"El silencio es de oro, la palabra es de plata”, así dice un proverbio que recuerda a las personas la importancia del silencio, de escuchar con respeto al expresarse verbalmente. La sociedad contemporánea, esquizofrénica y desequilibrada, vive en el caos, en el ruido perpetuo, en la charla mental que desgasta y debilita la mente y el cuerpo de cada uno, convirtiéndonos en títeres capaces sólo de repetir como papagayos impresiones de bajo calibre, manteniéndonos como esclavos en un perpetuo sueño hipnótico.
La mente, distante de la identificación espiritual y sorda a la voz del alma, sabe expresar sólo conceptos y necesidades relacionados con instintos primitivos y bajas emociones, utilizando cada vez menos vocablos y de baja vibración.
No se trata de reprimir la palabra, de tener que callar a la fuerza, sino de dominar una necesidad que proviene de nuestras partes egoicas, de nuestros pequeños "yoes anarquistas", que quisieran aparecer continuamente, para ser los protagonistas absolutos incluso aunque sea por un instante.
Preguntémonos si queremos tener razón continuamente, interrumpiendo al interlocutor sin dar espacio a lo que realmente quiere expresar. La expresión verbal tiene un valor inmenso, es un don del Ego Sum, sin embargo, debe permanecer en armonía con el ser y tener un aporte creativo, porque da instrucciones a la materia sutil que nos rodea, comunica vibración e información tanto a nivel físico como espiritual, por lo tanto, puede generar conexión o separación, sanación o enfermedad.
Por este motivo el silencio es prerrogativa de un espíritu evolucionado, ya que en el silencio se puede percibir la esencia de las cosas, la cualidad de su naturaleza. Eso representa la quietud, la paz, el equilibrio, el potencial aún no expresado, la voluntad de ser antes de querer hacer, escuchar lo que realmente es, sin necesidad de bordar una construcción mental lógica... no por casualidad en las escuelas iniciáticas se enseña como un camino para alcanzar la iluminación.
Así es como el silencio se convierte en oro: cuando está impregnado del estado espiritual del Ser. Se vuelve potente, alquímico, capaz de transformar la realidad que nos rodea, dentro y fuera de nosotros.
En el silencio está la escucha de nosotros mismos, del prójimo, del entorno, del micro y macrocosmos, de las intuiciones, de la voz del corazón, de lo mejor de nosotros; por eso quien dirige la sociedad trata por todos los medios de distraernos con innumerables aportes e impresiones desequilibradas, capaces de adormecer y sobrecargar nuestros centros energéticos (físico, emocional y mental), favoreciendo el establecimiento de larvas psíquicas, formas de pensamiento que nos empujan a expresar sub emociones (de baja frecuencia) capaces de vaciarnos energéticamente hasta enfermarnos.
Esto se puede experimentar fácilmente cuando nos alejamos del caos de la ciudad y nos damos tiempo en la naturaleza, caminando en el bosque, especialmente en las montañas, donde la conexión con la fuente primigenia es más fuerte, permitiéndonos percibir más fácilmente quiénes somos.
Practicar el silencio en todos los sentidos que he mencionado es necesario y fortificante para el espíritu, sólo así tendremos más magnetismo, nuestras palabras ganarán poder vibracional, armonía y equilibrio, ya que nuestros centros estarán más alineados y equilibrados.
La palabra entonces vendrá de la llama espiritual y contendrá todas sus cualidades. Debemos tomar cada vez más conciencia de ser espíritus inmortales, expresión de la Inteligencia Divina, para crear con amor y conciencia en el respeto de las Leyes cósmicas universales.
Concluyo augurando a todos una "buena escucha", abriendo la puerta de oro del silencio.
Paolo Golinelli
Molinella, 12 de junio de 2023
Adjuntos:
30.11.22 Presencia
https://www.thebongiovannifamily.com/cronicas-de-las-arcas-2022/10280-presencia.html
01-09.22 El apego
https://www.thebongiovannifamily.com/cronicas-de-las-arcas-2022/10151-el-apego.html