Emprender el camino del sufrimiento y al mismo tiempo el camino del amor, es elegir el sendero estrecho, donde conviven el bello aroma de la rosa y al mismo tiempo el dolor de sus espinas.
En las calles de la vida, vamos a encontrar la sonrisa de un niño, pero también muchas veces nos encontraremos en un callejón sin salida.
Así nace, vive y muere el eterno aprendiz, capaz de recrear una y otra vez, en el devenir eterno de los tiempos.

En el sufrimiento se forja y se templa el hierro que formaron la armadura, que nos protegerá de la dureza de las caídas. Pero habrá momentos en que la fragilidad será más sutil que el cristal.

Es así que habrá de levantarse una y otra vez, alzando la mirada sin perder de vista el rumbo del aprendizaje, del agradecimiento y del servicio.

La humildad y el anhelo sincero de justicia, será siempre la bandera que se erguirá flameante junto al viento.

Pero hay algo fundamental que el eterno aprendiz tendrá que llevar consigo siempre. Una espada muy filosa, que más que un arma de ataque, es un instrumento de defensa. Esa espada se llama discernimiento, sosteniéndolo en alto, conlleva mucha responsabilidad. Muchas veces sentiremos un peso enorme, casi, casi insoportable. Pero es en el ejercicio diario y en la prédica, momento a momento, en que el discernimiento se transforma en el pan nuestro de cada día.

El eterno aprendiz es un viajero de tiempo, que recorre las calles sin rumbo aparente. Pero en su mirada siempre hay una certeza. La certeza es la búsqueda constante de la verdad. Él sabe que la verdad es la tenaza que romperá las cadenas de la opresión que se manifiesta a través de la ignorancia y de la mentira que adormece los corazones…

El eterno aprendiz no ha de morir nunca, de tanto en tanto dejará sus ropajes y despojado de todo, mirará hacia atrás para ver el camino recorrido hasta encontrar la nueva vestidura que le dará brillo y renovados colores a su siguiente existencia.

El eterno aprendiz recorre los universos y el cosmos hasta transformarse en un eterno maestro.

Daniel Amaral