Por Silvana Maricel Lazzarin y Ricardo Pérez
Estas fueron las palabras de René Vergara cuando acepto la invitación de Nicolás para tomar la palabra al final del primer día del seminario cuyos oradores fueron, Juan Alberto y Alicia en la Universidad Tecnológica….pero de René hablare luego ya que se merece un lugar en esta crónica.
Volar es una de las sensaciones que más amo en la vida, surge una especie de recuerdo primitivo, muy interno, un sentimiento al que no puedo terminar de completar en palabras para que puedan comprenderme.
Siento caer en gracia cuando vuelvo a navegar por el cielo, ver a nuestra Pachamama desde arriba me renueva y rocía mi alma de una paz, que allá abajo a veces me cuesta encontrar. La palpitación se vuelve más intensa y mis ojos comienzan a empañarse por la emoción. La gallardía de nuestra Madre Tierra, y su hermosura es para mi una celebración, un regocijo que me ofrece nuestro Padre.
Prontamente emerge de mi pecho una intranquilidad, un desasosiego, una congoja me punza el corazón, no comprendo aún como alguien puede dañarla, amenazarla día a día con destruirla al punto de devastarla y arrasar incluso con sus propias vidas.
Por suerte sabemos, que no podrán destruirla y que ella renacerá para ser refugio de los elegidos, este pensamiento me reconforta, alienta y me afianza nuevamente en la paz que sentía.
Volar, también me hace sentir que estoy más cerca de la Confederación, esos benditos seres que camuflándose entre las nubes siempre están acompañándonos silenciosamente y otras, nos consuelan dejándose ver.
El avión, ya casi esta a máxima altura y me entristece no poder compartir en el momento todos estos sentimientos con Ricardo ya que íbamos separados por cuatro filas que aparentaban ser innumerables. Comienzan a desdibujarse las ciudades iluminadas al punto que la negrura solo deja ver lucecitas individuales y bien separadas una de la otra, cada vez se esparcían más y más , este hecho hizo que me preguntase, si acaso nuestros hermanos mayores así detectarían nuestras presencias desde las alturas. Intuyo que si y esto suscita una disposición a la disciplina, al orden y por sobre todo, al compromiso para con la Obra para así, poder seguir manteniendo mi luz que no se cuan brillante será, sin embargo al haber sido iniciada por Giorgio me ha preparado para emanar aunque sea un pequeño destello en medio de tanta oscuridad. El reconocimiento de esta realidad me induce a agradecer la distinción que me ha ofrecido el Cielo cuando me ha llamado para formar parte de las huestes dirigidas en la tierra por Nibiru Arat Ra.
Esta conciencia me genera cierta ansiedad ya que soy pequeña, me consuela que en unas horas podre abrazar a Juan Alberto para poder contarle todas mis vivencias, es muy fácil para mi entender, o al menos eso creo, porqué nuestro Cáliz le dice Maestro. Se que cuando lea esto, va a molestarse conmigo ya que es una persona humilde que se afana en no alimentar su ego ni siquiera, con los aplausos al terminar una disertación publica, es por eso que lo he elegido como Padre espiritual.
También me hace feliz saber que en pocos horas me encontraré con mis hermanos, algunos de ellos especialmente amados por mí.
El aterrizaje en Ushuaia fue perfecto, el capitán aterrizó el avión sobre la pista con una suavidad que hizo que no sintamos cuando se posó en la misma, si bien es habitual aplaudir al capitán al finalizar el viaje, ese aplauso tenía una carga de admiración. Desde ese momento fuimos recibidos por nuestros hermanos celestiales.
Al salir al hall del aeropuerto ya nos esperaban Katy y Matías, es hermoso ser recibido por los hermanos, siempre es uno de los sentimientos más bellos que he experimentado cuando ellos me reciben en cualquier parte del país o del mundo.
Katy de inmediato nos llevó a su casa en donde estaban parando Juan Alberto, Ale, Stella y Cristina a quienes sacamos bien tempranito de la cama. Cristina se acerco con el mate, el termo y me lo entregó diciendo: "…el que llega ceba mate…" y para mí fue un placer hacerlo mientras pasábamos la mañana entre charlas y bromas que nos confirmaban a Ricardo y a mí que ese sería un viaje inolvidable desde muchos puntos de vista, el más importante: haber acertado con responder al llamado.
