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iduetestimoniPintura de Bruce Pennington

DEL CIELO A LA TIERRA

 

HE ESCRITO EL 28 DE DICIEMBRE DE 2019:

EL CABALLERO ETERNO QUE TRAZA EL RECORRIDO RÁPIDO Y PROFUNDO DEL AMADO MAESTRO DE LA CRUZ.

LADY OSCAR ES UNA PLUMA DORADA DE SUBLIMES CONCEPTOS CÓSMICOS LEED Y MEDITAD.

EN FE

G. B.

PLANETA TIERRA
28 de Diciembre 2019


Morir y renacer

Sucede, a veces, en inusuales momentos de gracia y ebriedad del espíritu, de poder entrar en los misterios de la Creación que desvelan la esencia de la vida. Y es así que nos introducimos en la visión más pura de la relación entre lo humano y lo divino que vemos concretarse en la vida de un hombre, un Ser cuyo encuentro ha marcado una línea divisoria vital entre nuestro viejo yo y una renovada esencia que quiere emerger así como es: impregnada de amor, deseosa de experimentar los misterios de la vida y las leyes del espíritu para comprender las interacciones entre alma y cuerpo que derivan de ello.

Podemos afirmar con certeza que el Creador ha sido misericordioso con nosotros al permitirnos encontrar a Su Hijo, la Perla más inusual del cosmos, la encarnación del Sol que resplandece en cada emanación vital, el Rey del universo, que vino hace 2000 años sobre la tierra para anunciar la nueva música de las esferas para la evolución de los espíritus. Este Sol que no llegará nunca a su ocaso, nosotros le tenemos cerca nuestro, camina entre nosotros, inspira los pasos de sus amantes, ilumina nuestras vidas de sabiduría y conocimiento, nos empuja a la comprensión espiritual más profunda donde lo transcendente y lo inmanente se entrecruzan en la realidad, donde la naturaleza humana y la naturaleza divina se entrelazan y viven en la estela de los eternos mutantes de la historia del hombre.

Este Sol, Cristo, camina entre nosotros, busca nuestra mirada, disfruta de nuestras humildes e indignas sonrisas y de las alegrías escondidas de nuestros corazones. Él, Cristo, ha vuelto por nosotros pero espera el momento en el que se mostrará al mundo siguiendo la voluntad del Padre para instaurar, como ha sido prometido, la ética, la educación y la moral que es la sustancia del ser en su ontología suprema y en el cumplimiento de las leyes del espíritu. Él, Cristo, ha aparecido y se ha manifestado ante nosotros físicamente en los sagrados Signos de aquel que anuncia al mundo Su Venida y que desde hace treinta años de este tiempo vive el sacrificio de la pasión y el renacimiento del querido Maestro.

¿Lo hemos comprendido?

¿Le hemos esperado?

¿Hemos entendido Su enseñanza?

Aún tenemos mucho que realizar interiormente respecto a lo que un día será una historia insólita, un escenario que encontraremos en los libros del futuro que buscarán testimonios y anécdotas para recordar la enseñanza espiritual condensada en el cuerpo y en la epopeya biográfica de un hombre que despierta en nosotros el amor, la unión, el discernimiento y el ir más allá de nosotros mismos.

Y nosotros, quizás sólo entonces, comprenderemos que hemos sido testigos del observador silente de nuestros pensamientos, de no haber disfrutado bastante del regalo que la vida nos ha reservado indignamente, de no haber explorado a fondo la relación sutil entre hombre y Dios, entre iniciación y realización, entre materia y espíritu. Quizás sólo en ese momento comprenderemos que hemos sido parte de un viaje llamado Amor, porque del amor Él ha venido y por Amor se ha encarnado dando la vida por sus amigos y hermanos, que después somos nosotros por la gracia que el Padre nos ha concedido.Nosotros, a pesar de nuestras miserias. Nosotros que hemos sido llamados a velar y a esperar que se manifestara el prodigio de renacimiento a nueva vida en la noche de esta Santa Navidad que acaba de pasar, cuando tuvo lugar la sangración de los estigmas y el milagro científico espiritual de las heridas de Cristo que se abren en el cuerpo de un hombre como un poderoso río, que ha lavado nuestras miserias y los pesos kármicos que nos llevamos detrás.

Ha sido la trigésima Navidad desde que nuestro amigo, hermano y antiguo venerable se ha manifestado como cáliz viviente de la comunión crística y ha decidido aceptar de nuevo la llamada.

Así como en la gruta de Belén se cumplió el milagro del nacimiento del hijo del Hombre, de la misma forma Su presencia, como un ladrón en la noche, se ha manifestado en una morada modesta donde como los pastores venidos de lejos para presenciar al nacimiento del parvulito más puro del universo, hemos esperado en fila con el fuego de las lámparas de la vida encendido para estar ahí y dar testimonio del milagro.

Muerte y renacimiento, sufrimiento y alegría, cruz y delicia. De nuevo un sí a la llamada de Cristo, de nuevo dolores en un cuerpo que cada vez necesita cumplir la alquimia del espíritu para resurgir una vez más. Se ha repetido así el antiguo prodigio delante nuestro.

Los ojos del Maestro nos han buscado y han explorado los misterios más insondables de nuestras almas para asumirse nuestra pasión.

Todo ante una multitud de personas que acudieron en masa de noche a una casa pequeña que en ese momento se convertía en un templo eterno y antiguo.

