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AMONESTACION DE LAS POTENCIAS CELESTES A LA HUMANIDAD

abraham

Abraham encuentra a los tres Seres Divinos en el encinar de Mamré

SI ESPERAIS TODAVIA QUE VUESTRA CIVILIZACION PUEDA RECIBIR EL PERDON Y LA MISERICORDIA DEL ALTISIMO OMNIPOTENTE DIOS, SABED QUE ESTO NO SUCEDERA.
AL CONTRARIO SE ABATIRA SOBRE CASI TODO EL GENERO HUMANO, EXCEPTO POCAS EXCEPCIONES (LOS JUSTOS, LOS PACIFICOS, ETC.) UNA SERIE DE EVENTOS CATASTROFICOS DE NATURALEZA DEVASTADORA Y PURIFICADORA QUE JAMAS VUESTRA HISTORIA RECUERDE: TERREMOTOS, MAREMOTOS, MAXIMA ACTIVIDAD SOLAR, DESPLAZAMIENTO DEL EJE MAGNETICO TERRESTRE, ACCION EXTREMA E IRREVERSIBLE DE LOS ZIGOS (AGUA, AIRE, TIERRA Y FUEGO).
¡LO SENTIMOS! ESTAMOS PROFUNDAMENTE DOLORIDOS Y AFLIGIDOS, PERO NADIE, NI SIQUIERA LA SANTISIMA MISERICORDIA DE LA MADRE CELESTE MIRIAM, EL AMOR DE SUS SANTOS Y DE SUS ANGELES, PODRA IMPEDIR LA SEGURA MANIFESTACION DE LA IRA SANTA DE CRISTO Y DEL PADRE EN LA TIERRA.
LA ESPADA DE DIOS SE ABATIRA SOBRE UNA GENERACION ADULTERA Y MALVADA QUE HA DEVORADO COMO UN MONSTRUO SEDIENTO DE SANGRE A LOS PARVULITOS QUE EL SEÑOR AMA Y LA PUREZA DE LA MUJER COMO MADRE Y EXPRESION DE LA CREACION.
LA HISTORIA DE SODOMA Y GOMORRA Y DEL DILUVIO UNIVERSAL SE REPETIRAN Y ESTARA CLARO PARA TODOS LOS HOMBRES QUE LA JUSTICIA DE DIOS Y SU IRA SANTA  HAN DESCENDIDO SOBRE LA TIERRA.
¡EL TIEMPO HA LLEGADO!
QUE LOS BUENOS, LOS BEATOS, LOS PACIFICOS Y LOS JUSTOS NO TEMAN.  PARA ELLOS HA SIDO PROMETIDO UN NUEVO REINO DE PAZ, JUSTICIA Y AMOR. UNA SERIE DE NUEVAS ARCAS COSMICAS PRESERVARA SU VIDA DEL FUEGO PURIFICADOR.
A LOS ENEMIGOS DE CRISTO Y DE LA VIDA RECORDAMOS QUE CUENTEN SUS DIAS PORQUE PRONTO SU FIN ESTARA PROXIMO Y DE SU GENERACION NO QUEDARA NI SIQUIERA MEMORIA.
¡LO SENTIMOS!  NUESTRO DOLOR ES GRANDE, ASI COMO LO ES EL DE VUESTRO REDENTOR Y NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
HABEIS HECHO POCO O NADA PARA SUSCITAR LA MISERICORDIA Y EL PERDON DEL CREADOR.
VUESTROS CRUELES DELITOS CONTRA LA VIDA Y SU COSMICA NATURALEZA, NO OBSTANTE EL OFRECIMIENTO DE REDENCION QUE HABEIS RECIBIDO, HAN SIDO REITERADOS MILES DE VECES.
POR TAL RAZON LA LEY DE CAUSA Y EFECTO NOS IMPONE QUE INTERVENGAMOS PARA RESTITUIR EL COSMOS Y EL EQUILIBRIO, ALLI DONDE REINA EL CAOS.
SABEMOS QUE ESTE MENSAJE PROVOCARA  IRRITACION Y RENCOR A MUCHOS HOMBRES Y MUJERES QUE SON SUBDITOS DE LA CIENCIA SIN CONCIENCIA Y DEL PODER TEMPORAL DE LAS INSTITUCIONES RELIGIOSAS DE LA TIERRA.
EL ESCARNIO, LA BURLA, LA DIFAMACION Y LA EVENTUAL PERSECUCION AL QUE ESTA ESCRIBIENDO POR PARTE DE PERSONAJES PERTENECIENTES O CONDICIONADOS POR LOS INSTITUTOS ANTEDICHOS O AFILIADOS A ORGANIZACIONES CRIMINALES (ANTICRISTO) DESENCADENARIAN UNA INMEDIATA Y DEVASTADORA REPRESALIA  DE LOS ZIGOS (AGUA, AIRE, TIERRA Y FUEGO).
¡EL ES UN MENSAJERO Y HERMANO NUESTRO!
¡ESTAD ATENTOS!
¡OS ROGAMOS QUE SEAIS SERIOS Y RESPONSABLES ANTE ESTA ADVERTENCIA!
NOSOTROS SOMOS LOS MISMOS PERSONAJES, LOS ANGELES DIVINOS DE LA LUZ, QUE ACOMPAÑARON AL DIOS, SEÑOR, DIOS, EN EL ENCINAR DE MAMRE  EN EL ENCUENTRO CON EL PATRIARCA ABRAHAM. (Génesis Cap. 18, 1-8).
LOS MISMOS SERES DIVINOS QUE ANUNCIARON AL PROFETA LOT LA DESTRUCCION DE SODOMA  Y GOMORRA. (Génesis Cap. 19,1-26).
¡RECORDADLO Y NO LO OLVIDEIS NUNCA!
¡PAZ!

