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LA PARTIDA DE EUGENIO Y EL MENSAJE

En ocasión del mensaje que nos transmitiera Giorgio, y que titula "La gran espera", es mi deseo compartir con ustedes y quizás por vuestro intermedio también con él, el sentimiento que hace tiempo vive y late en el corazón; y que él mismo ha hecho crecer en este año y algunos meses que me ha sido permitido acompañarlo en una forma más cercana a aquélla desde la cual, con el corazón, a la distancia y en silencio, le he acompañado, desde hace ocho años. Un sentimiento que se vuelve difícil de contener en un momento como éste, en el que resurgen de algún modo, situaciones dadas anteriormente, y que aun en forma indirecta, nos han afectado igualmente, marcando nuestra alma, que ante una forzada toma de decisión, optó únicamente por nuestro compromiso con la fe y nuestro amor hacia Cristo por sobre todo; luz y guía en nuestra humana confusión de entonces, y en Quien depositamos toda nuestra confianza, cuando ante la dificultad de discernir correctamente, nos queda solo escuchar a nuestro corazón. La partida de Eugenio y el mensaje, remueven indudablemente el viejo dolor del amigo (Giorgio), que como es lógico comprender, se ha visto reflejado en nuestro corazón, por años; porque sabido es que su tristeza siempre nos afecta; así como es a nuestro corazón una dulcísima caricia, la luz que nos irradia desde su sonrisa. Nada más difícil de entender, con nuestra limitada capacidad intelectual, que el hecho de ver a dos seres que amamos de un modo tan particular y puro, y que se han amado tanto entre sí, distanciados... Aún para quienes no tuvimos la dicha de conocer personalmente a Eugenio, pero lo pudimos hacer a través de sus mensajes, libros, videos, etc. y aprendimos a amarlo a través de su obra y de Giorgio mismo. La comprensión total de los hechos escapó en su momento, a mi limitado intelecto. No obstante eso, aquello que la mente no es capaz de entender siempre tiene la justa y sabia respuesta en el propio corazón, que finalmente optó por aferrarse más a la fe en el Cielo y en sus designios, y a luchar y resistir frente a las manifestaciones en contra, que se presentaban de distintas maneras, y que planteaban dudas en lo que tenia que ver con el accionar de aquél a quien ya desde entonces, considerábamos nuestra última esperanza: Giorgio. Hoy todo eso es un recuerdo doloroso del que sin duda tendrán ustedes, los que hacían parte del Arca en aquél tiempo, sus propias experiencias... puesto que yo ni siquiera había podido integrarme a los grupos, porque en el momento en que me interesé, las Arcas se disolvían... pese a mi ahínco y mi deseo de acercamiento que se ve premiado hoy en vuestra amistad y amor, y que agradezco infinitamente. Giorgio confirma hoy, en su mensaje, la esperanza a la que nos entregamos entonces y que ha hecho parte de nuestro sentimiento todos estos años. La certeza de saber que una vez libre, el Eugenio que aprendimos a querer tanto, obtendrá la justa comprensión de lo que haya acontecido con respecto a Giorgio, a su obra, y al sentir de aquellos que tenemos plena el alma de amor hacia ambos, al igual que hacia la Verdad y hacia la Justicia que ambos, también nos han inculcado. La gran espera es compartida, amigos. Gracias a Giorgio por todo lo que ha dado y da de sí mismo... en especial por todos los que sufren atroz y silenciosamente cada día; aquéllos de los cuales es las manos y la voz; "la última esperanza"... Por ellos entonces, reciba el sostén y la fuerza de nuestro humilde amor; y le sirva de aliento en el cansancio de su corazón... Un saludo grande.

Omar Cristaldo Asunción,
Paraguay 3 de octubre del 2006