DIARIO DE UN VIAJE POR SIEMPRE ANHELADO
Por Annamaria Caristo
Finalmente llegó el día, el 30 de junio me encuentro en el avión que me está llevando a Montevideo, Uruguay.
Con un poco de temor, a causa del lenguaje desconocido, pensaba si ¿estaría esperándome Erika en Montevideo? ¿Quién sabe como será esta aventura de conocer estos países del continente sudamericano?
Pero en todo caso pensaba “no viajo sola, conmigo está siempre y como sea el MAESTRO y la Madre Celeste, luego de estos pensamientos me duermo serenamente.
El viaje transcurrió perfectamente, hasta Sao Paulo, Brasil, donde realizamos un trasbordo luego de algunas horas de espera y el trayecto Brasil-Uruguay también fue muy tranquilo.
A las 13:00 horas del 1 de julio llego a Montevideo, retiro la valija y salgo a la zona de arribos, a mi encuentro viene la querida hermana Erika Pais junto con Georges Almendras ¡qué alivio!
Besos y abrazos y emprendemos camino a casa, de hecho llegué en un momento difícil para Erika, que está haciendo la mudanza a la nueva casa de Giorgio Bongiovanni.
En la casa encuentro algunos hermanos del arca de Rosario, que han venido a dar una mano importante en los trabajos de mejoras de la casa, y para las actividades de la pizzería “LA TRIBU”.
Los hermanos de Rosario, Argentina son Juan, muy simpático e incansable, Gerardo, él también es experto en los trabajos de construcción y trabajador sin descanso, luego conozco a Bruno, un chico de 16 años del grupo de jóvenes del arca de Rosario, y a Emilia, una dulce chica de 15 años, a Daniel y Andres, todos muy entusiastas por el trabajo que estaban realizando en la casa de Giorgio, donde vive Erika con su estupendo hijo Giorgito.
Los primeros dos días, a causa del bullicio de las obras duermo en el arca de Montevideo.
En esos días hizo un frío impresionante y Erika me instaló la estufa a gas para poder calefaccionar la habitación en la que dormiría.
Por la mañana me pasaba a buscar Georges Almendras y me llevaba a la casa, donde dentro de mis posibilidades trataba de ayudar a Erika con la cocina y con los inevitables quehaceres de una casa en la que prácticamente estaban viviendo también los hermanos de Argentina.
Luego de un par de días una hermana de Montevideo llamada Aroma, me hospedó en su casa, y a la mañana me tomaba el autobus para ir hasta la casa de Erika.
De esa forma tuve oportunidad de darme una idea de la forma de vida de Montevideo.
Algo que me sorprendió sobremanera era la capacidad de los choferes de autobus para conducir en medio de un tráfico totalmente indisciplinado, además de hacer otras cosas al mismo tiempo, como hablar por celular, enviar mensajes de texto, o contar el dinero de los boletos que los pasajeros pagaban en cada parada.
La ciudad de Montevideo se asemeja un poco a nuestras ciudades europeas. Hay barrios residenciales y otros muy pobres.
Durante los 13 días que estuve en Uruguay visité, junto con Aroma, la hermana que me hospedaba, un poco del centro de la ciudad, porque de todos modos Erika estaba muy ocupada con la casa.
El 15 de julio tomo el autobús para viajar hacia Rosario, Argentina.
Debo decir que quedé maravillada por la organización de este arca.
Al llegar a las tres de la mañana me encuentro con Emilia, con la cual había instaurado una hermosa relación afectiva, y que hacía algunos días había vuelto a su casa. Naturalmente no estaba sola, sino con su papá Martín Cardoso, que es un hermano del arca, otro chico que forma parte del grupo de jóvenes llamado Patricio. La familia Cardoso es una fuente inagotable de amor, afecto, amistad. Ellos me hospedaron las dos primeras noches, como si hubiera sido una persona que conocían desde siempre, así como también luego cuando Inés me hospedó en el arca ellos estuvieron siempre cerca mío.
Tengo que hacer una aclaración, en Montevideo fui muy bien recibida, con cariño por Erika y todas las hermanas de Uruguay, pero aquí en Rosario es como si estuviera en casa, quizás sea por el espíritu del pueblo argentino, ya que muchísimos de ellos son de origen italiano. Inés es deliciosa, los hermanos y las hermanas muy amables y disponibles, tanto como las hermanas de Uruguay.
El jueves por la noche, al día siguiente de mi llegada, y como cada jueves, nos encontramos con los hermanos para rezar el rosario a la Santa Madre.
El viernes por la noche somos muchos en el arca, se percibe el cariño y el amor que destaca a la obra, pero sobre todo se siente la serenidad y la camaradería que une a todos, yo incluida.
Nos sentamos en la gran sala, alrededor de una mesa que según creo puede albergar a unas 15 personas.
En un cierto momento Inés le hace una seña a los chicos y ellos llegan con regalos para los hermanos del arca traídos desde Montevideo y ante mi sorpresa también hay algo para mí, una maravillosa estatuilla de la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad.
¡Quedé literalmente con la boca abierta! ¡no lo esperaba! Fue hermoso (incluso se me llenaron los ojos de lágrimas).
Aquí Inés mantiene una conexión con los jóvenes que es algo realmente increíble.
Son muchos chicos, pero ella tiene para cada uno un rinconcito de su tiempo, que ya de por sí es tirano, para dedicárselo. Al igual que una madre.
En estos pocos días en Rosario me di cuenta de lo que quiere decir vivir en comunidad, ya sea de intenciones como de actividades.