DEL CIELO A LA TIERRA

S.Elpidio a Mare (Italia)
6 de Febrero 2009  - 19,38 horas
Giorgio Bongiovanni
Estigmatizado

 

ANEXOS: NOTA DE ANNA PETROZZI Y ARTICULO DE EMANUELA ZUCCALA PUBLICADO EN LA REVISTA “IO DONNA” (YO MUJER).

¿Dónde están los grandes estados Occidentales? ¿Siempre en primera fila para tutelar los derechos humanos solo cuando coinciden con los intereses económicos? ¿Por qué para defender a estas mujeres no se despliegan las fuerzas armadas “de paz” como para las iraquíes o afganas? Nos hemos preocupado tanto por el burka que muchas mujeres musulmanas defienden como una expresión cultural y somos indiferentes ante esta silenciosa, terrible, indigna masacre. ¿Quién será en el mundo portador de su voz que grita justicia? Con profunda consternación publicamos a continuación el reportaje exclusivo que será publicado mañana en el suplemento del Corriere della Sera, “Io Donna”.

Anna Petrozzi

 

REPORTAJE EXCLUSIVO DE  “IO DONNA” DESDE EL ESTADO AFRICANO DONDE
SE COMBATE DESDE HACE DIEZ AÑOS.

Congo, el infierno en nuestro cuerpo
La mujer es un campo de batalla. La violación como arma de guerra.

“Tengo que protegerme” susurra el hombre con la bata blanca. “He aprendido a ser insensible para poder curar las pacientes que pierden orina y material fecal después de que la violencia de grupo las ha lacerado. Mujeres torturadas con bastones, cuchillos, bayonetas que explotan dentro de sus cuerpos que se quedan sin vagina, vejiga, recto. Jóvenes a las que tengo que decir: mademoiselle, Ud. ya no tiene un aparato genital, nunca será una mujer”. Hace diez años, una joven violada a cien metros de aquí llegó hasta él arrastrándose. Desde entonces, en su hospital Panzi en Bukavu, el ginecólogo Denis Mukwege ha operado 25.000 víctimas de violaciones feroces y ha medicado la misma cantidad de ellas en aldeas, condenado a leer en sus cuerpos el estrago que se cumple en esta crucial franja de Africa, el este de la República Democrática de Congo.

