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GE 0100Por Grigorij Emaldi
8º semana:
El lunes llegó al Merendero un niño de diez años que tenía fiebre, apenas comía algo vomitaba y tenía tan pocas fuerzas que no lograba mantenerse en pie. Él no tiene ni una familia ni una casa donde vivir, su madre murió cuando él tenía pocos años, del padre no se tienen noticias y los demás parientes no pueden tenerlo en su casa porque viven en viviendas muy pequeñas y viven todos hacinados. Por lo tanto se ve obligado a dormir en una estación de taxis, a la noche, y de día trabaja todo el tiempo en la calle vendiendo fruta. Nosotros nos preocupamos un poco porque al verlo en esas condiciones no podíamos dejarlo así en la calle. Por suerte Hilda le dio algunos  medicamentos y se repuso un poco en el transcurso de una hora, al menos para mantenerse en pie. Dos días más tarde ya estaba bien.
Hoy también salió de la cárcel, después de siete días, el mismo chico que había sido asistido por la caída del autobús. Había sido arrestado porque cuando la policía lo detuvo por la calle le encontraron una cadena de oro robada y una bolsita de cocaina. Entonces él le pidió a su hermano que pagara la fianza de dos millones de guaraníes, lo que sería el equivalente a 370 euros, para salir de prisión. Por lo tanto el hermano tuvo que sacar un préstamo en el banco y ahora el chico tendrá que devolverle todo el dinero prestado... Os podéis imaginar cómo hará para ganar esos dos millones de guaraníes sumados a los intereses que exige el banco... Seguramente tendrá que volver a robar corriendo el riesgo de volver a caer en la cárcel... ¡Por lo tanto todo es absurdo!
GE 01El martes trabajé un poco de albañil con Omar. ¡Terminamos de rasquetear toda la pared y el techo que estaban llenos de humedad e incrustaciones y luego llenamos los agujeros con cemento y revoque, dejándolos lo más lisos posible de manera tal de poderlos pintar luego. Digamos que al final quedó bien ¡a pesar de que no somos albañiles expertos!
El miércoles una chica de diecisiete años, que pocos días antes estaba embarazada, llegó al Merendero con su nuevo bebé. Lo que es impresionante es que este recién nacido, a pesar de tener apenas cinco días, ya estaba dando vueltas por la calle trabajando con la madre; algunos podrían decir que este niño no trabaja efectivamente, pero imaginaos, un recién nacido de cinco días por ahí por las calles de la capital más de 8 horas por día con toda la suciedad de las calles y el calor del asfalto que supera los 45 grados ¿cómo hace para resistir? Para nuestra sociedad sería algo impensable.
9º semana:
El lunes llegaron dos nuevos niños de la calle que han comido, se han lavado y han descansado en nuestro centro.
Alrededor de las 5 llegó Emi, una chica de la asociación que trajo ropa, zapatos y accesorios muy lindos para los niños y los adultos. Se convirtió todo en un verdadero asalto para ver quienes conseguían agarrar más cosas, menos mal que eramos cuatro personas y que hicimos de todo para hacer una distribución lo más ordenada posible...
GE 02El martes Omar y yo fuimos a hablar a una radio de Asunción sobre la temática del 21 de diciembre, ya que en Sudamérica esta fecha además ha suscitado bastante interés debido a la falsa información del fin del mundo; Omar explicó que este es simplemente el fin de una Era, donde la Tierra ha terminado un ciclo y tiene que comenzar uno nuevo.
El miércoles llegó Gabriele, un nuevo voluntario, un chico de veintiún años, chef, que hará la posta conmigo en esta maravillosa experiencia porque yo he llegado casi al final. La primera impresión que me dio fue de un chico muy simpático y sociable. ¡Entablé una óptima relación con él!
El jueves Hilda ya nos puso a trabajar. Como en casa teníamos muchos mangos nos hizo hacer una mermelada para los niños, porque este es el período de maduración del mango y hay a montones, incluso mucha gente los tira por lo abundantes que son. Entonces Hilda siempre aprovecha para recogerlos de los vecinos y hacer dulces y mermeladas para el Merendero. En cambio a la tarde, como llegaron gasas enteras provistas por el Estado, Gabriele y yo las recortamos y las doblamos hasta obtener un tamaño normal, para eventuales heridas de los niños.  
El viernes fue el primer día de Gabriele en el Merendero; me vinieron a la mente muchos recuerdos de mi primer día y admito que sentí un poco de melancolía. De todos modos él también empezó a socializar muy bien con los niños. Hoy también se pintó el Merendero. ¡Es algo totalmente diferente!
