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Grigorij a100Por Grigorij Emaldi - 12 de Diciembre de 2012
6a Semana
El martes por la tarde Omar, Felix y yo fuimos a hablar a una escuela agrotécnica. Es una escuela muy grande cubierta por bosques y campos de cultivo. Los chicos estudian y duermen en este lugar aislado del mundo con una atmósfera de paz y armonía con la naturaleza. Nunca como hoy he visto un grupo tan atento y abierto a nuevas ideas; Omar habló durante tres horas y no ha volado ni una mosca y al final de la charla, después de que distribuimos algunos libros, dvd y documentos, muchos se quedaron a hacer preguntas y a recibir explicaciones.
El miércoles me ocurrió otro episodio con Ghiro, un niño de 7 años (el mismo del diario anterior que peleaba por los lápices y que luego la abuela lo castigó). Yo estaba dibujando en el pizarrón con él y otro niño llamado Hugo, cuando en un determinado momento Ghiro tomó el borrador y comenzó a borrar el dibujo del otro niño, porque quería limpiar todo el pizarrón; entonces luego de varios llamados de atención vuelvo a dibujar en su parte del pizarrón y de esa forma tenía algo más que borrar, solo que en un momento salió del salón y después de cinco  minutos volvió felíz y contento pidiéndome que siguiéramos dibujando. Y después llegó la abuela y descubrí que él le había dicho que yo lo molestaba borrándole su parte del pizarrón y que no lo dejaba dibujar... ¡Ghiro es realmente un huracán viviente... ay ay ay!
El jueves llovió mucho aquí en Asunción, provocando incluso algunos desastres e inundaciones; luego por la tarde, cuando dejó de llover (porque aquí las lluvias son breves pero intensas como cascadas que vienen del cielo), Omar y yo fuimos a sacar toda el agua mezclada con tierra que inundó el merendero. Además nos dimos cuenta de que la parte de la pared por la que pasaba la canaleta de descarga del agua de lluvia estaba completamente húmeda; entonces fuimos a revisarla y estaba tapada con restos de plástico y material sintético del cartel publicitario de enfrente; probablemente los obreros cuando hicieron los trabajos los lanzaron al techo del merendero sin importarles nada. Sacamos todo; ahora veremos cuando vuelva a llover si ese era el verdadero problema de la pared.
El viernes fue el cumpleaños de Pamela, mi admiradora; hoy le enseñé un poco de italiano y ella me enseñó un poco de guaraní, solo que no me acuerdo nada porque es una lengua que ni siquiera logro pronunciar por lo difícil que es.
El sábado llegó un chico de apenas 13 años que la noche anterior había pasado toda la noche en el hospital porque se había peleado con otro chico; este último tomó un cuchillo y se lo clavó detrás entre el cuello y la cabeza. Por suerte el chico logró esquivar más o menos el golpe por lo tanto sólo le tuvieron que dar dos puntos. Según mi opinión fue un milagro, con una acuchillada atrás, en ese punto  no sería muy difícil morir en el momento y además seguramente perdió mucha sangre... de hecho hoy estaba casi sin fuerzas y se tambaleaba como si estuviera drogado. Creo que lo que le ocurrió lo dice todo... no quiero agregar más nada, la situación de estos niños habla por si sola…
El domingo fui con Hilda a Caacupe a visitar la iglesia más grande del Paraguay. Aquí cada año toda la gente viene a ver a la Virgencita porque es el período de la fiesta de la inmaculada y miles de personas viajan en peregrinaje incluso recorren muchos kilómetros para visitarla. Lo que he podido notar es que entre una misa y la otra se desarrollan bailes y cantos de grupo con guitarras y mandolinas. Quedé muy sorprendido. 
7a semana
El lunes Hilda curó a un chico de 15 años que se había lastimado mucho al caer del autobus, mientras estaba en marcha, por vender fruta a los pasajeros. Los conductores no se detienen para hacer subir o bajar a estos chicos y ellos se tienen que colgar para subir, de lo contrario no venden; para bajar a veces aprovechan en el momento que el autobus se detiene en el semáforo, solo que la mayoría de las veces se demoran con las ventas y entonces tienen que saltar para bajar del autobus mientras está andando para no alejarse tanto de su lugar de trabajo.
El miércoles, después de algún tiempo, volvió Annalia, una niña de seis años con quien juego mucho, con cara muy triste. Entonces le pregunté porqué no había venido ya que antes estaba todos los días y ella me contestó que había estado en el hospital porque su padrastro le había pegado. Yo, un poco sorprendido, le pregunté ¿cómo puede ser? Y ella me dijo que el padrastro estaba borracho y le estaba pegando a su madre y que entonces ella había tratado de defenderla, solo que teniendo apenas seis años no había podido hacer nada. Sentí mucha rabia y odio; no se qué haría si llegara a tener a cierta gente entre mis manos... Luego me hablaba con esa vocecita entre confusión y llanto que me hizo conmover a mí también. Durante todo el día la traté como a una princesita tratando de hacerla sonreír lo más posible...
El jueves trabajé de albañil con Omar. Dentro de poco tiempo habrá que pintar todo el merendero, por lo tanto comenzamos a lijar todas las paredes para eliminar los restos de pintura y de pared arruinados por el tiempo. Después de ello, por la tarde, cubrimos todos los agujeros con cemento, tratando de ser lo más precisos posible, de manera tal que cuando tengamos que pintar toda la pared ya esté perfectamente lisa.
El viernes hubo pocos niños y adultos en el merendero por la simple razón de que salieron desde Asunción para ir hasta Caacupe a visitar a la Virgencita, porque al día siguiente era el 8 de diciembre, la fiesta de la inmaculada. Son más de 50 km de viaje desde Asunción; salen a la tarde y llegan a la mañana siguiente y algunos también duermen allí.
El sábado el merendero permaneció cerrado por la festividad.
Grigorij Emaldi - 12 de Diciembre de 2012
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