Por Erika Pais

“Aludiendo a la perfección del Hombre y a la obtención del bien más preciado que pueda haber en este mundo, el más sabio de los hebreos presenta así las palabras de su amada: Me senté a la sombra de aquel al que yo deseaba"

Giordano Bruno. La Sombra de las Ideas.

Un cuerpo lacerado, gotas de sangre que coagulan el dolor y la Pasión en un instante eterno perfumado de ausencias que llenan un espacio.

El dolor agudo que penetra el cuerpo y somete la carne atacando el sistema nervioso que como máquina perfecta cumple su función de alterar los sentidos, de romper un equilibrio, de poner en alerta al organismo.

Un quejido suave e inevitable escapa de sus labios para materializar el sufrimiento y volverlo escuela, enseñanza, para imprimirlo en el archivo de los tiempos y en el proceso interior de las almas que estábamos allí presentes. No por mérito sino que por una invitación espontánea propuesta por un diseño divino para ser multiplicadores fieles de un acontecimiento Celeste.

“¿Cómo es posible que aquello mismo cuyo ser no es propiamente lo verdadero y cuya esencia no es propiamente la verdad posea la eficacia y el acto de la verdad? Le basta pues y le sobra con sentarse a la sombra de lo bueno y lo verdadero"

Sufrimiento por Amor, por Justicia, por Orden Divino. Sufrimiento que tiene un tiempo físico y temporal de 30 años pero que encarna más de 2000 años de ceguera humana. El cuerpo duele, quema, se desmorona, el corazón late, la respiración se acelera, porque hasta inspirar duele. La voluntad, tesoro divino otorgado por el Padre, que habita en esa materia formada por milagrosas y minúsculas partículas que esconden un universo casi desconocido gobernado por sus propias leyes lejos de las del Hombre, abandona el vehículo que pilotaba.

“El hombre viviente es vanidad, todo es vanidad y lo que es verdadero y bueno es único y primero"

Si, la voluntad desaparece realizando el Milagro, expresando el mensaje invisible a los ojos de muchos, venciendo al mundo al superar el instinto causante del mal que lo gobierna volviéndolo salvaje.

El instinto de supervivencia.

Sombra oscura que se cierne sobre nuestra alma encadenandonos a la ignorancia perenne entorpeciendo nuestra unidad con el TODO.

“La sombra no es lo mismo que las tinieblas pero si es un vestigio de las tinieblas en la luz o de la luz en las tinieblas…o esta compuesta de ambas..”

Por supervivencia matamos, por supervivencia hacemos la guerra, por supervivencia mentimos y por supervivencia sometemos a los nuestros. Somos gobernados por la vigencia de nuestro cuerpo, convirtiéndonos en esclavos del tiempo y de una limitación absurda, sembradora de putrefacción, de perversión, de oscuridad y miedos.

Pero él, solo, aislado en una habitación de hotel, una vez más y por todos nosotros, por las estrellas del Cielo, por los niños, por los cometas que fecundan los soles, por los Justos que donan su vida, por el Orden Divino de todas las cosas, es capaz de renunciar a su voluntad volviéndose único, dejando de ser un instrumento para transformarse en el Mensaje y el Mensajero en sí mismo y al mismo tiempo. El Sangra una vez más . Y en el Cielo las Potencias celebran ese acontecimiento del que quieren ser testigos todos los seres de las dimensiones superiores.

En ese Acto de sacrificio maravilloso, es devuelto al Padre y en nombre de todo lo Creado el Don que nos hace únicos. La Libertad. Si La libertad. Porque naturalmente el Hombre evita el sufrimiento, evita morir, evita lacerar su cuerpo como si fuera el vivir la materia la razón de su existencia. Y es el sentido de la libertad que le permite elegir sufrir o no.

Pero el renuncia a ella y a poder elegir.

En una habitación de hotel, el muere sin saber si esa será la última que muera y no despierte, sin saber si se podrá levantar, sin saber si podrá superar el dolor o si el dolor lo vencerá finalmente, el muere una y mil veces sin hacer su voluntad, sino la del Padre.

En una habitación de Santiago de Chile, una tierra maldita por la división y la violencia pero bendecida por una naturaleza exuberante y magnífica, revive por enésima vez. Y se levanta y camina hacia nosotros tambaleante, exhausto, pero siendo, un hombre feliz.

Nosotros consternados, intentando comprender, acompañar, consolar, siendo como amantes que se encuentran por primera vez, perturbados y enamorados al mismo tiempo de su Luz balbuceamos palabras que difícilmente en ese momento sean suficientes para aliviar el martirio que acaba de padecer. Sentados allí bajo la sombra de nuestro maestro intentamos comprender el mundo de las ideas y sus luces. Intentamos ser dignos recordando todo lo que fuimos y somos y podremos llegar a ser si nos mantenemos a su lado. Intentamos entender el misterio que se esconde detrás de cada acción, palabra y emoción que emana de su Ser durante su existencia y su diario vivir.

El sentado en un sillón se recupera de la muerte de su físico y el enésimo Renacimiento en la Tierra de su espíritu. Sus ojos que evitan mirarnos directamente para no ver nuestros pecados, expresan la Gnosis. Y si eres capaz de ver puedes sumergirte a través de la luz que ellos emanan en la Verdad eterna y Única. Es apenas un segundo en que aún su Ser está entre el Cielo y la Tierra, y en el que aún el perfume Cristico embarga su humanidad como vestigio y señal de la presencia de Aquel que prometió volver, en el que la puerta no está cerrada que puedes colarte peligrosa y atrevidamente en ese mundo que aún está vedado para nosotros.

