Pordenone (Italia)
20 de Junio de 2013
11:54 horas
P. D.:
ESTE MENSAJE DEL PADRE ADONAY ESTÁ DEDICADO A LA EXPERIENCIA QUE PODÉIS LEER A CONTINUACIÓN.
LEED, MEDITAD Y DEDUCID.
G. B.
Queridos hermanos, tengo algo que compartirles:
Hoy alrededor de las 15:15 horas venía manejando solo desde Rancagua por la Autopista Sur a unos 30 Km. de Santiago, venía escuchando una Conferencia de Giorgio, cuando de repente me quedé dormido (he dormido poco en los últimos días), desperté cuando el auto comenzó a saltar después de haber ya sobrepasado la berma de la calzada y el terreno se tornó irregular pues me había salido del camino.
Pude irme barranco abajo que tenía una pendiente moderada y haber volcado, pude haber sobre reaccionado y al girar volcar el vehículo considerando que iba a una velocidad de autopista, o bien, al volver a la ruta pude haber encontrado otro vehículo y haber chocado. Sin embargo, al sentir la irregularidad del terreno y despertar, vi como un rayo que iluminó el auto por dentro, y de pronto me encontré nuevamente en la ruta; no me acuerdo de haber maniobrado para encauzar el vehículo, puede que lo haya hecho, pero no me acuerdo…
Una vez en la pista miré hacia atrás para empezar a entender lo que había pasado, y sólo vi la gran cantidad de polvo que el auto había levantado; lo único que dije fue “Señor mío y Dios mío” (tres veces). Luego sentí que no debía parar y seguí hasta donde un mecánico que conozco en Puente Alto (comuna del Sur de Santiago).
El diagnóstico fue rotura del carter que perdía gran cantidad de aceite y rotura del tanque de combustible pues también iba perdiendo gasolina; lo primero que me dijo el mecánico es que el auto pude incendiarse con la pérdida de aceite que sube mucho la temperatura sumada a la pérdida de combustible, pero definitivamente él me dijo “a usted alguien lo protege” cuando vio el neumático trasero con una piedra incrustada, que perfectamente se podía haber reventado y la probabilidad de incendio hubiese sido mayor aún.
Terminado este capítulo donde la adrenalina abundó, reventé en llanto y no me cansé de dar gracias al cielo, y especialmente a la Madre Santísima con quien tengo una particular cercanía. Caminé largas cuadras por Puente Alto, llorando y rezando mi Rosario (Misterios dolorosos y de Gloria). Me sentí bendecido por gracias del cielo que de verdad disto mucho de merecer, pero fue un tónico de fe, verdaderas vitaminas para mi débil fe. Quería compartirlo con ustedes pues sólo ustedes pueden entender esto…
Un gran abrazo para ustedes mis hermanos
Claudio Alfonso Rojas
20 de Junio de 2013