Por Michela Raddi
¿Qué puedo ofrecerte Señor?
Yo, tan miserable, frente a Tu potencia.
¿Cómo puedo honrar Tu venida al mundo, tus enseñanzas y tu sacrificio de amor?
Me arrodillo ante Ti, en el altar de mi alma.
Te ofrezco a mi mismo, Señor.
Ninguna riqueza o grandeza.
Sólo mi pequeña vida.
Te ofrezco mis debilidades, mis heridas para sanar, las lágrimas para secar
Te ofrezco mis caídas, mis errores para corregir
Los esfuerzos que Tu puedes consolar.
Te ofrezco mi corazón, para que Tú puedas encontrar en él un nuevo hogar.
Mis humillaciones, las ofensas y las incomprensiones.
Te ofrezco mis vergüenzas, miedos y temores.
Te ofrezco las aflicciones, los pesos y los dolores para consolar.
Te ofrezco a mi mismo, Señor.
Mi vida a Tu servicio, mi voluntad dulcemente sometida a la Tuya.
Te ofrezco el deseo y el entusiasmo de seguirte y de dar voz a la Verdad.
Te ofrezco a mi mismo Señor, como si fuera Tu misma respiración.
Michela Raddi
6 de enero 2019