Ushuaia cuyo lema es: “ciudad del fin del mundo, principio de todo” es un lugar indescriptiblemente bello, todo vibra de una forma diferente, y cuando digo que vibra es porque sentía en mi pecho una ondulación, una sacudida que me dejaba conmovida en especial en el lago Fagnano donde Alejandra encontró dos piedras con forma de corazones y nos las regaló a Ricardo y a mí. Donde quiera que mirara allí convergía todo, arroyos, glaciares, montañas, bosques, islas, mar, lagos, ríos, pequeñas cascadas al costado de la ruta. Todo en un espacio pequeño al alcance de nuestra mirada con una simple observación.
Katy era nuestra guía turística todo el tiempo algo que aprovecho para agradecerle. Una tarde nos llevó a todos de paseo a Paso Garibaldi, desde allí podíamos ver el hermoso lago escondido cuya belleza es inenarrable.
Acompañar a Juan Alberto y a Stella a cada reportaje de radio, a cada programa de televisión fue otro de los momentos magníficos que pasamos, sobre todo en el primer reportaje de teve al que cuando llegamos vimos que se encontraba hablando un originario Mapuche, René.
Al terminar su reportaje y quedar el espacio para la pausa publicitaria, Juan se acerco a él presentándose y creí ver en sus miradas que había una conexión muy sutil, René nos invito por intermedio de Juan a la ceremonia del fuego al día siguiente. Yo me acerque para preguntarle si podía darle un abrazo y el me respondió: SI, PERO DE CORAZON A CORAZON, y así fue.
Al día siguiente nos dirigimos a la ceremonia a la que habíamos sido invitados, era una tarde hermosa cuando llegamos y estábamos congelados cuando termino, sin embargo seguíamos firmes allí honrando ese momento que nos había sido regalado. La ceremonia comienza ubicándonos todos en círculo menos René y los bastones ancestrales, que luego serian entregados a cada uno de los que allí participábamos. Una vez encendido el fuego y con la quema de algunas hierbas, René iba tomando los bastones del ritual con gran honra, satisfacción y dignidad. Tomo el primer bastón, el más importante, el del Cóndor, y mirando a Juan Alberto le dijo: "llamo al hermano mayor" pero no era por edad, sus palabras vislumbraban otro significado.
Así, cada uno de nosotros recibía uno que tenía un significado único. A mí me toco el de Ushuaia, me sentí honrada y emocionada porque en esa tierra tuve experiencias nuevas a nivel espiritual.
A mi criterio el seminario fue un éxito no solo por la tupida concurrencia sino por la avidez, el interés que se veía en cada uno de los presentes, al punto de que una chica de Rio Grande se ofreció para hacer algo desde allí. Quién sabe, tal vez sería el origen de una nueva Arca con el tiempo.
Que puedo decir de los oradores, más que estuvieron correctos, íntegros y magistrales. He aprendido tanto de ellos mientras hacían sus exposiciones!!!
Del primer día del seminario además de las enseñanzas de mis hermanos, me llevo una gran lección de quien les hablara al comienzo, y en su honor he puesto este título a la crónica.
Ricardo me acota: "Respondimos al llamado de la Tribu para apoyarse, darse fuerzas y ánimos. Para profundizar en el conocimiento de nuestros hermanos como en el caso de Matías y algunos de los nuevos integrantes del Arca de Piedra Buena lo que generaba, una atmósfera de armonía y paz que se contagiaba en el devenir cotidiano."
También siente que convivimos entre Maestros, disfrutando de las charlas diarias con la claridad de Juan Alberto, el misticismo de Stella, las claras explicaciones científicas de Alicia, la gracia de escuchar a Cristina a flor de piel y el amor de Alejandra.
Adhiero por completo a sus palabras ya que todo se fue conjugando magníficamente para llevarnos enseñanzas de alto nivel espiritual.
Silvana Maricel Lazzarin y Ricardo Pérez
1 Gennaio 2017