Son las 19:10 hs. La tierra comienza a temblar. Miramos a nuestro alrededor por unos segundos, los escritorios, las lámparas, todo oscila frente a la inmensa fuerza de la Tierrra que nos recuerda que somos sus huéspedes pasajeros... Apenas tenemos tiempo de reaccionar, los músculos se tensionan, se sobresaltan y en ese momento surge lo mejor de nosotros, lo mejor del ser humano. Ese deseo, esa certeza de que cada uno de tus amigos, de tus compañeros de viaje estén a salvo, reparados para que podamos seguir con el viaje...
Apenas tengo tiempo de tomar lo estrictamente necesario, en mi caso, el teléfono celular.
Un aparato con el cual todos los días hacemos de todo, pero que en instantes como estos puede llegar a salvarte la vida, o “simplemente” tranquilizar a la de quienes te aman.
Incluso Facebook presenta una nueva función que hace aumentar nuestro intercambio de información... Con un click puedes decirle que estás bien a los amigos de tu perfil. Nada mal.
21:18 hs. Un nuevo temblor, más intenso, experimento una nueva sensación, el suelo se transforma en un colchón de agua en el que cuesta mantenerse en equilibrio.
En pocos minutos te encuentras reviviendo una vez más una escena vista anteriormente, un salto en el tiempo pero del cual nace una decisión.
Esta noche nos quedamos todos juntos y es “magnífico” saborear este momento... En la adversidad, JUNTOS. En el amar a tu prójimo, JUNTOS.
Los más pequeños están con sus ángeles que los cuidan, sus madres, son abrazados por los hombres, amigos y compañeros de vida, quienes con la calidez del amor Crístico encienden sus almas. Una de nuestras niñas me abraza temblando, como aferrada a una roca, a la espera de sus padres y me pide: “quédate conmigo, tengo mucho miedo”.
Te sientes impotente frente a tanta fuerza pero al mismo tiempo intentas transmitirle la tranquilidad que eres capaz de mantener, prometiéndole que estarás a su lado.
Nos ponemos en acción mientras escuchas de fondo las voces de los diferentes noticieros que hablan de derrumbes, de calles cortadas, de la corriente eléctrica interrumpida, de la torrencial lluvia que también cae sobre nuestros hombros, contemporaneamente transportamos el material que nos permitirá pasar la noche cerca unos de otros. La unión que nace de estos momentos es muy difícil de explicar con palabras...
Las horas pasan y nos encuentran escuchando las palabras de nuestro maestro espiritual Giorgio, palabras determinadas, calmas y serenas. Palabras que nos recuerdan que siempre y cuando sigamos estando con las manos firmes en el arado ni un solo de nuestros cabellos será tocado... recordándonos que tenemos que tener Fe en el Padre que gobierna todas las cosas.
Nuestra Arca nos recibe, como siempre hace lo mejor que puede. Ella está en simbiosis con nosotros, cuanto más la sostengamos ella corresponderá con nuestro sentimiento. Es nuestro espejo.
Y como un rayo en cielo sereno, las humildes y tenaces frases pronunciadas por una niña de apenas 12 años me llegaron directo al corazón, desgarrando esa coraza que a veces me pongo para protegerme del mundo, de las noticias en las que me veo sumergido cotidianamente: “¡Es aquí donde quiero quedarme porque este lugar ha sido bendecido por Dios!”
Ha sido dicho: “Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”.
Gracias pequeña hermanita, hacemos lo mejor que podemos... no es facil pero lo intentamos.
Con amor fraternal.
Emanuele
27 de Octubre de 2016