CREO EN CRISTO

Creo en Cristo porque se hizo hombre y lo vi. He visto innumerables rostros de Cristo en Palestina. Toma formas y rostros en siempre diferentes: un señor anciano; un niño que no tiene miedo de mirar un fusil a la cara; una mujer que pone su cuerpo frente a un carro blindado para proteger a sus hijos.

Creo en Cristo porque lo he visto entre los miserables y pobres; en los arrabales olvidados por el Padre; hurgando entre las carcazas de los contenedores de basura para juntar una comida junto a los sin techo; Lo vi sacar mierda de las alcantarillas de un campo de refugiados; o mendigar un shekel y recibir sólo un escupitajo; Lo vi ensuciarse las manos mientras reconstruía una casa destruida por un bombardeo; Lo vi recogiendo frutas y verduras en el suelo después de que un soldado volcara un puesto en el zoco de Belén; Lo vi tirando piedras contra un muro de 12 metros de altura blasfemando contra el Dios del Dinero; Lo vi armar protestas vestido con jeans rotos, piercings y tatuajes.

Yo creo en este Cristo, porque lo he visto. Y es en el que la gente cree aquí en Palestina, aunque no sea cristiana, porque saben separar la figura religiosa de la histórica. No un santo, sino un revolucionario que lleva la kefya de la resistencia bajo la corona de espinas; que llora sangre pero mantiene los ojos abiertos y la mirada hacia arriba porque sabe que tarde o temprano esta tierra se librará de la tiranía.