De Paolo Caronia
Oh Virgen, por tu bendición toda criatura es bendecida *
El cielo, las estrellas, la tierra, los ríos, el día, la noche y todas las criaturas que están sometidas al poder del hombre o dispuestas para su utilidad, alégrate, oh Señora, de haber pasado por ti en cierto modo resucitado al esplendor que tenían. perdido, y haber recibido una nueva gracia inexpresable. Todas las cosas estaban como muertas, porque habían perdido la dignidad original para la que estaban destinadas. Su propósito era servir al dominio o las necesidades de las criaturas de las que se espera que alaben a Dios. Fueron aplastados por la opresión y habían perdido vitalidad debido al abuso de quienes se habían hecho siervos de los ídolos. Pero no estaban destinados a ídolos. Pero ahora, casi resucitados, se regocijan de ser gobernados por el dominio y embellecidos por el uso de hombres que alaban a Dios.
Se regocijan como de una gracia nueva e inestimable, sintiendo que Dios mismo, su Creador mismo, no sólo los sostiene invisiblemente desde arriba, sino que, visiblemente presente entre ellos, los santifica haciendo uso de ellos. Estos grandes bienes provienen del fruto bendito del vientre bendito de la bendita María.
Por la plenitud de tu gracia, incluso las criaturas que estaban en el infierno se regocijan con la alegría de ser liberadas, y las que están en la tierra se regocijan en ser renovadas. De hecho, por el mismo hijo glorioso de tu gloriosa virginidad, todos los justos que murieron antes de su muerte vivificante se regocijan, liberados de su cautiverio, y los ángeles se regocijan porque su ciudad en ruinas es renovada.
Oh mujer llena y desbordante de gracia, toda criatura reverdece nuevamente inundada por el desborde de tu plenitud. Oh virgen bendita y más que bendita, por cuya bendición toda criatura es bendecida por su Creador, y el Creador es bendecido por toda criatura.
A María Dios le dio a su Hijo único que había engendrado de su seno igual a él mismo y que amaba como a sí mismo, y de María formó al Hijo, no a otro, sino al mismo, para que según la naturaleza fuera el único y el mismo hijo común de Dios y María. Dios creó cada criatura, y María engendró a Dios: Dios que lo había creado todo, se hizo él mismo criatura de María y así recreó todo lo que había creado. Y aunque había podido crear todas las cosas de la nada, después de su caída no quería restaurarlas sin María.
Por tanto, Dios es el padre de las cosas creadas, María la madre de las cosas recreadas. Dios es el padre de la fundación del mundo, María la madre de su reparación, ya que Dios engendró a Aquel por quien todo fue hecho, y María dio a luz a aquel por quien todas las cosas fueron salvas. Dios engendró a aquel sin quien nada es absolutamente, y María dio a luz a aquel sin quien nada es bueno.
De Verdad contigo está el Señor que quiso que todas las criaturas, y él mismo, te debieran tanto.
Discursos "de San Anselmo, obispo (Disco 52; PL 158,955-956) editado por Paolo Caronia
Paolo Caronia
8 Dicembre 2020
Mensajes Adjuntos:
8-12-20 La Inmaculada Concepción
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