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testa 2016enespañol
anticristo_multiplesDEL CIELO A LA TIERRA



HE ESCRITO EL 22 DE NOVIEMBRE 2010:

LOS MULTIPLES ROSTROS DEL ANTICRISTO

¡MIRAD! ¡MIRAD ESTA IMAGEN!
JESUS CRISTO CON LA AMETRALLADORA EN LAS MANOS, CON LOS ESTIGMAS, VESTIDO CON CORBATA, CON EL SIMBOLO DEL DOLAR EN EL OJAL IZQUIERDO DE LA CHAQUETA. EN EL FONDO AVIONES DE COMBATE Y OTRAS INIQUIDADES. LEED TAMBIEN EL ARTICULO DEL PERIODISTA FEDERICO RAMPINI QUE REFIERE FIELMENTE LA VALIENTE INVESTIGACION EFECTUADA POR EL PERIODISTA AMERICANO JEFF SHARLETT.
¡ENTONCES!
HE DICHO RECIENTEMENTE QUE HE SABIDO DE MIS AMIGOS ALIENIGENAS (SERES DE LUZ) QUE EL ANTICRISTO SE HA PERSONIFICADO EN UN HOMBRE POTENTE.
HE DICHO TAMBIEN QUE ESTE ES “PORTAVOZ” DE UNA COMISION A LA CUAL PERTENECEN LOS HOMBRES MAS POTENTES DEL MUNDO (POLITICOS, MILITARES, BANQUEROS, RELIGIOSOS, JEFES DE MAFIA, ETC.). HE DICHO ADEMAS QUE DENTRO DE NO MUCHO TIEMPO ESTE PERSONAJE QUE HE LLAMADO ARIMANE SE MANIFESTARA PUBLICAMENTE Y CONVENCERA A LAS MASAS PARA VENERARLE Y RESPETARLE.
EL EJEMPLO DE NUESTRO PRESIDENTE DEL CONSEJO BERLUSCONI ES VALIDO PERO LEEDLO COMO UN JUGLAR DE CORTE AL SERVICIO DEL ANTICRISTO.
HE DICHO EN FIN QUE ESTOS DIABOLICOS HOMBRES SE SIRVEN DE LA FIGURA DE NUESTRO AMADO JESUS PARA MANIPULAR SUS ENSEÑANZAS Y ENGAÑAR A LAS ALMAS.
EN AMERICA LA C-STREET DE WASHINGTON NO ES EL UNICO GIMNASIO DEL HIJO DE SATANAS. TAMBIEN EN ITALIA LOS HAY Y PRONTO NUESTRA REDACCION LES DENUNCIARA A LA OPINION PUBLICA, A LAS ALMAS, CON LA ESPERANZA DE QUE ESTAS SE DESPIERTEN.

