EL MENSAJE HERÉTICO DEL MALON DE LA PAZ AL PUEBLO CRISTIANO

Es por ello que a lo largo de su historia, ha vivido permanentemente amonestado y cuando Dios se nos manifiesta, elige hacerlo a partir de personajes valorizados inferiormente en la jerarquía de nuestra escala social. Los niños, los marginados y los ancianos, desatendidos y olvidados por nosotros, suelen ser los mensajeros que Cristo tanto ama. Y es así, que por ejemplo, unos “pequeños ignorantes” como los pastorcitos de Fátima, son el vehículo que la Santa Madre elige para humillar a los teólogos de nuestra fe y magistrados de nuestra ciencia. Del mismo modo, San Francisco de Asís, nos exige despojarnos de todo hasta caminar casi desnudos, para ser dignos de poder caminar junto a él. “El medio es el mensaje” y el mensaje implícito que todos ellos portan, señala nuestra hipocresía sin necesidad de las palabras. Al tercer Malón de la paz, también hay que entenderlo dentro de este esquema, una prueba colectiva, cuyas consecuencias aunque no queramos reconocer, determina parte de nuestro destino. A través de sus ojos, Dios nos está mirando.

Aquel pueblo que llamamos argentino contiene una mezcla genética exacta, que la inteligencia cósmica nos ha implantado a lo largo de la historia con precisión. Nuestro mestizaje Americano y Europeo no responde a un accidente, sino a un plan divino. Los pueblos ancestrales están vivos en nuestra sangre y desde allí, nos empujan hacia las verdades que debemos realizar colectivamente. Es en cambio, la falsa imagen puritana que tenemos de nosotros, católica y blanca, la que nos proyecta hacia los horizontes catastróficos que la civilización occidental repite una y otra vez.

El “tercer Malón por la paz” ha pasado de todo en estos dos meses desde que decidieron dejar sus familias y paisajes paradisiacos a miles de kilómetros, para trasladar su lucha al cemento humeante, de la ciudad de Buenos Aires. Hombres, mujeres, niños y ancianos, caminan por nuestras calles como María y José cuando Cristo estaba por nacer. Han golpeado puerta por puerta y han sido rechazados con desprecio. Su pesebre han sido las plazas céntricas, donde todos pasan y los ven dormir a la intemperie en invierno, tapados con bolsas de plásticos bajo la lluvia, casi como un residuo más que genera la ciudad. Pero el hombre blanco de la ciudad, tiene otro ideal y disociado mentalmente, en su imaginario demencial, se identifica con facilidad en la versión del estereotipo ario, devenido en nazi, aun cuando la realidad dice que su piel es color marrón. El Malón corta casi todos los días las avenidas y marchan por ellas determinados, llevando en alto sus banderas y pedido de justicia, sosteniendo la lucha con alegría, frente a la gente que se fastidia porque el tráfico se demora un poco más de lo habitual. Encadenados a los edificios de nuestras instituciones democráticas y en huelga de hambre, nos han expuesto y mostrado quienes somos.

El Malón ya ha triunfado más allá del éxito o no en sus reclamos. Volverán algún día a vivir en sus tierras en libertad, para reunirse y cantar junto a sus familias y comunidades. O serán perseguidos como hasta ahora, cazados por las fuerzas militares para despojarlos de sus casas y encarcelados, si es que todo sigue igual. Ellos han elegido como vivir y como morir. Ante el enemigo han decidido levantarse sin especular y sin medir las consecuencias de enfrentarlo. Por lo tanto su esencia se preservará por siempre y estará destinada a renacer en cada amanecer de la historia.
En cambio nosotros hemos quedado del lado opuesto. Y al negar enfrentar aquello que nos reclaman, nos hemos terminado de convertir en un problema para ellos que no tienen solucion. Cómplices, responsables y artífices de un etnocidio latente, en el simulacro de nuestra democracia, hemos elegido otra vez dejar abierta la puerta de un infierno, que habíamos jurado NUNCA MAS volver a vivir.

Que la sangre derramada, por las víctimas del terrorismo de Estado a lo largo de nuestra historia, colme la copa la ira de Dios y se levante en el día del juicio, contra todos sus verdugos.

Agustín Saiz
30 de Septiembre 2023Adjuntos: