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francescapanfiliPor Francesca Panfili

En la sociedad actual, aquellos que eligen seguir a Cristo y hacer su voluntad son considerados por el mundo como una anomalía. Una anomalía que se genera dentro de un camino preestablecido y estandarizado que conduce a la muerte del espíritu y a la exaltación de lo superfluo.

En este planeta son los extremos los que dominan: unos pocos ricos que lo poseen todo y miles de millones de pobres sometidos al hambre, no solo material, sino también espiritual, hundidos por las injusticias de un sistema que no les permite liberarse de las cadenas, para convertirse en una pura manifestación de Aquel que nos creó. En este contexto de opuestos, indiferencia, autodestrucción, usurpación, el dinero como único fin de la vida, se presenta-avanza- una ola anómala que traza un camino diferente a los demás. Y nosotros somos esta ola que quiere eliminar y destruir este sistema criminal imperante. Un sistema que decide el destino de quién debe vivir y quién debe morir.

Nosotros que intentamos ir contracorriente y erosionar el sistema, insertándonos en sus fallas, abriéndonos espacio y dando aliento a quienes encontramos y a quienes piden justicia, a quienes respiran nuestros propios valores y abrazan la lógica de una lucha contra la corriente y aparentemente loca para la sociedad criminal que nos acoge.

Somos nosotros quienes, aunque con todas nuestras debilidades, miserias e imperfecciones, tratamos de abrirnos camino y hacer emerger la cualidad del alma de este planeta.

Somos la anomalía que abrumará este mundo y construirá otro.

Somos esos que entendemos a nuestro pequeño “yo”, miserables frente todo esto e impotentes, pero que hemos decidido unirnos a ese “nosotros cósmico” que viene de los soles y de los planetas.

Somos nosotros los que hemos decidido unirnos a esa fuerza primordial que defiende la vida en todas sus formas y sustancias y que ofrece una mano al hombre de la tierra. Un acto de misericordia que nos llega a través de señales, mensajes y sobre todo a través de aquel que traza la estrategia final que llevará a la ola anómala –maremoto- a deflagrar contra el mal y señalarlo.

Podemos elegir cada día ser parte de esto, los que hablamos el lenguaje de la armonía universal, de los valores cósmicos, de la integración humana y fraterna. Podemos elegir cada día con nuestras acciones y nuestras obras concretas dónde quedarnos, a quién defender, qué movimientos llevar adelante, cómo informarnos, a quién votar, a quién elegir como representantes, qué hacer cada día.

Nosotros somos la 'anomalía' de la historia, la que se ha producido a lo largo de los siglos y que resurge de las cenizas del tiempo. Es este “nosotros” que viene del cosmos, el responsable de los nuevos comienzos de las épocas, el motor propulsor de la nueva humanidad que desde siempre ha defendido la vida y que ha sacado a los últimos de las calles del mundo para convertirlos en los primeros, para hacerlos volver a la vida, protagonistas del espíritu y darles otra oportunidad.

Este “nosotros” que emerge viene del Cielo. Es el “nosotros” de los seres divinos, de los ángeles de ayer, extraterrestres de hoy, el “nosotros” que enseñan los Padres Creadores, los jardineros del cosmos que hablan con el que nos empuja a convertirnos en este “nosotros”, aquel que encarna el espíritu de esta anomalía para el mundo, de esta idea y de esta Causa que nos ha hecho volver a la vida.

Este nosotros, anómalo para el sistema, hostigado por las masas, es nuestra fuerza, el movimiento perpetuo que nos empuja a superarnos y a darlo todo por la Causa porque quien encabeza esta ola que revolucionará el mundo vive para el Ideal y lo encarna. Con él esta causa se hizo carne y sangre, se hizo hombre, nos mostró el rostro de quien retornará del mar, de ese Cristo que nos sacó de los caminos del mundo y nos salvó.

Este hombre es nuestra fuerza, la fuerza de nuestro ideal común, el ejemplo y el sacrificio constante al que debemos tender, para liberarnos de los dolores del mundo.

Y nosotros te pedimos Padre que le des fuerza, salud y coraje para seguir anunciando la voz del Sol en el mundo. Y también te pedimos que lo dejes siempre con nosotros porque en su amor nos complacemos y con su luz seguimos salvándonos, seguimos siendo parte de esta ola anómala que reformará el mundo y nos conducirá hacia el Infinito porque hemos entendido quien habla por su boca y guía sus pasos.


Con inmensa gratitud y asombro por las gracias que el Cielo nos ofrece
Francesca
5 de julio de 2021

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