EN FE
GIORGIO BONGIOVANNI

Sant’Elpidio a Mare (Italia)
22 de noviembre 2010

C-STREET WASHINGTON
Por Federico Rampini – La Repubblica – 21 de novembre 2010

Es en esta calle, en la capital de los Estados Unidos, donde tiene la sede “The Fellowship”, una misteriosa organización de matriz religiosa que desde los años Treinta influencia la política de los EEUU en sentido ultrareaccionario. Ahora, por primera vez, un reportero ha logrado develar quienes son, lo que piensan y lo que hacen los miembros de la “Familia” más potente de América. Las relaciones: “No trabajamos para despertar a las masas sino, a través de relaciones privadas con los reyes, a los líderes de nuestro mundo”. La moral: “También el Rey David es un pecador, pero es un elegido del Señor. La voluntad de Dios va más allá de la moral”. Las reglas: “La primera regla de C Street es que no debes hablar de C Street”. El lema: “Jesús por encima de ti”. El reino: “Jesús nos enseña que debemos poner el nuevo reino por encima de nuestra madre y de nuestro hermano. Y es lo que Hitler, Lenin, Mao enseñaron a sus chicos”.
“La primera regla de C Street –explica Bart Stupak- es que no debes hablar de C Street”. Stupak es el diputado democrático de Michigan célebre por haber tenido como rehén en el Congreso la reforma sanitaria de Barack Obama, hasta que socavó la enmienda que prohíbe las financiaciones federales a los hospitales que practican el aborto. “Es una cuestión de eficiencia –explica el gran maestro de C Street, Doug Coe- cuanto más la organización es invisible, más fuerte es su influencia”. C Street es el nombre de la calle de Washington donde The Fellowship tiene su sede. La Compañía. La misteriosa organización de matriz religiosa, influencia los altos cargos de los Estados Unidos para imponer su visión reaccionaria. En la sede de C Street la Compañía administra un “albergue”. Es la pensión reservada a una élite muy seleccionada de senadores y diputados. Por pocos centenares de dólares al mes tienen derecho a pensión completa, cursos de formación, sesiones de oración, asistencia espiritual. Y protección contra los adversarios. Sus secretos han sido revelados por primera vez por un reportero del New York Times, Jeff Sharlett, experto en sectas fundamentalistas. Siendo el único “infiltrado” externo, Sharlet habla sobre el más exclusivo club de la capital. Su viaje en ese mundo es el punto central del libro-investigación C Street (Little, Brown and Company), recién publicado en los Estados Unidos. Revela una realidad estupefaciente, que supera las más paranoicas “teorías del complot”. El sistema desarrollado por la Fellowship no se identifica con fenómenos como el fundamentalismo religioso predicado a las masas. Ella vuela mucho más alto. Si acaso intenta pilotear los integralismos de las poblaciones hacia sus propios fines. Su historia tiene orígenes anteriores respecto de los neocon y de los teoco, del Tea Party. Sus afiliados están por todas partes, en puestos de mando. La Compañía tiene una misión divina pero sabe ser ecuménica a su manera: acoge miembros de las más diferentes iglesias protestantes. Tiene un fuerte matiz de derecha y sin embargo cuenta con republicanos y democráticos. Ha frecuentado sus Oraciones de la Mañana incluso la democrática Hillary Clinton, Secretaria de Estado. El proselitismo de la compañía impregna las fuerzas armadas, influencia al general David Petraeus comandante en jefe en Afganistán. La tutela que ofrece es valiosa. Dos de sus miembros, ultraconservadores, moralistas y puritanos, recientemente, han estado en el centro de escándalos sexuales que habrían destruído a cualquier político americano. Mark Sanford, gobernador de South Carolina, desaparecido oficialmente “por un peregrinaje de meditación espiritual en los Montes Apalaches”, estaba en realidad con su amante clandestina en Buenos Aires. John Ensign, senador republicano de Nevada, tenía una relación extraconyugal con la mujer de su más fiel asistente. Para ellos ha partido la red de defensa de la Fellowship: Ensign y Sanford están todavía en sus puestos. Para los huéspedes de la C Street no valen las reglas normales. “También el Rey David en la biblia es un gran pecador –explica Doug Coe- pero es un elegido del Señor. La voluntad de Dios va más allá de la moral”.
Jeff Sharlet tropieza con la Compañía casi por casualidad. Era autor de Killing the Buddha en el 2004, un viaje entre las sectas más excéntricas de los Estados Unidos, el reportero del New York Times consigue penetrar en una comunidad cristiana llamada Ivanwald, un convento laico en un suburbio de Washington. Participando en las prácticas espirituales, descubre que detrás de Ivanwald hay otra organización. Los adeptos la llaman The Family. Ivanwald es uno de los tantos centros-satélite que sirven para seleccionar nuevos reclutas que insertar en la “estructura más secreta del poder conservador americano”. Sólo los mejores, encaminados en la carrera política, entran en la sede central en C Street. La Compañía “les asiste y les ayuda a comprender mejor las enseñanzas de Cristo, para que las apliquen en su trabajo”. En la pensión de C Street alojan regularmente, durante las asambleas del Congreso, peces gordos del partido republicano como los senadores Tom Coburn y Jim Inhofe de Oklahoma. “Compiten –escribe Sharlett- a ver quien sobrepasa al otro en la extrema derecha del espectro político. Coburn ha propuesto la pena de muerte para los médicos que practican el aborto. Inhofe ha defendido a los torturadores de la cárcel de Abu Ghraib”. Ambos militan en el ejército de los “negacionistas” que protestan contra el hecho de que las emisiones carbónicas en el ambiente causen efectos. En el mismo club vive Jim De Mint, el senador republicano de South Carolina según quien “la Biblia nos enseña que no podemos servir al mismo tiempo a Dios y al Estado”. La Fellowship ofrece una formación que trasciende las cuestiones ético-religiosas. En la sede de C Street tienen lugar los seminarios que preparan la legislación en el campo energético, las votaciones en el Congreso sobre la política extranjera, las estrategias que aplicar a nivel mundial en el “conflicto de civilizaciones” contra el Islam. Va a beber de estas doctrinas el juez más reaccionario de la Corte Suprema, Clarence Thomas –también él se ha salvado milagrosamente de las denuncias de abusos sexuales de su asistente Anita Hill. En el ejército la organización gemela se llama Officers’ Christian Fellowship, cuyo objetivo según el coronel Dick Kail es “conquistar para Jesús Cristo un territorio dentro de las fuerzas armadas”. Posee un manual de campo, justamente titulado “Bajo las órdenes (Under Orders: A Spiritual Handbook for Military Personnel). Escrito por el coronel William Mccoy, teoriza que “la fe religiosa es esencial para la eficiencia bélica”. Ese manual lleva en la portada un elogio acreditado: “Under Orders debería estar en la mochila de cada soldado, para esos momentos en los que se necesita la energía espiritual”. Firmado: general David Petraeus.
The Fellowship tiene características que la distinguen de otras congregaciones de potentes. No reconoce autoridades religiosas que sean superiores a ella (lo contrario del Opus Dey hacia el papa). No pretende el secreto completo de ciertas logias masónicas, más que clandestina prefiere ser “discreta”. En su documento más reciente titulado “Ocho aspectos fundamentales de visiones y de método” está citado un pasaje de los Actos de los Apóstoles: “Este hombre es el instrumento que he elegido para defender mi nombre entre los Gentiles y su rey”. La Familia lo interpreta así: “No trabajamos para despertar las masas sino, a través de relaciones privadas con los reyes, a los líderes de nuestro mundo”. El jefe de la Fellowship Doug Coe, con un eclecticismo sorprendente, cita entre sus modelos a Adolf Hitler y a Mao Zedong. “Jesús nos enseña que debemos merecerle por encima de nuestra madre y de nuestro hermano –dice Coe- y es lo que Hitler, Lenin, Mao enseñaban a los niños. Mao logró convencer a jóvenes Guardias rojas a que ajusticiaran a sus padres. No era homicidio, era la construcción de una nueva nación. El nuevo reino”.
Lo que Sharlett considera desconcertante es que ningún periodista antes que él haya indagado hasta el fondo sobre esta organización, cuya historia no es para nada reciente. La génesis de la Fellowship se remonta nada menos que a los años Treinta. La funda Abraham Vereide, que teoriza un “capitalismo bíblico” impregnado de simpatías hacia el fascismo. Entre sus adeptos está Henry Ford, quien recibe ánimos desde la Fellowship para reprimir luchas obreras. En la posguerra, ayudado por el tele-evangelista Billy Graham, Vereide crea el National Prayer Breakfast. A esa Oración de la Mañana se adhieren presidentes republicanos como Gerald Ford, Ronald Reagan, George W. Bush, a menudo con el ejecutivo, completo. Ocasionalmente, fragmentos de verdades aparecen en los periódicos. En 1952 el Washington Post revela que el ministro de Defensa pone a disposición aviones militares para los traslados de la Familia. Después del escándalo del Watergate el New York Times cita una Oración de la Mañana que ofició Gerald Ford en la Casa Blanca para decidir el perdón presidencial a Richard Nixon. En 1975 Playboy publica un reportaje que describe la Fellowship como un banco-sombra que eroga préstamos a parlamentarios amigos. El rol de la Compañía aflora detrás de la ayuda dada a algunos “hermanos extranjeros” como el dictador Suharto en Indonesia, Ferdinando Marcos en Filipinas, la ley anti-gay en Uganda. Pero nadie antes de ahora había puesto juntas las piezas del mosaico. La curiosidad de los medios de comunicación no había cruzado el portón en la C Street. Ahora que Sharlett ha roto el velo otros han decidido moverse. La Unión de las Iglesias metodistas ha presentado una denuncia. “En el corazón de la capital –se lee en el documento- una residencia para políticos potentes se hace pasar por una iglesia y se beneficia abusivamente de esenciones fiscales reservadas a los verdaderos lugares de culto”. La Internal Revenue Service, la agencia federal de hacienda, ha abierto una investigación. ¿Después de setenta años de conjuras sin molestia alguna, esta venerable red de poder puede de verdad resbalar sobre un delito banal de evasión fiscal? Con el viento político que sopla de nuevo hacia la derecha y el Tea Party en guerra contra todo lo que tenga sabor de impuestos, se puede apostar que La Fellowship tiene todavía un futuro suyo por delante.

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