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mondobambini200Primera lección a cargo de Alice Valeri

Por Riccardo Bertinelli

El jueves por la tarde es una cita fija para nuestro grupo de Gubbio, en la que hablamos de muchos temas. En este caso hemos invitado a Alice para profundizar las temáticas necesarias para garantizar una educación y un crecimiento correcto del niño.

Son alrededor de las 21:45, todo está preparado para dar una lección que resultará ser extraordinaria...

... En sus primeros 3 años el hombre se gana, sobre la tierra, las capacidades que le dan las posibilidades de volverse un ser humano, que son: en el primero año la de caminar, en el segundo hablar y finalmente en el tercero la más maravillosa: el nacimiento del pensamiento.

El recién nacido en los primeros nueve meses vive los primeros contactos con el mundo exterior, mientras que antes todo era filtrado a través de su mamá y precisamente por ello, durante el embarazo, la futura madre debería vivir en un entorno lo más natural posible y los más pobre de estímulos posible. De esta forma ayudará a evitar que nazcan niños super activos, recordando siempre que ya absorben todo: la poca relación con las personas, la música que escuchamos, los ritmos laborales y todo el estrés que produce nuestro esquema de vida frenética y caótica; todo esto se manifestará después en el recién nacido.

Apenas nacido todos sus sentidos son estimulados fuertemente, sobre todo el del tacto, porque mientras estaba en el claustro materno, dando pataditas, logra comprender que él tiene límites . Por eso mismo, el vendaje, que hoy ya no se usa, tiene una importancia fundamental, ya que da la posibilidad de percibir estos límites, le relaja, favorece el sueño y una menor actividad motora y vocal. Cuando él mismo logra quitarse los vendajes significa que está listo para seguir sin ellas, además otro punto a favor es poder llevarle siempre con nosotros. Estando en contacto con la mamá no necesita llorar para llamar su atención, se siente seguro y percibe a su alrededor el calor, el frío, la respiración, el latido, la fatiga de caminar y el balanceo. Así se favorece la unión con la madre y el bebé se siente satisfecho, amado. La mamá puede entender las necesidades de su propio hijo y todo ello mejorará la unión que tendrá que ser fuerte cuando el niño se convierta en un jovencito. En el cochecito todo esto no sucede, allí se encuentra en un mundo falso y falto de estímulos.

Si esta unión no se construye con el tiempo, cuando le toque afrontar ciertas dinámicas, no será capaz de relacionarse con nosotros y no nos hará partícipes de su vida.

A menudo imponemos al niño nuestros ritmos, le sobre-estimulamos y pretendemos verle crecer y adquirir capacidades velozmente. Es un error. La regla es respetar sus ritmos, ayudarle, pero tendrá que ser él con su tiempo a hacer sus conquistas.

En el fondo, se crece tan rápidamente, que ¿por qué acelerar el proceso?.

Después del nacimiento tiene una movilidad que todavía no está organizada y hace pequeños movimientos, sobre todo con las piernas sin ninguna finalidad, y es así que empieza un proceso que llevará al lactante a caminar en posición erguida. Apenas deja la envoltura ya está listo para moverse y hay que ayudarle con ropa cómoda evitando vaqueros y esas prendas que de alguna forma impide el movimiento. El aprendizaje del caminar responde a leyes precisas que tienen origen en la cabeza y en el cuello, que se extienden hasta las piernas y a los pies, a través del pecho, los brazos y la espalda. El desarrollo es gradual: empieza teniendo alta la cabeza, luego logra mover los brazos y con las manos agarra las cosas, al final descubre las piernas, se sienta y poco a poco se pone de pie intentando dar los primeros pasos. Así conquista el espacio y con eso pone punto final a su condición de lactante.

Tiene que hacer sus conquistas libremente sin que se le compare nunca con ningún otro; lo que podemos hacer es crear a su alrededor un ambiente lo más sano posible.

El crecimiento en todos sus factores el niño puede cumplirlo de dos maneras: de manera gradual o con impulsos repentinos. Como hemo dicho, acelerar las etapas del niño es dañino y, al revés, se corre el riesgo de ralentizarlo. Las fases principales del movimiento son el rodar, si pones al niño en el suelo él rueda a la derecha y a la izquierda y aprende a sentarse, después se arrastra como una pequeña serpiente, pone una pierna debajo del culito y se empuja con la otra, aprende a sentarse para después gatear. Cuando se sienta, hacia los nueve meses, se puede empezar a dejar de darle de mamar.

Respetando estas fases de desarrollo él pone en movimiento correcta y naturalmente todos los músculos necesarios para la coordinación y todo lo que concierne el movimiento. Y que en fin también concernirá el aprendizaje del lenguaje y de su emotividad. Adelantando estas fases, por ejemplo usando el sillón o el andador, se les priva del placer de conquistar ese éxito, se acostumbra a recibir incluso antes de haber deseado y no se le permite el correcto desarrollo de los músculos necesarios para esa particular acción.

Desarrollará la necesidad de ser ayudado constantemente, de tener todo enseguida y no tendrá la capacidad de saber esperar y de saber levantarse. Tiene que aprender a experimentar y nosotros tenemos que garantizárselo.

El segundo paso es el aprendizaje del lenguaje y el hablar.

El lenguaje del hombre aparece de tres formas:

cómo expresión de lo que vive como ser animal;

cómo expresión de la facultad que puede atribuir un nombre a todas las cosas del mundo;

cómo expresión de aquella potencia que intenta encontrarse a si misma en el hablar, a través de este proceso el lenguaje se confronta con si mismo y con los demás.

& La palabra que se pronuncia en el espacio y que queda sin respuesta desvanece y se dispersa, se apaga y el mutismo es la consecuencia. &

Inicialmente hace sonidos, luego escuchando las palabras inicia a imitarlas de manera insensata, y después las asocia con las cosas. A todo esto le precede el gritar. El niño de 3 meses hace un balbuceo que le permite desarrollar la musculatura y absolutamente no hay que interrumpirlo nunca. Además hay que saber que cuando nosotros le hablamos al niño él percibe una gran cantidad de situaciones. Por ejemplo cuando la mamá le dice una cosa dulce y le acaricia el niño no siente sólo las palabras; en él resuena interiormente el modo en que se le ha dicho esa palabra, por lo tanto nosotros tenemos que tener mucho cuidado con nuestros gestos. Tendrán que ser suaves, firmes y tranquilos. Se tiene que presentar todo de forma lenta, con una calma que para nosotros es innatural, pero eso le permite vivir la calidad de ese gesto por completo. Si la lentitud de los gestos es fundamental imaginemos el daño que puede provocar un simple vídeo del celular.

El niño logra ver lo invisible detrás de nuestros gestos. Nosotros tenemos que lograr que lo invisible que está dentro de él se manifieste.

Las palabras hay que acompañarlas siempre con gestos que tendrán que ser sinceros y congruentes con lo que se está diciendo. Estamos acostumbrados, a causa de nuestra educación, a decir cosas no verdaderas a las que el cuerpo no sabe mentir, esto él lo comprende y no queda bien.

Cuando empieza a hablar entre los 12/14 meses pronuncia palabras que tienen muchos significados y siempre los reconduce a algo que él quiere o que le concierne.

Desde los 18 a los 24 meses nombra las cosas. Nombra todo y es invadido por la alegría de los nuevos descubrimientos. Entra en el mundo y aprende muy velozmente una gran cantidad de palabras, por esto es importante hablarle correctamente, inicialmente decir ‘papilla’ está bien, luego tendremos que utilizar las palabras correctas como comida, cena, pasta, etc...

Está bien hablar con el lenguage de mamá en los primeros meses, es decir con palabritas dulces y sencillas, pero con el pasar de los meses tendremos que llamar las cosas, siempre dulcemente, con su nombre correcto y con un léxico cada vez más rico.

& El lenguaje del niño inicia a ser consciente de sí mismo y se desarrolla en el alma. Él juega con la lengua y con sus palabras como si fueran las más bonitas pelotas de oro que se le tiran y que desde ese momento le pertenecen. &

En efecto poco a poco aprende el idioma sin fatiga divirtiéndose.

El lenguaje forma el pensamiento, por lo tanto la construcción sintáctica correcta de una frase lo ayudará a tener un modo de pensar lineal y un razonamiento correcto cuando será mayor.

Cuando nosotros hablamos nuestra lengua dentro tiene la energía de pueblo y las vocales transmiten la emotividad mientras las consonantes forman la palabra, por lo tanto si el niño puede escuchar también otros idiomas le damos diferentes características y por eso el aprendizaje hay que verlo cómo un enriquecimiento interior y un perfecionamiento del pensamiento y no para darle un conocimiento y nada más.

& El niño lanzará la paloma de los primeros pensamientos apenas haya conquistado la seguridad en hablar. Hablar, como un arado que trabaja en el campo del alma de modo que en los surcos abiertos se puedan echar las semillas de los futuros actos de pensamiento. Cuando comiencen a ser formuladas las primeras frases el niño habrá formulado su pensamiento. &

Por esto es importante hablarle siempre, contarle historias, cuentos y demás.

& En el primer año el niño erigiéndose en la posición erguida ha aprendido a distinguir la experiencia del ambiente que le rodea del de su misma existencia; en el segundo año en decir y nombrar las cosas, ha puesto un orden inicial en la desordenada multiplicidad de la experiencia del ser. &

Esta fase es muy importante ya que vive en el período del orden y es importante que lo sea también el ambiente que le rodea.

