De Sandra Fiori
Querido Jesús,
Estas palabras dedicadas a ti no fueron difíciles de escribir, prácticamente brotaron de mi pluma guiada por mi corazón.
Durante mucho tiempo me alejé de ti, lo admito, olvidé lo especial que era para ti. Especial a tal punto de que nunca dejaste de amarme, como tienes por costumbre hacerlo.
Durante años, envuelta en un olvido auto-infligido, me pregunté por qué estaba aquí en la Tierra, con qué propósito, qué sentido tenía mi vida terrenal, no teniendo ninguna "visión" y mucho menos ninguna "misión" en particular en la vida que pudieran darme las respuestas que siempre he buscado.
Pero tu amorosamente has injertado una pequeña semilla en esta tierra, que ahora se ha vuelto árida con el tiempo, insensible a tus llamadas. Lo hiciste porque probablemente sabías que había algo bueno en mí, a pesar de que me desvié del camino. Y esa pequeña semilla brotó y poco a poco creció más y más dentro de mí, hasta que sentí la necesidad insoportable de volver a buscarte.
Y aquí estoy, con la cabeza gacha, arrepentida e inmensamente agradecida contigo por perdonar mi falta de fe y concederme el privilegio de reunirme con aquellos que ya había conocido y amado en otros tiempos. Aquí me has traído iluminando mi camino para que no me vuelva a perder.
Pero hoy sé una cosa, lo sé con certeza: cada prueba dura, agotadora, frustrante, dolorosa, jodidamente dolorosa que he tenido que afrontar en mi vida y que incluso me hizo decidir cerrar mi corazón, fue en realidad un regalo del cielo, ¡de hecho, diría que el regalo más importante! He recibido muchas duchas frías y bofetadas divinas, mi Señor Jesús, fuiste duro, ¿eh?
Pero por una vez quiero sorprenderte a ti también. Ahora que me has hecho volver a casa como una hija pródiga de los años 2000, ya no te pediré más que me alivies de la fatiga en mi vida diaria, ya no te pediré más que endulces mi camino privándolo de obstáculos o de pruebas agotadoras. Al contrario, te doy gracias y te pido que me pongas a prueba, porque ya no tengo miedo, gracias a ti, de vivir una vida terrena difícil.
Ahora sé que cada dificultad, superada con aceptación consciente, me hará más fuerte, preparada para mi evolución espiritual. Ahora finalmente he abierto mis ojos y mi corazón y quiero hacerte sentir orgulloso, porque has forjado mi nuevo yo con tu amor incondicional.
De ahora en adelante sólo viviré para aquello que te haga sentir orgulloso de mí. Ahora más que nunca tengo claro que mi misión en la Tierra no es un “te sorprenderé con efectos especiales”, sino “me pongo a vuestro servicio y al servicio de mis hermanos”.
Gracias mi querido Jesús por hacerme recordar lo hermoso que es estar enamorada de ti y lo importante que es para todos nosotros tener una fe inquebrantable en ti.
Con amor incondicional, inmensa gratitud por ti por siempre e impaciencia por tu regreso.
Tu hija,
Sandra Flores
1 de octubre de 2023
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23.12.13 Carta a Jesushttps://www.thebongiovannifamily.com/cronicas-de-las-arcas-2013/5196-santa-navidad-2013.html
