SU PRESENCIA EN TODAS LAS COSAS LAS HACE NUEVAS FRENTE A NOSOTROS

¿Es posible adjudicarle características, conocer y describir, a ciencia cierta, como si fuera una composición química el efecto que el Amor provoca dentro de cada Ser sin negar, de esa manera, la creatividad infinita y creadora del Espíritu Santo?
¿Podríamos asegurar que todos aquellos que tocan, sienten lo mismo al tacto, o que quienes vibran o que esperan lo hacen de una única y determinada manera desconociendo, entonces, que el Padre Omnipotente nos ha creado a todos los seres únicos, singulares, a su semejanza e imagen y que el posee infinita cantidad de imágenes?

La fuerza arrolladora del Verbo, a través de la Gnosis encarnada, desnuda nuestros principios prejuiciosos buscando destruir esos conceptos arraigados y anidados en nuestros espíritus. Conceptos por los que concebimos, a las emociones y los sentimientos, como una suerte de imágenes dibujadas en nuestro interior posibles de ser descritas e identificadas claramente. Imágenes construidas en algún tiempo muy remoto por el ego y útiles cuando fue necesario mirar a la luz y decir YO SOY.
Pero que hoy se transformaron en nuestra mayor limitación. Porque son las emociones las que nos manejan, nos hacen más o menos fuertes, nos arrastran, nos contaminan o nos liberan y, sobre todo, son los sentimientos que provocan estas emociones, los que, finalmente regulan nuestras relaciones. Las relaciones con los otros y con nosotros mismos. Regulan, también, la forma en la que entendemos cual es la Vida Verdadera, de que manera realizamos el Conocimiento, que entendemos por Camino y la forma de andar en El. Como vivimos la Justicia, como concebimos al Padre, al Cristo, Sus presencias y Manifestaciones. Y como miramos La Verdad que nos hará Libres a la cara.
Este fue el tiempo anunciado que ya pasó.
Ahora ha comenzado el tiempo en el que las pruebas se confundirán con los tormentos propios de la Justicia.
El tiempo en el que los llamados pensarán que fueron elegidos y los elegidos temerán el fracaso dejándose caer por el cansancio y la desilusión, aún con el fuego de la Verdad, que apenas les permite respirar ardiendo en sus pechos.

Este es el tiempo en el que El se manifiesta para que realicemos que los sentimientos, las emociones, las sensaciones, son simplemente imágenes, ilusiones que nacen de los conceptos que concebimos como generadores de estados de ánimos sean placenteros o no. Bastones con los que sostenernos, consuelos para poder convivir con nuestro YO SOY.
Pero las emociones no se construyen, no se crean, no se gestionan, no se buscan.
Es el Padre Quien que las otorga, porque el placer, la satisfacción o incluso sentir paz, no necesariamente significa alcanzar es el verdadero equilibrio.
Cuando Adoniesis convive entre nosotros nos manifiesta el Amor en sí mismo.
Él es el Amor.
Y cuando Él está, Amar comienza a tomar otro significado mucho más profundo.
Ya no significa sentir, o hacer el bien.

El Padre con Su presencia destruye y supera los conceptos del amor incondicionado, o el altruista, el romántico o el del sacrificio.
Con El, ahora el Amor es Obediencia.
Es disponibilidad absoluta para ser instrumentos de Su Justicia, renunciando a nuestro libre albedrío y concebir nuestra libertad espiritual como el permiso concedido para que Él tome y gobierne nuestra persona entregándole todo nuestro ser.
No por mucho tiempo El esperará que, poco a poco, para nosotros el Amor deje de ser una emoción, o una sensación provocada por un sentimiento altruista. El altruismo mutará y se convertirá en capacidad y claridad de acción, certeza y equilibrio con todas las cosas porque Él está en nosotros, así como en todas las cosas.
Quizás esperará que podamos comenzar a abandonar el YO SOY para iniciar a concebir el YO SOY CON EL. Es decir: YO SOY SI EL EN MI ESTÁ.

El tiempo esperado y anunciado es este.
Ha llegado.

Pero aún no logramos verlo con claridad.
Seguimos esperando que nos digan Éste es, con nuestro lenguaje limitado, creado para encerrar nuestras almas, conceptualizar lo intangible, naturalizar la presencia Divina, del Hijo y del Padre entre nosotros, subestimar las pruebas que aún debemos superar.
Pruebas estas, que ya no se manifiestan en las cosas aparentemente importantes o grandes. Podrían ya no ser el miedo, o la renuncia expresa a la materia.
Quizás ya no son una decisión difícil de tomar. Porque esas son las pruebas que estamos esperando y para las que nos hemos preparado.

Nuestro Padre ya llegó, por ahora, a través de la manifestación de Su Verbo y si aún estamos aquí y tenemos el privilegio de escucharlo, de sentirlo, de mirarlo, entonces es porque las grandes pruebas, quizás ya las superamos.
Pero las grandes pruebas no son necesariamente las más difíciles, sino que son solo las más visibles.
Las verdaderas pruebas ahora se encuentran en las cosas cotidianas, en aquellas aparentemente insignificantes, en las señales y momentos que subestimamos.
Éstas se esconden detrás de la lógica, del lenguaje, de los sentimientos, de las emociones.

Están en esas pequeñas cosas que hacemos cotidianamente de forma consciente o inconsciente buscando sentir algo.
Se encuentran, incluso, detrás de todo lo que fuimos, de lo que somos.
Detrás de la conciencia y el conocimiento adquirido como discípulos.

Fue dicho y escrito que cuando el momento llegue y el Juicio comience, iniciará con nosotros y que no será posible el ayudarnos o guiarnos, ni decirnos que hacer o que no. Las decisiones las tomaremos nosotros aún sin darnos cuenta que esas decisiones signifiquen el pesaje de nuestros espíritus.
Decisiones, elecciones, acciones que no serán anunciadas como vitales, sino que serán circunstanciales porque no nos es dado a conocer el día y la hora, pero se nos ha regalado la oportunidad de saber cuáles son las señales que lo anuncian
Está escrito, también, que cuando llegue ese momento estaremos solos y estará el silencio.
Pero ¿cómo podemos saber que significa para el Padre “estar solos” o que es realmente el silencio para El?

Quizás el silencio es la expresión de Su Verbo que hace nuevas y crea las cosas y talvez estar SOLOS, EN REALIDAD, ES SER TESTIGOS DE SU MANIFESTACIÓN.
Y NO OLVIDEMOS NUNCA, ASÍ COMO SU SIERVO NOS REPITE CON INSTSTENCIA: NO HAY PADRE, NO HAY DIOS, SIN JESUS CRISTO EL MESIAS. PORQUE EL ADONIESIS EXISTE ES VISIBLE PORQUE PASAMOS ATRAVES DE LA PUERTA MAGICA Y DIVINA DE JESUS EL HJIO DEL HOMBRE Y CRISTO, DESDE LUEGO, HJIO DE DIOS.

Erika Pais.
22 de diciembre 2021

Adjuntos:

19-10-21 El Perdon de la Santa Madre
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24-07-21 La Vida es Dios
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