LA REVOLUCION NUESTRO MESIAS

De Agustin Saiz

Se pueden hacer análisis desde muchos puntos de vista, pero respecto a lo que está ocurriendo en Argentina, es necesario aplicar categorías espirituales, porque el uso de cualquier otra, en este momento, es insuficiente. Desde la política, la economía, la psicología de masas, nos resulta imposible comprender el absurdo de lo que estamos viviendo, cuando millones de personas están siendo empujadas con ferocidad al hambre y la miseria. El caos que asciende en una espiral, como el peor huracán, amenaza devastar todo a su paso y no dejar nada en el horizonte de lo que alguna vez soñamos ser. No voy a hacer, en este caso, hincapié en el relato del poder, porque su incoherencia y falta de integridad demuestran la esquizofrenia y perversidad de mentes enfermas que no pueden articular ninguna idea concreta. No hay doble lecturas. Sus intenciones son abiertamente criminales y a la mayoría que lo votó, no les importa.

O mejor dicho, si les importa y por ello los han votado.

Si la racionalidad del positivismo surgió como práctica liberadora, dentro de un esquema político – cultural - religioso cuando este estaba agotado, hoy son necesarias nuevas miradas, que descubran otros mecanismos subterráneos y que le den un nuevo sentido.

Imagino a masas enfurecidas del antaño, gritar desaforadamente, pidiendo suplicios al dios Moloch, entregando cuerpos de esclavos y niños a sus hogueras para la expiación de sus males, y no puedo dejar de pensar en este presente. Del sueño a la vigilia, paso en un pestañeo, donde se entremezclan los adoradores del mercado y el becerro de oro. Un nuevo profeta del dios dinero aparece, en este caso eventualmente nuestro presidente, es el que dirige el sacrificio. Miles se preparan y salen a buscar corriendo maderas y piedras. Es la misma fiesta del horror por el horror, la que ponen en marcha y a la que le rinden culto. Cuanto más indefensa sea la víctima, con mayor ferocidad se le puede caer y volcar sobre ella todo el odio contenido. Por lo tanto pareciese como que mayor fuese el gozo y el disfrute, que es el perverso fin que en el fondo los gobierna.

Minorías étnicas, religiosas, políticas, raciales, sexuales van desfilando a lo largo de la historia. El otro es siempre el problema, el que no se puede controlar o disciplinar, porque piensa y siente distinto. Es aquel que no se puede someter, que no se puede modificar por electroshocks o terapia de hormonas, el que no debe existir en este orden necrológico, porque su propia presencia delata la posibilidad de un mundo infinito del que huyen. Y cuando esa diferencia queda agotada, es entonces que alguno descubre alguna nueva, aunque sea mínima o microscópica, que antes pasaba desapercibida, pero que ahora es la causa de todos los males. El color de piel, su forma íntima de amar o de adorar a Dios, el tamaño del cráneo medido con compás, sus publicaciones en Facebook y en el caso particular, cuando llegamos a la argentina, al que hay que señalar es al sujeto revolucionario de los 70´s.

De este último no hay que dejar nada.

Marx y el foquismo estaban errados y son los responsables de habernos llevados a la ruina en la que estamos sumergidos, de atrasarnos respecto al desarrollo del imperio en donde todos viven felices. Hemos ofendido al dios mercado donde todos bailan la danza ritual de la abundancia, por lo tanto hay que borrar todo de ellos. No pueden quedar ni sus símbolos, ni su memoria dentro de la historia. No hay que dejar nada. Extirpar la idolatría de raíz como alguna vez lo hicimos, en el nombre de la moral católica, sobre las ruinas de los incas. O como a los mexicas sobrevivientes, a los sumo, darles herramientas, para que sean ellos mismos a golpes de martillazos, quienes demuelan la arquitectura de los antiguos imperios. La mano de obra esclava solo es aceptable si sobrevive, trabajando día y noche, para extraer todo el oro y la plata, que le permita a la nueva modernidad expandirse y construir sobre ellos, el nuevo templo desde donde ascenderá, en el nombre de un falso mesías, la bestia del infierno a la que la humanidad le abre paso.

Hay que borrar los pañuelos de las pintadas de los murales. Blasfemar contra las madres y abuelas de plaza de Mayo. Elaborar un discurso desde los grandes medios de comunicación, constante y penetrante, que taladre las psiquis hasta lograr poner al pueblo en contra del pueblo. Contar la historia por la mitad que más convenga. Extraer al individuo de su comunidad y desterrarlo de sus tierras para poder regalarlas. Rechazar las manifestaciones de masas, quitarles las calles al que no le queda nada. Mandar a matar indios y aplaudir las matanzas que nos dan paso al progreso, y del mismo modo, “mandar a laburar” a los que hoy padezcan hambre.

Solo así, comprendiendo el secreto oculto de la lógica de masas, es posible entender que Milei sea presidente y Villaruel vicepresidenta

¿Por qué combaten los hombres por su servidumbre como si se tratase de su salvación? [...] lo sorprendente no es que la gente robe, o que haga huelgas; lo sorprendente es que los hambrientos no roben siempre y que los explotados no estén siempre en huelga. ¿Por qué soportan los hombres desde siglos la explotación, la humillación, la esclavitud, hasta el punto de quererlas no sólo para los demás, sino también para sí mismos?... no, las masas no fueron engañadas, ellas desearon el fascismo en determinado momento, en determinadas circunstancias, y esto es lo que precisa explicación, esta perversión del deseo

"El Antiedipo - Capitalismo y esquizofrenia", de Gilles Deleuze y Felix Guattari

Seguiremos en pie de lucha, entre las ruinas, esperando que entre los últimos surja la revolución, nuestro Mesías.

Abrazo grande.
Agustin Saiz –

Los Cardales 15/12/23

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