GE 03El sábado por la mañana fuimos a visitar a una familia formada por personas muy pobres que habitualmente vienen a comer al Merendero. Antes de llegar al lugar compramos algunos alimentos básicos para llevarles, en agradecimiento por su hospitalidad. Cuando llegamos con el autobús nos vinieron a recibir tres niños que nos guiaron hasta llegar a destino. El lugar era muy precario y pobre, estas casas están ubicadas a los lados de un ferrocarril abandonado con cajas de madera y aluminio acomodadas de la mejor manera; una vez llegados a la casa de la madre de familia nos sentamos en un tronco de árbol y sobre algunas sillas. La madre nos contó la situación: ella tuvo quince hijos de los cuales tres murieron por enfermedad y vive en una casa de madera de dos por cuatro metros con casi veinte personas, donde a duras penas llega la electricidad y el agua... También nos contó que el Estado les da una mano todos los meses con los alimentos, pero son tan pocos que se les terminan en una semana. Unos niños nos dieron a mi y a Gabriele de regalo unas pulseritas de colores con frases escritas en castellano; fue algo que me gustó mucho, los recordaré para siempre. Antes de irnos Omar le prometió a la madre que un día le llevará material y la ayudará a agrandar la casa con sus propias fuerzas y las de Gabriele, porque en estas condiciones es muy difícil vivir y se corre el riesgo de que si un día la familia crece algunos de los hijos se tendrán que ir a vivir a la calle.
Por la tarde en el Merendero, lavamos los manteles, hicimos un mini pesebre y ordenamos el local, cambiando incluso la disposición de las mesas, en fin ¡hoy el Merendero parecía hasta un salón invitante para la cena de Navidad, con todos los niños y adultos! Cocinamos pollo, carne con diferentes condimentos y para beber servimos bebidas gaseosas que nos había traído Emi de su minimercado. A los niños les gustó mucho ¡al punto tal que la comida se terminó enseguida!
Últimos días:
El lunes el Merendero estuvo cerrado por la vigilia de Navidad. A media noche festejamos con toda la familia Cristaldo, cenando y brindando. Fue una GE 04Navidad diferente a las demás, con luces de Navidad a 40 grados y festejos con amigos.
El miércoles fue mi último día aquí en Paraguay, pero fue uno de los más intensos y emocionantes. Por la mañana fuimos a visitar a otra familia, esta vez fuimos en el coche de Graciela, hasta una zona algo peligrosa y degradada, cerca del basural de Asunción. Por lo tanto un chico de la zona nos tuvo que hacer de escolta, porque andar dando vueltas solos no era lo más seguro, ya que si eres nuevo en el lugar, o incluso si estás vestido decentemente, por así decirlo, es muy probable que puedas sufrir ataques por parte de los malvivientes o de gente borracha. Al llegar a la “casa” de la familia les entregamos los alimentos que habíamos llevado y lo primero que pude notar fue la condición aún peor de la vivienda que habíamos visto anteriormente, de la otra familia, que para mi esa ya estaba en el límite de la indigencia. Aquí viven entre la basura, con chozas de madera, completamente destruidas, sin nada y cuando llueve el agua entra sin problemas; es difícil explicar con palabras porque no se logra transmitir lo que es, pero cuando lo ves con tus ojos... Hay algunas cosas que para entenderlas es necesario vivirlas, no se pueden contar o ver por televisión. Por ejemplo ese día había una niña de tres años y medio entre latas de cerveza vacías, que jugaba con una hoja y tenía una carita triste, como si alguien le hubiera pegado hace poco y lo primero que sentí que tenía que hacer fue jugar con ella tratando de hacerla feliz y haciéndola sonreír... Me daban ganas de tomarla y llevármela conmigo...
Por la tarde en el Merendero saludé a todos con largos abrazos y con un discurso final en castellano. A algunos les prometí que volvería algún día a ver como están, a otros los extrañaré muchísimo. Todos los niños que cada día me regalaban una sonrisa, para seguir adelante, para volver cansado a casa por la noche pero sereno, para hacerme feliz cuando estaba algo triste... y podría continuar hasta el infinito...
A la noche preparé la maleta con algo de resignación; pocas horas y ya no vería más por algún tiempo el lugar y las personas que me han dado tanto. Al final, hicimos una parrillada en la casa Cristaldo, y a la noche me quedé en compañía de los hijos de Omar hasta las tres de la mañana, casi la hora de salida...
A las cinco saludé, algo conmovido, a Omar, Andrés y Giovanni, quienes me habían acompañado al aeropuerto y me embarqué hacia Italia...
Al volver a casa lo más hermoso fue volver a ver a mi papá y volver a abrazar a mi mamá... Pero también notar que me he vuelto una persona más serena y más determinada y que en tres meses he perdido todo el stress que había acumulado antes de este viaje. De todas formas agradezco a todos aquellos que me han permitido vivir esta maravillosa experiencia, que me ha hecho crecer, ver nuevas realidades y conocer nueva gente, pero sobre todo agradezco a los niños de Paraguay; si esta experiencia ha sido fantástica es un mérito absolutamente suyo. Agradezco además a Omar, a Hilda y a toda la familia, agradezco a FUNIMA International, a todos sus colaboradores y chicos de Sant’Elpidio a Mare que hacen un gran trabajo todos los días para llevar adelante esta importante asociación.
¡¡¡Gracias a todos!!!
Emaldi Grigorij
10 de Enero de 2013
 
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