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A PESAR DEL COVID, EL GASTO MUNDIAL EN ARMAS CONTINÚA EN AUMENTA

Aquí está la verdadera enfermedad del hombre, una enfermedad mental y espiritual de la que no puede ni quiere curarse: el comercio de armas.
Millones de dólares gastados en armas (2 billones en 2020) con un incremento del 2,6% según el informe anual del SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute). Cifras que dan miedo, más hoy en día, donde no hay sector de la economía que no esté en crisis por la emergencia de la pandemia.
Italia sola gasta 25 mil millones y está en el undécimo lugar. Un estudio del International Peace Bureau (IPB) nos ha mostrado el costo de varios armamentos en comparación con los bienes y servicios de salud, entre ellos, una fragata Fremm que vale el salario de 10.662 médicos durante un año; un avión de combate caza F-35 cuesta lo mismo que instalar 3244 camas en cuidados intensivos; por un submarino nuclear de la clase Virginia, se gasta tanto como en 9.180 ambulancias.
¿Qué impide que los gobiernos, independientemente de su alineación política, pongan sus manos sobre el dinero destinado a armas e inviertan en aquellos sectores que han demostrado ser totalmente cerenciados, como el de la salud, en tiempos de emergencia?
El Papa Francisco también lanza su sentida apelación: "Ya no es soportable que se sigan fabricando y traficando armas, gastando enormes capitales que deberían utilizarse para curar personas, salvar vidas".
Pero está claro que el hombre no quiere oír y nuestros gobernantes son ciegos y sordos. Lamentablemente, las consecuencias son tristemente imaginables, pero podríamos evitarlas si solo quisiéramos hacerlo.

María José Lastra
6 de mayo de 2021