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paobeccoPor Paola Becco

He visto las más maravillosas manifestaciones de amor y sublimidad que la naturaleza toda imprime en cada sentido  humano. La belleza del sonido, y la del silencio. La suavidad de lo que aflora y la evocación de lo que ha madurado. La expresión del amor humano, en todas sus singularidades.

El descubrimiento de cada color, matiz y saturación que el fuego sagrado imprime cuando aparece en el cénit del cielo, se  manifiesta en todo lo creado.

Pero el Cristo le dice a nuestros espíritus  Amarás a Dios por sobre todas las cosas.

Ahora vemos como por medio de un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de una manera imperfecta; entonces conoceré de la misma manera que Dios me conoce a mí. (Corintios 13)

El cáliz visitó las tierras del sur, nos reunió a su alrededor y el verbo que habita en él tocó una nueva nota de la infinita melodía cósmica, y como un diapasón trabajó con cuidado para que nuestros espíritus se afinen vibrando en su solar referencia.

Hemos venido a este mundo para anunciar la segunda venida de Cristo, esa es nuestra misión.

…Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino. Tanto la gente que iba delante de Él como la que iba detrás, gritaba:

¡Hosanna al Hijo de David!

¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

¡Hosanna en las alturas!

Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. "¿Quién es éste?", preguntaban."Éste es el profeta Jesús, de Nazarea de Galilea", contestaba la gente. (Mateo 21)

La verdad universal es revelada por quienes aman a Dios por sobre todas las cosas, transmitida con ejemplificador amor, devoción, y entrega  por quien porta desde hace más de 25 años  parte del sufrimiento de Jesucristo.

Una vez más, la presencia crística manifiesta en sus llagas, se imprime en nuestro Ser desarmando completamente cualquier construcción erigida desde lo puramente humano. Y volvemos a recordar que somos eternos, que no somos de aquí, y que no estamos solos!, si abriéramos los ojos, veríamos, como Eliseo, el ejército de ángeles del cosmos que nos rodea!

Y en el medio de nuestra mundana y pavorosa cotidianidad, arrebata nuestras almas, alineándolas bajo la coordenada espiritual de la que nunca debemos salir, ubicándolas con  dulzura y violencia, calma y desesperación, demostrando una vez más su elevada,  potente y celestial jerarquía. Es su humildad la que nos desarma y nos abofetea, su amor absolutamente sincero, su amistad, su lealtad. Su impagable asistencia espiritual en el devenir de nuestro Armagedón álmico. La luminosidad de su mirada, ventana del omnisciente creante.

Es la materialización de la expresión de un amor decididamente inentendible para los parámetros de esta anticrística humanidad.  Pero  a vivir ese amor, él nos invita.

 Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe.

Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios, -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy.

 Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve.

El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla.

No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo.

No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad.

Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.

El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado.

Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también son algo muy limitado; y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá. (Corintios 13)

Él, está, resiste, ama, batalla, glorifica a Dios en sus actos, sus sacrificios, su paciencia, en la grandiosidad y simplicidad de sus enseñanzas, en el triunfo de su amor.

Giorgio, Baruch ha ba B'Shem Adonai    

Bendito seas siempre hermano nuestro, tú,  que vienes en nombre del Señor.

Paola Becco

29 de Diciembre 2015