A continuación quisiera dar algunas pautas de cómo es la organización en este arca.
LUNES: En este día, está la limpieza general del arca y se desarrollan actividades no programadas.
MARTES: Reunión del grupo de jóvenes para organizar el programa que saldrá al aire “FRECUENCIA JOVEN”.
MIERCOLES: Reunión general del arca.
JUEVES: Después de cenar se reúne el arca para rezar el Rosario.
VIERNES: Programa de radio “TIERRA VIVA”
SABADO: Limpieza del arca y lectura de los mensajes de Giorgio y Eugenio Siragusa, con debate. Posteriormente la cena.
DOMINGO: Se pasa la mayor cantidad de tiempo posible, conversando y comiendo masas o tortas hechas por las hermanas, tomando café.
Obviamente todas las noches Inés está presente con los chicos, y algún que otro hermano se queda a cenar. En este marco conocí además a Juan Alberto, quien al instante se interesó por saber si me encontraba a gusto con mi alojamiento.
Una experiencia fantástica por la cual doy gracias a DIOS.
Mañana 19 de julio (si DIOS quiere) tomaré el autobús hacia Asunción, Paraguay, donde conoceré a Omar Cristaldo y a su dulce mujer.
20 de julio ocho de la mañana llego a Asunción del Paraguay. Omar me espera en la estación terminal. Tomamos un taxi y vamos a su casa. Aquí conozco su mujer, la querida Hilda.
Por una increíble coincidencia Omar recibe el aviso del correo de que tiene que retirar la placa para el merendero que fuera enviada desde Varese, gracias a lo recaudado a través de una competencia de pesca organizada por la empresa en la que trabaja Marco Procopio, en la cual se recaudaron fondos para el “merendero” de Asunción.
La casa de Omar e Hilda es muy grande, en estilo casi victoriano, construida hace alrededor de 30 años y con el paso del tiempo ha sido ampliada. De hecho Omar vive con 6 hijos, de los cuales uno está casado y tiene dos hermosos hijos, que no hacen otra cosa que llamar al “abuelo”.
Aquí en Paraguay la situación es completamente diferente de lo poco que pude apreciar en Argentina, si, hay barrios en los que viven las personas adineradas, pero la mayoría de la población es pobre.
Los niños que viven en la calle son una continua puñalada en el corazón. Ver a estos niños de 5 -6 años, con los pies descalzos, bajo la lluvia, en medio de la basura de calle me infligen puñaladas continuamente.
Al “merendero”, que con gran amor llevan adelante Omar e Hilda, llegan niños, chicos, chicas, también personas adultas que acompañan a sus hijos o nietos.
En el “merendero” siempre se necesita de todo, a pesar de la ayuda que envía Funima International, nunca es suficiente. Lo más indispensable sería una asistencia sanitaria, de un médico o una enfermera profesional.
Llegan niños con los pies cortados por correr en la calle, o bien niñas que necesitan un baño, un shampoo contra los “piojos”, un medicamento para la tos, o para la fiebre, una curación de alguna pequeña herida, una merienda caliente y mucho cariño y paciencia por parte de Omar e Hilda.
Estos niños llevan en sus manos pequeñas cosas que venden cuando suben en las paradas a los autobuses, o cuando lavan los parabrisas de los coches.
La mayoría de ellos son controlados por sus abuelas o madres.
Existe una jerarquía basada en el matriarcado y tengo mis dudas sobre si a la noche regresan a sus “casas” (en el caso que tengan una) con poco dinero no sean incluso maltratados por estas presuntas “abuelas”.
Me provoca una tristeza infinita ver sus miradas de alegría cuando llega la hora de la merienda, cuando pienso que nuestros propios hijos, tienen todo, lo superfluo, y que estos niños no tienen nada.
Me pregunto ¿acaso ellos no son también hijos de DIOS?
CLARO QUE SI.
Es más, son a quienes más ama el Maestro, por su sufrimiento y por la infancia que no tuvieron.
Omar los invita a sentarse y a decir un Padre Nuestro al PADRE y un Ave María a la MADRE CELESTE.
Hasta las seis de la tarde nos quedamos en el “merendero” con los niños que jugando encuentran un momento de cohesión y de serenidad que según mi opinión es tan importante como la merienda.
Me doy cuenta que algunos de ellos piden siempre repetir su porción, y esconden como si estuvieran robando, en el bolsillo o debajo de la remera que ya está sucia y rota, el pan o la torta que encuentran en el plato.
Una hermana de Varese me había dado algunas prendas para niños, sobre todo para los más pequeños, ¡fue una verdadera bendición! La distribución de dicha indumentaria se realiza solo a través de Hilda, ya que ella sabe cómo dar y a quién dar.
Agradezco al Padre que me haya dado la posibilidad de aprender conviviendo con estas personas fantásticas, y de haber tenido la oportunidad de comprender lo que significa la palabra AMOR.
Estoy pensando en volver a Paraguay, pero por un período largo, a dar una ayuda a estas dos personas, Omar e Hilda, que están dando todo de sí mismos a estos niños.
No hago hipotecas sobre el futuro, pero mi más ferviente deseo es precisamente éste.
Ahora concluyo mi diario, mañana 29 de julio vuelvo a Montevideo, desde donde el 30 tengo el vuelo de regreso a Italia.
Espero que este diario pueda ayudaros a comprender lo que he vivido en este mes de julio de 2011.
Agradezco al Cielo por la posibilidad que me ha dado.
Gracias PADRE
Annamaria Caristo
Asunción, 28 de Julio de 2011