Se combate desde 1998 en el Norte y en el Sur del Kivu, fuera de las ciudades de Goma y Bukavu, a orillas de un lago irónicamente encantador al lado de la frontera con Ruanda. Cinco millones de muertos desde 1998 al 2002, en el conflicto más sangriento del globo después de la segunda guerra mundial. Después los rebeldes enloquecidos, las aldeas suprimidas, la misión de la ONU Monuc –la más imponente, con 17.000 cascos azules- capaz solo de contar los muertos después de batallas apresuradamente atribuidas a conflictos étnicos y que sin embargo ambicionan el control de inmensas y malditas riquezas mineras: oro, tantalio, diamantes.
La violencia, aquí, es el arma afilada de una guerra que desde hace tiempo ha perdido la línea del frente. La estrategia primordial de todas las siglas paramilitares que anidan pelotones asesinos en el corazón en tinieblas de la selva tropical. Violan los rebeldes del CNDP del general Nkunda, que ha acabado fuera de juego por manos de sus históricos aliados ruandeses y quizás –mientras escribimos- ya le han matado o trasladado a un exilio dorado. Violan las milicias de la FDLR, los Hutu responsables del genocidio ruandés de 1994 que escaparon al Congo. Violan los Mai Mai, combatientes filogubernamentales, alucinados por ritos tribales. Y viola el ejército regular.

Violencia sistemática, perpetrada ante los hijos y maridos: aniquilar a las mujeres es el método más rápido y seguro para conseguir mutilar comunidades enteras, quebradas bajo una invencible vergüenza. El presidente del Congo Joseph Kabila acaba de autorizar al ejército ruandés para que entre en el Congo con el fin de desarticular los Hutu de la FDLR, como promesa de paz para el Kivu, pero su gente no espera nada más que otros muertos, otros infiernos. “¿Por qué llamar aquí a los ruandeses para que resuelvan un problema suyo?” se pregunta Mathilde Muhindo, que ha dimitido del Parlamento disgustada por el inmovilismo de Kinshasa y que asiste desde siempre a las víctimas de la violencia en el Centro Olame de la diócesis de Bukavu. “¿Por qué el gobierno llega a un compromiso con Bosco Ntaganda, el antagonista de Nkunda, buscado por la Corte de La Haya por crímenes contra la humanidad? Es triste que en nuestra tierra cualquiera esté autorizado a hacer lo que quiere, exactamente como los militares sobre el cuerpo de las mujeres”.

Cuerpos desflorecidos como el de Elise Mukimbila, máscara de arrugas y de rencor: en las creencias tribales forzar a una mujer anciana significa riqueza, así los Mai Mai han abusado de Elise por meses, en la selva en el norte de Goma y le han contagiado el HIV. El encuentro en Goma, en el pequeño centro de Univie Sida, asociación local que convence a las mujeres seropositivas del hecho de que la vida puede y debe continuar. Y cuerpos de niñas como Valentine, huérfana de doce años, porque violar a una virgen te hace inmortal. Ha perdido la palabra después de las repetidas violaciones masivas, tiene la falda empapada de orina por una fístola que nunca le han curado: la hermana mayor quiere esconder la tragedia a los demás desplazados en el campo de Buhimba, poco lejos de Goma y dice a todos que la sonrisa vacía de la niña no es nada más que una locura sin nombre. En Bukavu, Janette Mapengo, 31 años, se acerca a mi cojeando. Los 8 hutu que la han violado en su cabaña obligaron a su marido a mirar, para después matarlo con un tiro en la frente y hacer estallar contra Janette otros tres tiros, apenas se atrevió a gritar.

