ENCUENTROS ESPIRITUALES CON GIORGIO BONGIOVANNI
Por Sandra De Marco
Por Sandra De Marco
Anno Domini 2015. Un olor acre de muerte se acerca, arrastrándose, a toda forma de vida hasta llegar a despedazarla. Despreocupado de mostrarse en toda su barbarie, desciende lento y sinuoso, atravesando ríos, montes y valles; de continente a continente, incesante frente a la inmensidad de los océanos, ha llegado incluso a todas las profundidades y altitudes engullendo las últimas vertientes de entusiasmo, y resquicios de vitalidad.
Por Sandra De Marco
Fátima 2014. Un sol otoñal que aún necesita acariciar los rostros y las cosas, deja que sus rayos, de costado, iluminen un nuevo prodigio divino. Una cruz de sangre aparece en la frente de Su Servidor; envueltos por el manto de la Santísima Madre, alrededor de un nuevo Calvario, se arrodillan, en posición de oración, Sus discípulos y hermanos: la enésima llamada, otro sacrificio ofrecido por nuestra salvación...
Solo algunos instantes y el resplandor de los reflectores ya se eleva en el asfalto ardiente y polvoriento de las plazas de Palermo, hasta las de Asunción, para acompañar Su grito de justicia a los pies del Omnipotente. Desde las orillas opuestas del Océano sus soldados toman posición espada en mano, en defensa de los justos y de los más débiles, a causa del nuevo mártir que ha caído, mientras que al día siguiente lucharán para evitar que ocurra una masacre que ya ha sido anunciada...
SETUN SHENAR COMUNICA:
En un mundo envuelto en las tinieblas, saturado de violencia y de sangre, donde el hombre vive a la merced de una locura homicida, del cinismo y de una absurda indiferencia… en este mundo al revés, incapaz de rebelarse a su trágico destino, la misericordia infinita de Nuestro Señor nos permite el ver todavía lo que es el Amor verdadero, de escucharlo y de tocarlo con mano: en el sudor de los verdaderos misioneros, en la valentía de los justos, en la ética y en el grito sediento de justicia... en el llanto desesperado de los hambrientos y de los oprimidos, en los Sagrados Signos de Su Pasión que reviste el más humilde y grande de Sus siervos. El último ofrecimiento de Redención.