Por Daniel Amaral-
Estamos a las puertas de una guerra nuclear.
Nunca como ahora está tan vigente la consigna de “no a la guerra y sí a la paz”. Nunca como ahora estamos tan cerca de una guerra nuclear de carácter mundial. Nunca como ahora estamos tan próximos a una tercera guerra mundial.
Nunca como ahora la vida se nos escapa como agua entre los dedos.
Como humanidad, ¿qué es lo que pensamos en estos momentos de tanta gravedad?
Miramos por la ventana, y si no sucede nada malo, mucho mejor. Seguimos observando la información que nos dan digerida, que más que informarnos, nos distrae y nos adormece.
Seguimos en nuestra rutina diaria, como si mirando para el costado los acontecimientos no fueran a ocurrir.
Quizás en nuestra imaginación pensamos que nadie apretará el botón para lanzar la primera bomba nuclear. O que si eso pasa será muy lejos de nuestras casas y que a lo sumo sufriremos algún efecto colateral.
Hay quienes piensan que la guerra en estos momentos es entre Rusia y Ucrania. Y que Rusia por su poderío y grandeza, será la nación triunfadora y que todo volverá muy pronto a la normalidad.
Pero, no es solo Rusia y Ucrania. Es también la OTAN, es Europa y los Estados Unidos. Y es también de una forma u otra, la sociedad humana en su conjunto.
En definitiva, estamos asistiendo a uno de los puntos más altos de la enfermedad que acecha, a la poca inteligencia que aún nos queda como especie humana.
El análisis que hay que hacer en estos momentos es que no importa oriente ni occidente, Rusia o Ucrania, Estados Unidos o Europa, o la misma China, o si alguien tiene más o menos razón.
El único análisis posible es si, como humanidad, decidimos la vida o la muerte, la continuidad de o la extinción de la especie humana.
Este es el espacio de análisis que debemos darnos en estos momentos. Apelando al sentido común de supervivencia, buscando la información más precisa y, después, tenemos que actuar en consecuencia.
En estos momentos, todas las luchas, todas las reivindicaciones de los ciudadanos del mundo, debieran unirse en una sola causa, en un solo reclamo. Sin importar en qué lugar de la sociedad estamos, las voces se deben juntar, para gritar en las plazas, para reclamar en las embajadas, en los organismos de los gobiernos, en las representaciones de las Naciones Unidas. Porque como ciudadanos tenemos el derecho a la vida, pero también tenemos el deber de preservar el planeta, por las presentes y futuras generaciones.
En el momento en que se dispare el primer misil nuclear, inexorablemente habremos comenzado la cuenta final de la especie humana.
Allá por la década del 70, del siglo 20, Jhon Lennon lanzaba su canción al mundo, "denle una oportunidad a la Paz".
Nunca tan vigente como ahora ese recuerdo.
Todos los artistas, cantantes, intelectuales y periodistas del mundo deberían estar expresándose y utilizando todos los medios para decir no a la guerra, y de esa forma, convocar a los ciudadanos del mundo a movilizarse en todo el planeta.
Si amamos la vida y creemos que un mundo mejor es posible, no podemos quedarnos sentados. Porque la responsabilidad también es nuestra.
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