Todo lo importante sobre este mundo es lo que refleja al cielo en sí. Lo que refleja al universo, al cosmos; aquello lo cual expresa ser influenciado por Dios.
Si miro a mi alrededor, me doy cuenta de la estrategia del mal. Veo como se esfuerza por cobrar importancia, invirtiendo más y más cosas que ocupen más y más lugar, por estancar más y más energía. O por hacer que lo que alguna vez reflejara al cosmos sea sustituido por la muerte, por el vacío, por lo artificial, lo adulterado. Manipulando las sustancias y torturando al extremo... pretendiendo extinguir la Vida de la faz de la tierra.
Pero veo también que todo eso se esfuerza tanto y cada vez más porque reconoce y sabe que todo aquello que refleja al cosmos no necesita estrategias, no genera esfuerzo... Es, vive, brota, resurge, mueve, penetra, inunda, desborda, fertiliza, alimenta, se entrega, ama y no tiene miedo... no tiene tiempo, no sabe más que ser y obedecer a eso.
Suyo es el ritmo, la armonía y la perfección.
Ante esto, todo mal está condenado a morir, a abandonar su existencia, a unirse a la vida, por más esfuerzos que haga.
Cecilia Mercado
27 de Enero 2019