeta de Dios vestido como lo hacían los escribas y fariseos, porque esos todavía hoy son escribas y fariseos.
Consecuentemente, si ustedes creen que soy discípulo de la Santa Madre, deben hacer lo que yo hago, deben seguirme, protestar, acabar con el fascismo, la xenofobia, dar voz a los últimos, gritar por los derechos de la libertad y justicia en el nombre de Cristo, Hijo de Dios, el Unigénito.

Todos nosotros servidores junto con los profetas somos seguidores de Cristo al pie de la cruz y bajo esa santa cruz estamos todos juntos. Así que ayúdenme a encontrar la verdad. Yo busco la verdad, día y noche, para desenmascarar al Anticristo. No puedo hacerlo solo. Deben ayudarme como lo están haciendo porque no seré yo, este servidor, quien va a desenmascarar al Anticristo, sino que serán los justos.
Quiero llevar la verdad a los justos para que el Anticristo sea desenmascarado. Ustedes que son mis hermanos, créanme y confíen en mí...
Estamos casi al final. Yo sé, que dado que he visto a Jesús y a Nuestra Señora no seré perdonado y no entraré en el Reino de Dios si no soy inmolado y asesinado, porque quien ve a Jesús no puede retirarse de la cruz. ¿Cuántas veces me preguntan cómo poder ver a Jesús?... Si Cristo se muestra a ustedes, la ley de la justicia de Dios exige que se sacrifiquen por Él, porque Él es la prueba de que ha resucitado, es el Hijo de Dios, por lo tanto, no podemos permitirnos traicionarlo ni escapar de la cruz.

Lo primero que me dijo cuándo lo conocí físicamente fue esto: “Tú debes seguir el Gólgota hijo mío y el Gólgota no son las señales que llevas, sino que es tu vida, porque si no, no eres digno de mí”. Y luego me dijo: “A aquellos que crean sin ver, les perdonaré todos los pecados y los llevare al Reino de Dios”. Por eso no les conviene verlo...
Pero si se presentara ante ustedes, arrodíllense, bendíganlo, glorifíquenlo y serán salvos y entrarán en el Reino de Dios, pero les puede pedir la vida…
No necesariamente tienen que matarme, pero yo vivo cada día con la esperanza de que de alguna manera me puedan asesinar, porque así no correré el riesgo de una segunda muerte. Jesús nos ha recomendado salvar nuestras almas. Nos lo ordena en el Evangelio, no nos lo recomienda, por eso salvar el alma significa aspirar a ser igual a los justos. Por ahora somos libres y servidores de los profetas de Dios, de Jesucristo y de la Santa Madre. Así que se los recomiendo.
Tenemos que multiplicarnos hasta triplicarnos... El milagro más grande de Nuestra Señora en mi vida es que Ella me los dio a todos ustedes juntos. Gracias'

'No tengo muchas palabras Madre Santa, ya mi cuerpo está desgastado, no sé qué decirte, te he dicho todo lo que puedo con mis acciones. Sólo puedo agradecerte. No te nombro mucho, Madre Santísima, pero siempre pienso en ti. No te nombro porque no soy digno. La pureza, la virginidad de la esencia del Espíritu Cósmico que tú representas, impiden a mi mente formular cualquier frase, sin embargo, siento dentro de mí dedicarte poemas y cartas, pero creo que tengo debilidades humanas que me impiden, acertadamente, de poder dirigirme a Ti. Y así trato de servir a Tu Esposo del Universo, al Padre y a Tu Hijo Unigénito.
Lo único que siento decir, delante de estos hermanos, es recomendarte a ellos, a todos ellos y a sus hijos, uno a uno. ¿Qué te pido a cambio de servirte a ti y al mensaje de Fátima? Te pido solo esta recompensa: preservar a todos mis hermanos. Una vez me dijiste que me darías todo lo que quisiera si te lo pidiera.
Justamente, sólo quiero esto: quiero que preserves a mis hermanos. Desde que era pequeño mi vida ha existido sólo para intentar salvarlos… A cambio te puedo ofrecer mi vida, te puedo ofrecer a mis hijos, a toda mi familia, ya la puedes tomar.

Esto te pido Madre indignamente… presérvalos, presérvalos, todos estos que tienes aquí delante y los que están en casa. Gracias con mucho amor, tu hijo Giorgio”.
Y al concluir la reunión del 15 de agosto, estas fueron las palabras que escuchamos:
'Queridos hermanos, esta vez no tengo ningún mensaje. Hoy nadie me habló, ni Jesús, ni Nuestra Señora, ni Adoniesis que muchas veces me busca. Pero a todos los siento cerca y si callan yo estoy llamado a decirles lo que siento. Quien les habla ahora es vuestro hermano Giorgio Bongiovanni... Sólo quiero decirles que los quiero, que los quiero mucho, que quiero seguirlos, que quiero coordinar esta confraternidad, esta gran familia en Italia, en América del Sur y en España... Me gustaría contarles cosas profundas, pero cuando mis interlocutores no me dicen nada, mis palabras son palabras pobres, no son ricas en teología, pero son sinceras.

Los saludo diciéndoles esto: no los traicionaré, no retrocederé, nunca traicionaré nuestra Causa. Los defenderé ante cualquier injusticia, siempre me encontrarán cuando me llamen y necesiten de mí una oración, un consuelo, un pedazo de pan, porque si tengo dos pedazos de pan compartiré uno con ustedes. No tendré miedo al enemigo que quiera detenernos. Seguiré buscando la verdad para obtener justicia, combatiré el mal.
Esta vez no les diré que estoy solo porque están ustedes. Esta vez deben estar cada vez más seguro de que siempre estaré allí. No los traicionaré. Puedo caer en una emboscada, puedo ser traicionado, también puedo ser probado por Dios, con cualquier prueba, que alguien ya no me ame o que me deje tirado en la calle o que me arresten, pero sepan que nunca negaré todo lo que he hecho y lo que quiero hacer. Lo que quiero inculcarles hoy es que no los traicionaré. Y no los traicionaré, aunque ustedes me traicionen. Esto se los prometo sobre la sangre de mis hijos. Sólo esto puedo hacer. Que Dios los bendiga a todos'

Así terminó este importante encuentro que nos lleva hacia un nuevo aniversario, el de los estigmas recibidos por Giorgio en Fátima el 2 de septiembre de 1989.
Atesoremos las emociones y enseñanzas recibidas con motivo del 15 de agosto.
Nuestro espíritu es bendecido por Dios para poder disfrutar de estos momentos y de las Verdades eternas que el Padre desea regalarnos a través de sus Ángeles y sus profetas en la tierra.

Con amor y gratitud,
Francesca
23 agosto de 2023

Adjuntos:

Otros escritos de Francesca Panfilli

Adjuntos: