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testa 2016enespañol

recuerdoPor Juan Manuel Ferreira

En nuestro viaje a Italia, a otra tierra y realidad, vivimos cosas asombrosas, desde lo más humano, hasta lo más profundo.

Despertar y estar rodeado de tus hermanos y que cuando se hace la noche y te vas a dormir, aun seguían ahí, a tu alrededor.

Compartir cada momento con cada persona, nos llenaba.

Recuerdo el día del espectáculo en Palermo, al llegar al lugar, los nervios iban creciendo cada vez más en todos nosotros, pero más aún en Sonia. Aun así, se podía notar la seriedad en cada uno, haciendo su parte del trabajo. Unas horas antes de que comience, comencé a grabar con mi celular, preguntándole a cada chico como se sentía, si se sentían preparados. Resulta que la mayoría me dijo que sí, que si se sentían así. Yo no me sentía preparado, pero al mismo tiempo tenía una actitud orgullosa, como si superara los nervios rompiendo una barrera y al hacerlo, al subir al escenario sentía paz por dentro y exaltación por fuera. El tiempo pasaba rápido, y el sonido de los aplausos reconfortaba.

Bajé del escenario y lo más lindo lo encontré ahí, cuando bajé, me esperaban mis hermanos, mis amigos, un equipo.

Ese día aprendí que nuestros límites los ponemos nosotros mismos.

También recuerdo el espectáculo que hicimos en el camping de Friuli. A la misma hora que comenzaría el espectáculo estaba anunciado una tormenta. Era un lugar de niños, y los chicos cada vez tenían menos ganas de hacerlo. Cuando comenzamos, en los primeros monólogos comenzó a llover muy despacio, haciendo que no pudiéramos continuar. Detrás del telón había como un ambiente de no querer hacerlo. De repente, un entusiasmo se genera en segundos en nosotros de no querer terminar nunca el espectáculo. Cuando seguimos adelante, a los 3 o 5 minutos deja de llover justo donde nosotros estamos, pero alrededor nuestro estaba lloviendo. Yo creo que eso fue nuestra disponibilidad sobre cualquier cosa y la voluntad de fuego que vi en muchos. Cuándo terminó el espectáculo, mucha gente de diferentes edades quedó emocionada, incluso muchos chicos quisieron formar parte de Our Voice.

Ese día aprendí que nunca hay que rendirse, por mas difícil que sea.

Lo que no se borra de mi memoria son los días en el Etna, realmente intensos.

Una mañana nos levantamos para poder ir con Giorgio y las otras personas que nos acompañaban, al lugar donde Eugenio tuvo el primer contacto, para poder ver y conocer donde empezó todo.

Llegamos a la entrada, donde teníamos que caminar a pie un camino no muy largo, lleno de rocas de diferente tamaño, yo iba caminando junto a Diego y en un momento pisé una de estas rocas, era mediana, y me dolió.

Y enseguida un pensamiento vino a mi mente y miré a Giorgio, que iba delante mío, y me pregunté, si a mí me duele, ¿Cuánto le dolerá a él?

Aun así, con una sonrisa en su rostro, yo le veía caminar, contándonos la historia de su padre, de pie y feliz.

Yo solo lo observaba, y adentro me sentía enamorado, agradecido.

Me cuestionaba, ¿Cómo es que siempre nos da tanto?, y eso me inspiraba a querer intentarlo.

Ese día entendí, que este camino nos pide el sacrificio, tanto en la materia como en el espíritu.

A veces hay que sacrificarnos, incluso sacrificar nuestros sentimientos, para poder romper nuestros límites humanos, y seguir adelante sin rendirse.

En la noche nos dirigimos al mismo lugar, esta vez nos acompañaba mucha más gente, hacía frio y llevamos pocos sobres de dormir y pocas frazadas. Al llegar todos comenzamos a mirar hacia el cielo, esperando que pase algo, escuchábamos el ruido de la naturaleza, hasta que algunos vieron un flash en el cielo, yo no lo llegué a observar.

En un momento algunos de los chicos tiraron sobres de dormir, se acostaron y se taparon, luego todos los chicos nos unimos, quedando apretados para que ninguno se quede sin frazada.

Todos seguían mirando hacia el cielo y Giorgio nos mira, y dice, "míralos... este es el verdadero avistamiento". Y en ese momento yo me pregunté, ¿Que más necesito ver? si ya lo vi todo, lo que más importa al final es nuestra unión, y yo creo que Giorgio se refería que el avistamiento era la unión.

El día que retornábamos a Sant'Elpidio, salimos temprano, ya que nos esperaban muchas horas de viaje, no me acuerdo cuantas fueron, pero fueron muchas. Al caer la noche, paramos en una estación de servicio para poder cenar y descansar un poco. Dormíamos en autos, que para mí que soy alguien alto era muy incomodo. Algunos dormían... como podían, y otros nos quedamos despiertos gran parte de la noche conversando.

Cuando amaneció, a las 9 de la mañana se despierta Giorgio, con una sonrisa y transmitiéndonos felicidad, y nos pregunta, "chicos ¿Como durmieron?" y entre dolor de espalda y piernas, le dijimos que dormimos bien, y él respondió, "Yo vivo así hace 15 años" y se reía.

Y yo pensé, ¿De qué me quejo yo? no me puedo quejar de nada, simplemente ser feliz con lo que tengo.

Lo que más aprendí en este viaje, es la importancia de la unión, que para hacer lo que hacemos y creer en lo que creemos, tiene que haber una unión mucho más grande que cualquier cosa, es difícil conseguir esa unión, pero es difícil por nosotros mismos, que lo hacemos complicado por sentimientos o pensamientos que desunen, pero cuando logramos quitar ese "cáncer" que llevamos adentro, y nos sacrificamos por lograrlo, nosotros nos volveríamos unidos con quien sea.

No es siempre de la forma que deseamos, y por eso me referí a sacrificarnos, pero al final la unión sería mucho más grande de como la deseábamos. Y sea de la forma que sea, tenemos que ser felices, porque estamos creando un lazo que puede llegar a ser irrompible, y es lo que nos va a dar fuerza algún día.

Yo encuentro la fuerza en mis hermanos, en mis recuerdos con ellos y en el ejemplo que me dan, que es lo que Cristo nos da para ser fuertes, los sentimientos.

Creo que con la verdad podemos conseguir esta unión, porque con la verdad en determinado tiempo viene la confianza.

Y si, tenemos que ser unidos en espíritu, pero también en materia; es decir que hay que manifestar hacia afuera lo que llevamos adentro. Ojala todos fuéramos unidos con todos, como es en otros mundos, pero antes de vivir en esos mundos, tenemos que tomarlo como forma de vida en este, ya que el reino de Dios está dentro nuestro.

Esto me lo enseñó alguien que para mí ahora es un hermano, y un amigo, es un chico de Sud-América, que está desde antes que yo en esta obra, yo no era unido a él y superando las pruebas que tuvimos, logramos un sentimiento mucho más fuerte que antes. Entonces la unión no es solo una palabra que flota, es un concepto que tiene sus resultados. Simplemente hay que tener coraje y ser valiente.

Juan Manuel Ferreira

5 de octubre 2018

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