EL AMOR QUE REALIZA Me parece que fue ayer que preguntaba al profundo de mi corazón si encontraría hermanos para compartir realidades profundas basadas en el principio de la Verdad, en Cristo. El tiempo pasó, pero la perseverancia de no abandonar no ha faltado nunca y así el Señor renueva la confianza puesta en él.
Me presento, soy Ricardo, un chico de la región de Salerno, que por pura “casualidad” en el transcurso de su búsqueda interior, tuvo la oportunidad de encontrar a un hombre, hijo de la Verdad, siervo incansable de Cristo, que ha reavivado la llama, la esperanza y el verdadero sentido del amor que se podría llevar en este mundo. El nombre de este Hombre es Giorgio, una llama que hace arder el Espíritu de la Verdad en el corazón de quien lo encuentra. Sólo Dios sabe cuántas veces esta llama ha sido pisada por la opulencia de esta humanidad apagada en el torbellino de la materia, pero él no ha abandonado nunca, junto al amor y a la fuerza de sus hermanos del cielo y de la tierra, acompañados por una única realidad que es el Amor de ese Ser que hace dos mil años dijo “no os dejaré huérfanos, regresaré en medio a vosotros”, el Maestro Jesús Cristo. Justamente desde esa premisa invita, a quien encuentra, a la puesta en práctica de actividades a favor de la vida, bajo la profunda enseñanza de los valores crístico.
Desde ese encuentro en adelante, en mi corazón aumentó cada vez más la voluntad de jamás abandonar; que con la fuerza del amor se puede realizar algo significativo en este mundo martirizado por la opresión de la sociedad y de los poderosos.
Con el tiempo encontré y conocí a otros hermanos que buscaban y compartían los mismas conceptos, entre ellos Clelia, Anna y Franco; los que también tuvieron la oportunidad de encontrar a Giorgio, entendiendo el mensaje y la importancia de lo que él lleva adelante. Nos reunimos varias veces, incluso con integrantes de otras arcas como Antonio Caldarelli y la querida Lores, amada hermana que ahora ha regresado a la realidad de la luz, quedarás siempre en nuestros corazones, hasta volver a vernos. En estos encuentros discutimos sobre como llevar este mensaje a otros hermanos que estén en la búsqueda, en nuestras zonas.
Es así que hace algunas semanas, me llama la querida Clelia de Nápoles y me dice que hay como veinte personas, que a través de Anna, quieren tener un encuentro con nosotros, para entender mejor el mensaje de Giorgio y su obra. Fijamos la fecha del 7 de febrero.
Esa mañana llevo conmigo, como es usual, a mi amigo fraterno Adriano, compañero de continuos viajes en la búsqueda de la Verdad. Llegamos a casa de Clelia y Franco. El encuentro con todos estaba prefijado para la tarde y así pasamos una dulce mañana y el inicio de la tarde, compartiendo nuestras interioridades. Sin darnos cuenta se hacen las 15:30, estaban llegando todos.
Desde una parte del salón colmado de personas, se me pide el honor de que presida el encuentro. Tenía necesidad de permanecer un momento solo con mi interior, voy a una sala. Muchos pensamientos se agolpan en mi mente, mi corazón se hacía una sola pregunta “¿Señor qué puedo contarles a estos hermanos para hacerles comprender la realidad de Tu amor y de la Obra que a través de tus siervos se está llevando adelante?”… de repente silencio y una voz hizo temblar mi espíritu “Hazme entrar en tu corazón y no tengas miedo, si haces esto yo estaré contigo”… Humildemente, colmado de estas palabras que se traducían en una confianza infinita en Su Amor, regreso al frente de todos.
Ojos ansiosos de saber, miradas que observan con profunda alegría, se empieza a crear un clima fraterno. Cada uno de ellos provenía de un recorrido de vida, quien de una forma, quien de otra han llegado a hacerse preguntas sobre el sentido de la vida. Se abren temas profundos, el regreso del Cristo, la realidad extraterrestre, el activarse para obras a favor de la vida, el sentido de la hermandad, el amor desinteresado y muchos más…Cada corazón palpitaba junto al corazón que estaba a su lado, todos en una simbiosis fraterna regalada al amor por Cristo.
Todo fluyó, tratando de llenar, por cuanto fue posible, el corazón de cada uno, dirigiéndolo a profundizar los temas con quien tiene perfecto conocimiento de causa, Giorgio.
Llegamos al cierre del encuentro, las horas pasaron sin darnos cuenta y nos abrazamos fraternalmente unos con otros, para regresar cada uno a su casa, con una mayor esperanza en este mundo. En estos instantes de saludo mi corazón agradece al Señor, porque es con la fuerza del Amor que todo se realiza. Mi agradecimiento va a Anna, hermana siempre activa, que se ha prodigado conduciendo hasta aquí a todos estos queridos hermanos, a los queridos Clelia y Franco, siempre listos para entregarse por todos, a todos aquellos que en este encuentro compartieron su amor, a ti querido hermano Adriano que me sostienes siempre con tu apoyo.
Gracias con profundo amor a todos. Siervos en Cristo, esto es sólo el comienzo. Unidos humildemente en Él, llevaremos la antorcha de Su inmenso amor.
FRATERNAMENTE VUESTRO
Riccardo Laveglia
7 de Febrero de 2010
