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foto_FlavioDEL CIELO A LA TIERRA


HE ESCRITO EL 29 DE JUNIO 2011:

LEED Y MEDITAD. UNA AGUDA INTERPRETACION CON SABIO DISCERNIMIENTO DE FLAVIO CIUCANI.
MI ANTIGUO HERMANO Y AMIGO AL SERVICIO DE CRISTO

EN FE
G. B.

Sant’Elpidio a Mare (Italia)
29 de junio 2011


LA OBSCURIDAD DEL ALMA

La obscuridad del alma es una maldición en la que se puede precipitar y de la que es difícil salir. La obscuridad está alimentada por la falsedad, no sólo exterior, o social y política. Está representada también por esa conducta individual que nos vuelve indiferentes a todo lo que sucede a nuestro alrededor, diariamente, en la naturaleza, en las relaciones humanas, en la sociedad, en las elecciones de vida, incluso las más pequeñas, más naturales, como por ejemplo cuales alimentos elegir, cómo vestirnos... La falsedad da origen a la hipocresía y ella lleva a la injusticia. La obscuridad entonces es completa, nos rodea, nos hace tambalear, atados con un hilo, como marionetas, a quien quiere que todo se cumpla según un guión de “normalidad”.
La obscuridad del alma no nos permite vislumbrar que sin embargo existe una luz, pero “la luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron” (Juan 1, 5).
Pero la experiencia de nuestro hermano y guía nos ha repetido una vez más con el Maestro: “Aún por un poco de tiempo está la luz entre vosotros. Andad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas. Porque el que anda en tinieblas no sabe a dónde va. Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz” (Juan 12, 35-36).
Decisiones drásticas nos esperan, momentos de sufrimiento se abaten sobre nosotros, son golpeados nuestros sentimientos, nuestros hijos están sometidos a insidias continuamente, pero el camino es el que nos ha sido indicado: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8,12).
“Si bien en otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. ¡Andad como hijos de luz!
Pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. Aprobad lo que es agradable al Señor y no tengáis ninguna participación en las infructuosas obras de las tinieblas; sino más bien, denunciadlas. Porque da vergüenza aun mencionar lo que ellos hacen en secreto. Pero cuando son denunciadas, todas las cosas son puestas en evidencia por la luz; pues lo que hace que todo sea visible es la luz.
Por eso dice: "¡Despiértate, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo!"
Mirad, pues, con cuidado, cómo os comportáis; no como imprudentes sino como prudentes, redimiendo el tiempo, porque los días son malos.
Por tanto, no seáis insensatos, sino comprended cuál es la voluntad del Señor.
Y no os embriaguéis con vino, pues en esto hay desenfreno. Más bien, sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, himnos y canciones espirituales; cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando gracias siempre por todo a Dios Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo; y sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo” (Efesos 5, 8-21).


Nuestra única salida por consiguiente es vivir en la luz, en las obras buenas y justas que nos justifican, en la unión y comunión que nos hacen menos vulnerables, en el amor y en la recíproca comprensión, que aún siendo por conveniencia, nos dan el “pasaporte” de una sociedad distinta.
“Pero el que hace la verdad viene a la luz para que sus obras sean manifiestas, que son hechas en Dios”
(Juan 3, 19-21). Todo ello con la convinción de que la nueva “ciudad (la Jerusalén celeste) no tiene necesidad de sol ni de luna, para que resplandezcan en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara” (Apocalipsis 21, 23).
Un hermano nuestro fue guiado a entrar en las tinieblas para contarnos que ha encontrado a Cristo y que “Su cara resplandeció como el sol, y sus vestiduras se hicieron blancas como la luz” (Mateo 17,2).

Con sincera humildad uno de vosotros.
Flavio

27 de junio 2011