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LOS GRUPOS PALESTINOS RIVALES FATAH Y HAMÁS ANUNCIAN SU RECONCILIACIÓN
El acuerdo prevé un Gobierno de coalición y elecciones antes de un año
El mapa político de Oriente Próximo sigue cambiando de forma casi cotidiana. Ayer se produjo un nuevo vuelco: Fatah y Hamás, las dos grandes facciones palestinas, sellaron su reconciliación. El acuerdo, aún genérico, puso fin a la feroz enemistad que en 2007 provocó una breve guerra civil y debería permitir la formación de un Gobierno de coalición en la Autoridad Palestina y la celebración de elecciones antes de un año. Israel, que considera terrorista a Hamás, afirmó que ese pacto impediría cualquier negociación de paz. La victoria de Hamás en las elecciones palestinas de 2006 y la casi inmediata crisis con Fatah, el partido fundado por Yasir Arafat que domina la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), crearon un bloqueo que parecía insuperable. Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina y líder de Fatah y la OLP, mantuvo el poder en Cisjordania, mientras Hamás se hizo con el control absoluto sobre Gaza. La división física y política de los palestinos fue un regalo para Israel, que se esforzó en fomentar las desavenencias: mientras hubiera división no podía existir un auténtico Estado palestino. El ataque israelí contra Gaza en diciembre de 2008 gozó de la tácita aprobación de Fatah, como demostraron recientemente las filtraciones de Wikileaks, lo que ahondó la enemistad entre las dos facciones.
El acercamiento entre Fatah y Hamás fue lento y difícil. El Gobierno egipcio, antes con el presidente Hosni Mubarak y últimamente con la Junta Militar, ejerció como mediador. Llegó a redactarse un borrador de acuerdo a finales del año pasado, pero las conversaciones encallaron en la cuestión electoral (Fatah las quería ya en septiembre próximo, Hamás exigía más tiempo) y ni siquiera alcanzaron el gran problema de fondo, que sigue sin resolverse: Hamás, una organización islamista que Israel y Estados Unidos consideran terrorista, no reconoce la legitimidad israelí y preconiza la resistencia armada, abandonada por Fatah. "Abbas no puede tenerlo todo; si hace la paz con Hamás, no podrá hacerla con nosotros", amenazó el lunes Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí. Fue la primera señal de que la reconciliación palestina podía estar próxima. Fue también una advertencia sobre las dificultades que podía generar el acuerdo. En el aspecto financiero, la Autoridad Palestina podría ver interrumpidas las donaciones estadounidenses y quizá, al menos parcialmente, las europeas, lo que complicaría la viabilidad económica de un futuro Estado palestino. En el aspecto diplomático, Abbas o su sucesor tras unas elecciones dejarían de gozar del acceso a Washington de que disponían en los últimos años. Y a ello habría que añadir el problema práctico de gestionar con un mismo Gobierno dos territorios separados, Gaza y Cisjordania: el intento de 2006 produjo disfunciones primero y luego un enfrentamiento armado. Esas dificultades dependían en último extremo de otra incógnita: si Hamás iba a mantener el resistencialismo a ultranza o estaría dispuesto a hacer concesiones sobre el reconocimiento de Israel y la lucha armada. La reconciliación ha sido posible porque ambas facciones se sienten débiles: Fatah, por el fracaso de la última ronda de negociaciones con Israel y por el crecimiento de las colonias israelíes en Cisjordania; Hamás, por la ola de cambios en Oriente Próximo. Las grandes manifestaciones juveniles en Gaza a favor de un acuerdo con Fatah y contra la ausencia de libertades, que Hamás reprimió con dureza, se han unido a la revolución egipcia y a la crisis en Siria. Las dificultades del presidente sirio, Bachar el Asad, patrón regional de Hamás (el buró político del partido tiene su sede en Damasco), podrían empujar a la organización islamista palestina a ampliar su red de apoyos y, tal vez, a moderar sus posiciones.Abbas y el jefe del buró político de Hamás, Jaled Meshal, firmarán el acuerdo de reconciliación el 5 de mayo en El Cairo, en una ceremonia pública, según informó a Efe uno de los mediadores, Munib Al Masri. Las elecciones palestinas, presidenciales y generales, deberían celebrarse dentro del plazo de un año.