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gretath1Por Francesca Bianchin

Los viernes para el futuro, el Friday for Future de Greta, nacieron el 20 de agosto del 2018, cuando la joven sueca, sola, empezó a manifestarse en su ciudad contra la contaminación; después de unos meses, muchos jóvenes del mundo comenzaron a responder a su protesta y se unieron a ella, lo que condujo al gran evento internacional del 15 de marzo del 2019. Este evento fue seguido por otros, con Greta y otros jóvenes invitados a varios parlamentos, incluidos los europeos y las Naciones Unidas, y a la cumbre climática de septiembre, que concluyó con buenas propuestas pero con poco compromiso, con muchos apretones de manos, muchos aplausos de los políticos pero pocos hechos y muchas ofensas a esta joven por parte de diferentes políticos y periodistas, de gente común, que llegaron a llamarla gretina, hasta a decir que estaba manipulada, que no había ningún problema climático, llegando algunos, como Trump, a llamar a los ambientalistas profetas de la fatalidad.

El mundo luego descubre, el 31 de diciembre del 2019, una epidemia de gripe en China, mortal y muy contagiosa, en uno de los países más contaminados del mundo, uno de los países en los que las protestas de los jóvenes no importaron nada.

Al principio parecía preocupar sólo a China, con el paso de las semanas quedó claro que todo el mundo estaba en riesgo de verse involucrado en esta epidemia que luego se convirtió en pandemia.

A lo largo del año 2019, millones de jóvenes se manifestaron en todo el planeta por su futuro, para obligar a los Estados, gobiernos e industrias a hacer algo para reducir las emisiones de carbono y gases de efecto invernadero, antes de lo irreparable, antes de la destrucción de la flora y de la fauna, de nuestra propia vida, pero su voz no fue escuchada, hasta que sucedió lo impredecible, China, luego Italia, luego España, luego otros Estados, fueron obligados por el Covid 19 a cerrar las principales industrias contaminantes, a las personas a quedarse en casa, encerradas en los hogares, que parecen haberse convertido en nuestras cárceles. Ahora estamos bajo arresto domiciliario, con millones de autos detenidos en los garajes, y esto ha llevado a China a reducir los niveles de dióxido de nitrógeno, gases nocivos emitidos por vehículos automotores e industrias; en Italia sucede lo mismo, en el valle del Po, el aire se está volviendo respirable.

Entonces, el grito de Greta, ese grito desesperado de millones de jóvenes que no fue escuchado por los adultos, parece haber sido recepcionado por el Cielo, por la Madre Tierra, y es impresionante porque hace sólo un año millones de jóvenes salieron a las plazas para intentar frenar esta forma de vida, para dejar a las generaciones futuras un planeta habitable y no muerto, un año de alabanzas y de insultos por parte de muchos y, al Cielo, al Destino, a Dios, llámenlo como quieran, le tomó muy poco responder a este sincero llamamiento, o tal vez Greta fue sólo una oportunidad para que el planeta cambiara antes de que la bomba cayera y, como el mundo no la escuchó, la bomba explotó.

Ahora depende de nosotros comprender lo que está sucediendo, como una posibilidad para no volver atrás, una posibilidad de que allí alguien nos esté obligando a tomar decisiones por el bien de nuestros hijos, por el futuro del planeta, tenemos la oportunidad de revisar las prioridades, de revisar el sistema de nuestra sociedad basado en el capitalismo, en el dinero pero, si todo vuelve a ser como antes, la próxima vez no será una simple bomba la que explote, sino una bomba atómica, y no será suficiente con encerrarnos en casa e ir una vez por semana a hacer las compras para eliminar al virus, porque la próxima vez no habrá más compras que hacer, ni siquiera haciendo cola como ciudadanos ejemplares.

Hemos reencontrado el tiempo para pensar

el tiempo para aburrirnos

el tiempo para el dulce hacer nada

el tiempo de la amabilidad

hemos descubierto que somos vulnerables

que no tenemos al mundo en la mano, sino que es el mundo el que nos tiene en su mano

hemos descubierto que somos frágiles

hemos descubierto que el hombre tiene sus límites

hemos descubierto que la vida vale más que todo el resto

pero debíamos haberlo entendido hace un año, debimos detenernos ese 15 de marzo del 2019, cuando millones de jóvenes gritaron en todas las plazas, devuélvannos el planeta, devuélvannos el futuro, porque no tenemos un planeta B, pero no nos detuvimos, no los escuchamos y ahora el planeta nos detuvo, ahora un pequeño virus invisible ha detenido a países enteros, ha limpiado el aire y ha reducido los gases de efecto invernadero.

Francesca Bianchin

23 de marzo del 2020