…”no olvides que como la sombra tiene algo de la luz y algo de las tinieblas, cualquiera está bajo la sombra de dos tipos, bajo la sombra de las tinieblas es decir de la muerte que acaece cuando las potencias superiores se marchitan, se inactivan sometiéndose a las inferiores cuando el alma se consagra únicamente a la vida del cuerpo y los sentidos y también bajo las sombras de la luz cuando las Potencias inferiores se someten a las superiores que aspiran a lo eterno y lo más excelso”…

Y cuando te cuelas por esa puerta todas tus miserias se manifiestan y te abandonan. Y tu respiración se acelera, tus pensamientos se nublan y todo se completa y se realiza dentro de ti. Ya no eres tu, eres el con su sufrimiento y su esencia y el es tu. Si entras en esa sintonía altísima pero alcanzable porque esta manifestada para que puedas interpretarla una ola te arrastra hacia la presencia del Padre y ya no sientes nada, porque frente a El y con El no existen los sentidos. Eres todas las cosas y eres el tiempo, eres el espacio. No existen los pensamientos, no existe el dolor, no existe la esperanza porque la Verdad es la certeza y único destino, eres consciente de lo bueno, de la luz, de la eternidad. Y testimonio de lo malo porque habita en ti. Eres parte del equilibrio perfecto y puedes ver que en realidad no existe el caos porque la Creacion es perfecta. Lo que entendemos como caos es parte misma de ese equilibrio. No sientes emociones ni beatitud porque tu mismo eres una emoción y eres beato por ser parte indivisible del Padre y desarrollas que la beatitud es un estado anterior a la consciencia de ser en El.

En ese instante con el eres la gnosis manifestada, eres sus ojos que evitan mirarte, eres la sangre que ves en su cuerpo, eres su aire, su saliva, eres las palabras que susurra despacio y dolorido, eres la ropa que viste y el latido de su corazón, eres el perfume que emana. Y cuando ese instante pasa y la puerta se cierra comprendes porque se produce el prodigio. Porque el acepta con disponibilidad absoluta el sacrificio y devuelve Su voluntad al Padre, porque esta dispuesto a morir mil veces viviendo la crucifixión. Comprendes el regalo que nos hace y te hace.

Comprendes que no lo hace para el o por el, comprendes que su misión la hará de todas formas y su filosofía está escrita en el viento que sopla a su espalda cuando camina. Que todo lo que debes saber para alimentar el proceso material del intelecto ya ha sido dicho de varias maneras y en todas las metáforas. Pero entonces¿ por que continúa Sangrando? Porque expone su cuerpo a semejante dolor Divino. No es por el no. El no lo necesita. Su alma no lo necesita, su espíritu no lo necesita, no es su prueba. Lo hace por nosotros.

El abre y conecta los mundos para nosotros. Para que podamos ver.

“…porque el velo con el que Moises cubría simbólicamente o en sentido figurado, su rostro, (en realidad cubría figuradamente el rostro de la ley) no servía para engañar, sino para hacer ascender ordenadamente los ojos humanos que sufren daño si de repente son elevados de las tinieblas a la luz…”

Durante 30 años las puertas al Cielo, a la Verdad y al TODO han sido abiertas por unos instantes, para que nos animemos a entrar y a percibir aunque no lo entendamos. A leer el universo y beberlo de un solo trago. Y vivir que ese universo es apenas una ínfima parte de lo que existe y lo que podria existir. De lo creado y lo que podría ser creado. Del espiral infinito en el que somos y nos manifestamos en miles de formas y en cientos de tiempos y en muchos espacios. Durante 30 años el Cielo y la Tierra se han tocado a través de el. El filósofo, el loco, el alegre, el déspota, el misericordioso, el genio, el ignorante, el falso profeta, el Cristo encarnado, el maestro, el alumno, el amigo, el hermano, el esposo, el padre, el egoísta, el interesado, el humilde, el egocéntrico, el cínico, el instrumento, el mentiroso, el profundamente incomprendido y llamado de mil maneras, el Justo.

El que sus frutos frescos hoy son semillas fértiles aún en campos áridos y que crecen aún sin agua, y resisten aún sin protección porque son frutos del Servicio, de la consciencia, de la coherencia Real y no de la falsa moral producto de las sombras.

Y porque lejos de un fanatismo o idealización propio de un alumno por su maestro, son las acciones las que resisten cualquier análisis que intente destruir una verdad que golpea a la cara. Son esos 30 años los que hablan.

Hoy 30 años después, a aquel Maestro que hizo crecer el Amor, la vida misma, la Justicia bajo la sombra de las ideas, le llegó el momento de realizarse a sí mismo, de completar su círculo, de saborear la vida, de sentir el aroma de sus frutos y admirar el color profundo de la cosecha. De manifestar su potencia y trasmitir su orden. De ser protagonista y testigo al mismo tiempo del epílogo de su Obra, de ser finalmente y profundamente un hombre feliz.

Gracias Maestro.

Erika País.

4 de septiembre 2019