& Así como exteriormente el niño adora construir cadenitas que va haciendo él mismo, hasta un determinado nivel, hilvana las palabras y las frases primitivas y ordena según los distintos colores, el mundo exterior e interior. &

En el tercer año se vuelve consciente. Se observa a si mismo y el mundo y para ello se necesitan muchos presupuestos; le sirve un lenguaje cada vez más rico en adjetivos y verbos que conjuga correctamente sin necesidad que se le enseñe, comprende el pasar del tiempo a su alrededor y después de ello hay un primer despertar de los recuerdos y de la memoria. Si hacéis caso el niño primero habla de sí mismo llamándose por nombre, & Francisco hace &, luego dice & a mi & y al final & Yo &, y a partir de aquí se le podrá educar en las expresiones no positivas aprendidas en los años anteriores.

A partir de los tres años inicia a jugar mientras antes, sencillamente, agarraba los juguetitos a su alrededor, ahora a esta edad, imita el mundo de los adultos aumentando su fantasía. El juego es terapéutico, vierte en él todas las situaciones que vive, por ejemplo si los padres pelean lo revive en el juego y eso le cura. Y' importante observar el juego, podemos entender algunas dinámicas que deben ser modificadas en nuestro modo de relacionarnos con él. En esta fase el modo mejor para hacer que se sienta querido y amado es jugar lo más posible y hacer todo lo que nos pide. Tenemos que favorecerlo y al final confiará en nosotros, porque entenderá que sinceramente en el alma queremos estar con él.

Steiner dice: & La persona adulta tiene una gran importancia para ellos. Al adulto le miran con admiración. En su presencia experimentan como él programa su vida en casa, en la calle, en las tiendas, en la relación con otras personas, etc...; como se preocupa por la familia, por la casa, como domina la técnica. Todas estas experiencias le estimulan para ser activos en lo que nosotros llamamos jugar. &

El niño en los primeros siete años debería tener esta veneración hacia el adulto. Después, de adulto, hara que nazca y crezca en él la veneración por el conocimiento y la verdad.

Por este motivo no necesita muchos juegos. Bastan pocos elementos del mundo de la naturaleza como piñas, conchas, pedacitos de madera, porque la naturaleza nos da todo: múltiples formas, superficies, consistencias, olores, colores y pesos específicos. Cosas naturales generalmente y también hojas y crayolas porque la crayola no crea el borde, el confín bien definido, él tiene que estar libre de dejar sobre la hoja una huella de sí y no una señal neta como lo crea el rotulador. Para reproducir los objetos que nos ve utilizar todos los días siempre utilizamos juguetes de madera, evitando el plástico. Tiene que entender que los objetos se pueden romper si se utilizan mal, aprenden así a moverse y a utilizarlos específicamente.

El espacio dentro del que juega tiene que estar en orden, libre y a su medida: él tiene que elegir qué objetos tomar y es responsable de reordenar, por tanto todo tiene que ser accesible para él. Siguiendo estas simples reglas le daremos interiormente la posibilidad de ser activo interiormente.

En el juego del niño nace por lo tanto la fantasía, pero es la fantasía misma la que anima el juego.

& Cuando el niño mueve los brazos, corre, salta o escala es como si estuviera directamente y naturalmente envuelto en una historia que a menudo inicia o acaba a trozos y a jirones, empieza sin acabar y acaba sin haber iniciado. Pero es justo este el encanto de todos los juegos, no tienen un objetivo, pero sin embargo tienen lugar. &

Al fin del tercer año habrá cumplido una tríplice conquista. Logrará recordar. Organizará y construirá frases y coloquios reales y por fin logrará aprovechar la fantasía. Todo esto le llevará a pensar.

A través del recuerdo, el hablar y la fantasía crece el más grande regalo ofrecido al hombre. Conocer. En este proceso de despertar el ser humano se vuelve consciente de si mismo y por este motivo el niño inicia a decir & YO &.

Estamos al final de este primer bonito viaje dentro del mundo del niño.

Muchos pensamientos en mi mente.

Éstas deberían ser nociones aprendidas por cada uno de nosotros desde joven edad, en cambio se descubren casi por casualidad, por la suerte de haber podido invitar a una persona sabia y preparada.

Me siento llamado en causa cuando el Maestro gritó & Atentos guías ciegas &, ya que somos cómplices; estando engañados no nos hemos emancipado y por generaciones hemos creado un ser humano cada vez más enfermo y diabólico.

Al mismo tiempo siento una renovada sed de conocimiento, el deseo y la compresión de tener que empezar nuevamente de las pequeñas cosas; de esos descubrimientos & infantiles & que, creo, todos nosotros deberíamos experimentar de nuevo.

Un capítulo del evangelio retumba en mi mente:

Matteo 18, 1-5

En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo: &¿Quién es, entonces, el mayor en el reino de los cielos? Y El, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así pues, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. &?

Tenemos que volvernos niños.

En fe

Riccardo Bertinelli
11 de diciembre de 2018