Levanta la falda descolorida mostrando la extremidad de plástico: en el hospital Panzi le ha sido amputada la pierna derecha destruída por los disparos. Janette llora despacio: “Soy inútil”. Françoise Mukeina tiene 43 años, once hijos, los ojos de color miel: “Cien hutu han tomado ocho de nosotras de la aldea, en Shabunda, nos han tenido esclavas en la selva durante dos años, nos daban de comer los restos, violadas a turno todos los días, marcadas con el fuego. Cuando me han mandado por leña he escapado. Tengo dolores que no se acaban nunca pero doy gracias a Dios: yo estoy viva, las demás no”. Solo en el Sur de Kivu, desde enero a septiembre 2008, la agencia de la ONU Unfpa ha censado 11.600 mujeres que han pedido ser curadas después de la violencia carnal: los autores del 95% de esas violencias eran militares. En el Norte de Kivu se estiman 30.000 víctimas de violencia desde 1998, pero las que callan por la vergüenza serían muchas más.

“Es un feminicidio: las violencias aumentan, parecen contagiosas”: dice Fanny Mukendi de Action Aid, una organización internacional que entre Bukavu y Goma financia los grupos locales más activos en el reconstruir un mínimo de existencia a estas mujeres. “Son pobres, desplazadas después de los ataques de los rebeldes: la violencia es el golpe de gracia. Necesitan asistencia psicológica e ingresos económicos: con nosotros fabrican jabón, canastas, preparan dulces para vender en el mercado. Nada de espectacular, pero las ayuda a aceptarse de nuevo”. En Goma, Action Aid ha fundado un movimiento femenino que en noviembre, durante el asedio de Nkunda, ha llenado el estadio con el grito “stop aux viols”. Y según Fanny, “cualquier mujer tendría que ser solidaria con ellos”. Pensaba sobretodo en el este del Congo; la ONU, el año pasado, se ha decidido a incluir la violación de guerra entre los crímenes contra la humanidad, perseguible por los tribunales internacionales.

Pero por ahora, aquí, domina la impunidad: “Con los militares se puede solo señalar el ejército de pertenencia”, explica Julienne Mushagaluja, abogado del grupo Afejuco en Bukavu, que recoge los testimonios de víctimas en vista de una cita importante: “Está por llegar un enviado de la Corte del Aja”, declara. “Tendrá que comprender que existen pruebas suficientes para denunciar a los señores de la guerra por violación”. De las 58 condenas efectuadas en Bukavu en el 2008 (sobre 353 denuncias), solo 9 se referían a militares, pero era también por otros delitos. “Si fueran los hombres los que sufrieran y no las mujeres, la comunidad internacional ya hubiera encontrado una solución”, dice sumiso el doctor Mukwege. En el campo de Buhimba, durante el habitual chaparrón de la tarde, me siento en una cabaña obscura sobre la tierra negra del volcán Nyiragongo, con un grupo de mujeres y  sus recién nacidos. Los hijos de la violencia. En Congo el aborto es ilegal, para el clandestino hace falta dinero y no es el caso de Dativa Twisenge, 22 años, esquelética, guapa, que desprecia a su pequeño Oliver: “¿Qué hago con él? Solo quiero morir. Dos violaciones son demasiadas”, me deja helado. “Hace dos años en mi casa, en Masisi, con mi madre: a ella le rompieron las piernas. El año pasado aquí cerca tres militares del gobierno me montaban como a una perra mientras me pegaban con el bastón en la espalda: no he hecho más que gritar “¡matadme!”. Agnès es un rayo de luz: 33 años, seis hijos, el último nacido de una violación. La raptaron cerca del campo con otras nueve, atada y bendada desde el amanecer hasta el anochecer, tirada entre los bananos como basura. No puedo no preguntarle que es lo que siente hacia este recién nacido regordito, que la recordará la tortura por siempre. Ella abre los ojos grandes: “Tienes que entender, es mi niño. Le he llamado Chance para que, por lo menos él, tenga la suerte de conocer un mundo mejor”.

Emanuela Zaccalà

 

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