Conciencia de la vida, conciencia del por qué estamos aquí compartiendo las tortuosas cruces y alegrías de la iniciación al lado de un mensajero de Dios… Es un instante eterno.... Es el escenario de la vida que hemos decidido vivir aunque no seamos conscientes de ello en esta existencia. Es un momento de eternidad que se perfila entre el ser y el devenir, entre la pura esencia y el pasar de atributos relativos como el espacio y el tiempo. Es nuestra vida, tan fuera de lo común, tan extraña a los ojos del mundo, tan llena e incontenible de emociones, alegrías, aventuras rocambolescas, aturdimientos espirituales con los que hacer cuentas en la cotidianidad, oprimidos por la vida, atentos a no dejarnos atraer por el destino común y los lujos de la ilusión que nos circunda.

Recorremos nuestro camino saltando el vado entre calles de adoquines preparadas por los habitantes del Sol, bailando como poetas que buscan la iluminación pero que a menudo no son capaces de ver el tesoro que se abre frente a sus ojos. El tesoro del conocimiento de las leyes de la vida y las llaves para realizarlas interiormente y la maduración del espíritu al fin de adquirir una conciencia evolutiva superior.

Como una enamorada me reservo en el corazón el recuerdo de la alegría de la calidez que sentía cuando estaba inmersa en el abrazo místico de la unión de los espíritus que estaban ahí en aquel lugar y que habían acudido a la llamada del querido Maestro.

Puedo decir de haber conocido a los Gigantes del cielo. Puedo decir de haber encontrado una lágrima de Dios sobre la tierra, de haber encontrado la mirada de Cristo que bendice a los niños y que lucha para difundir su amor en el corazón de quien se está perdiendo. Puedo decir de haber visto el sacrificio de un hombre surcar el púlpito para hablar a la muchedumbre que deseaba escuchar aunque fuera solo una palabra para sentirse salva. He observado su andar cansado, el paso tembloroso de quién difícilmente puede ni siquiera decir unas palabras por el sufrimiento de la carne, y luego he visto ese mismo paso hacerse fuerte, decidido, la voz que hacía presión sobre la vida, las células que volvían a bailar y la energía a circular en el río en crecida guiado por un Motor superior. Era su renacimiento después del Getsemani del espíritu. Su cotidiana resurrección por haber dicho de nuevo sí al servicio y estar dispuesto una vez más a ser instrumento del Padre y del Hijo.

Nosotros hemos visto el amor espiritual que hace resucitar y renacer a nueva vida la materia arrepentida y podemos testimoniarlo al mundo.

Muerte y renacimiento.

Hemos visto al Renacido, al Maestro de la antigua iniciación que, del lodo de la densidad material, ha recorrido frente a nuestros ojos el túnel ascensional de la luz para resurgir y cambiar el estado del ser en el cuerpo y en el alma a través de la condensación psíquica de la unión fraterna que se llama amor, motor de la regeneración de todo lo que existe.

Todo en un hombre. Un hombre que ama, que perdona, que grita, que sacude con fuerza las conciencias, que comparte con las almas cercanas a él los misterios de lo divino mostrando la humanidad de Dios, donando enseñanzas, liberando espíritus, mostrando su verdadera naturaleza, laboratorio de lo imponderable que le permite al iniciado comprender como lo divino y lo humano actúan en la historia del hombre.

''Cuando era niño mi maestro me escribió una frase y luego me dijo: 'esto es lo que eres y cuando llegue el tiempo en el que estarás mal y serán días de muchos sufrimientos, recuérdate de este mensaje que el cielo te ha donado: la alegría de tu espíritu te conducirá hacia la meta’.

Y es verdad porque yo soy feliz y en el sufrimiento crístico me sumerjo en el infinito. Y soy feliz y me alegro de ser vuestro amigo, hermano y siervo. Os quiero decir solo esto de todo corazón, con toda mi alma y con todo mi ser: confíad en mí, tened confianza. El mal no vencerá contra mí, contra nosotros. No os olvidéis nunca que si os sentís perdidos, solos o si tenéis dudas sobre vuestra esencia o sobre vuestra existencia yo estoy y estaré siempre, porque yo soy el uno y el otro en la misma cosa… soy aquel que sigue la voz del Sol y manifiesta en vosotros la alegría de Su espíritu eterno. Aquél que dijo no os dejaré huérfanos, volveré entre vosotros’ nunca nos ha abandonado''.

Este es el romance infinito de nuestra historia de amor con Dios.

Esta es nuestra vida junto a los eternos mutantes, junto a los Dioses de la Llama.

Esta es nuestra vida: muerte y renacimiento.

Esta es nuestra vida, un viaje llamado Amor.

Con todo el amor y la gratitud

Francesca Panfili
28 Dicembre 2019

Mensajes adjuntos:

- 18-09-19 Las alegrías y los dones de la Ley de Dios
http://www.unpuntoenelinfinito.com/cronicas-de-las-arcas-2019/8779-las-alegrias-y-los-dones-de-la-ley-de-dios.html 

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- 17-02-19 GNA: 7.465.006
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- 27-6-18 Sed a imagen y semejanza del Sol
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- 25-11-17 De mano en mano
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- 21-09-17 Testigos de la verdad
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9-09-17 Lady Oscar
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14-01-17 Cristo es el Espíritu Santo
http://www.unpuntoenelinfinito.com/cronicas-de-las-arcas-2017/7690-cristo-es-el-espiritu-santo.html 
 


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