El sufrimiento es entendido de miles de maneras, cada persona lo valora, lo detenta, lo enfrenta según le permitan sus capacidades o sus experiencias íntimas.
Nicolás Patera es un ángel que nos puede hablar mucho sobre eso, enseñarnos a soportar el dolor, enseñarnos a ser enteros y sostener una familia completa que sufre y probarnos que aún hay seres que se sacrifican por nosotros y vienen a esta Tierra, no a buscar oropeles, sino que simplemente a limpiar culpas nuestras, pecados de las personas débiles pero que aman a Dios. La tarde que Giorgio partía a Argentina lo acompañé a la casa de Nicolás, un muchacho joven que padece de cáncer, una enfermedad malvada, brutal, que no te da tregua, que poco a poco termina con tu cuerpo pero que antes de eso intenta eliminar tu espíritu, tus fuerzas y tu Fe. Pero en Nicolás es diferente, en Nicolás la enfermedad lo construye, le da paz, lo llevó a la Fe, lo acercó al Padre y le mostró la luz. Entabló contacto con Giorgio a través del correo electrónico y luego de experiencias verdaderamente impactantes donde la Virgen y Su Hijo estuvieron presentes. Sus escritos los hemos compartido, incluso en las reuniones de arcas, porque nos acercaron más aún al camino de Giorgio, nos demostraron que éste es el camino. Su forma de escribir es muy parecida a la de Giorgio, es decir sus inspiraciones provienen del mismo lugar. Nicolás sabe que morirá, tarde o temprano, pero también sabía que quería ver a Giorgio, por alguna razón que solo su interior conocía y yo fui testigo de ese esperado encuentro, de su amor, de sus ojos claros, de su espíritu libre, de su andar inocente. Le hablaba a Giorgio como si fueran amigos de siempre y Giorgio lo embargaba con su mirada, su sonrisa, Giorgio tenía pocas cosas que decir pero un gesto suyo lo dijo todo y mucho más, lentamente se sacó su estrella y se la obsequió a Nicolás, la puso en sus manos y le dijo que nunca más se iban a separar, que sus pensamientos y sus oraciones iban a estar siempre con Nicolás. La visita fue breve, la mamá de Nicolás lloraba, su papá miraba callado, casi nervioso y la despedida con un abrazo profundo sellando el silencio. Nos subimos a un taxi para regresar a casa sin decir nada, yo no me animaba a hablar, solo miraba la mirada pérdida de Giorgio en el cielo, en unas nubes que pasaban acompañando el sentimiento y de repente Giorgio me dice, Erika aún hay ángeles que vienen a sufrir para limpiar nuestros pecados y acabas de ver a uno de ellos…
Erika Pais.
30 de junio 2010.
Nicolás Patera es un ángel que nos puede hablar mucho sobre eso, enseñarnos a soportar el dolor, enseñarnos a ser enteros y sostener una familia completa que sufre y probarnos que aún hay seres que se sacrifican por nosotros y vienen a esta Tierra, no a buscar oropeles, sino que simplemente a limpiar culpas nuestras, pecados de las personas débiles pero que aman a Dios. La tarde que Giorgio partía a Argentina lo acompañé a la casa de Nicolás, un muchacho joven que padece de cáncer, una enfermedad malvada, brutal, que no te da tregua, que poco a poco termina con tu cuerpo pero que antes de eso intenta eliminar tu espíritu, tus fuerzas y tu Fe. Pero en Nicolás es diferente, en Nicolás la enfermedad lo construye, le da paz, lo llevó a la Fe, lo acercó al Padre y le mostró la luz. Entabló contacto con Giorgio a través del correo electrónico y luego de experiencias verdaderamente impactantes donde la Virgen y Su Hijo estuvieron presentes. Sus escritos los hemos compartido, incluso en las reuniones de arcas, porque nos acercaron más aún al camino de Giorgio, nos demostraron que éste es el camino. Su forma de escribir es muy parecida a la de Giorgio, es decir sus inspiraciones provienen del mismo lugar. Nicolás sabe que morirá, tarde o temprano, pero también sabía que quería ver a Giorgio, por alguna razón que solo su interior conocía y yo fui testigo de ese esperado encuentro, de su amor, de sus ojos claros, de su espíritu libre, de su andar inocente. Le hablaba a Giorgio como si fueran amigos de siempre y Giorgio lo embargaba con su mirada, su sonrisa, Giorgio tenía pocas cosas que decir pero un gesto suyo lo dijo todo y mucho más, lentamente se sacó su estrella y se la obsequió a Nicolás, la puso en sus manos y le dijo que nunca más se iban a separar, que sus pensamientos y sus oraciones iban a estar siempre con Nicolás. La visita fue breve, la mamá de Nicolás lloraba, su papá miraba callado, casi nervioso y la despedida con un abrazo profundo sellando el silencio. Nos subimos a un taxi para regresar a casa sin decir nada, yo no me animaba a hablar, solo miraba la mirada pérdida de Giorgio en el cielo, en unas nubes que pasaban acompañando el sentimiento y de repente Giorgio me dice, Erika aún hay ángeles que vienen a sufrir para limpiar nuestros pecados y acabas de ver a uno de ellos…
Erika Pais.
30 de junio 2010.