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mani1Por Adriana Gnani
Te ayudas a ti, mientras ayudas a los demás.
Se puede hacer el bien, solo si en el corazón se tiene el deseo de hacer el bien.
Es como cuando estás enamorado, tienes ese sentimiento tan fuerte, ese fuego que se llama AMOR, que te impulsa a hacer cosas que parecen imaginarias, con tal de contentar y hacer feliz a la persona que tanto amas.....
 
DEL CIELO A LA TIERRA

LA VERDAD DEL APÓSTOL JUAN QUE ARDE EN EL ESPÍRITU DE LOS MISIONEROS AL SERVICIO DE LA JUSTICIA DIVINA Y DEL SUFRIMIENTO DE LOS DÉBILES.
UNA HERMANA ANTIGUA Y FIEL A LA CRUZ DE CRISTO EXPRESA EL VALOR DE LAS HERMANAS EVANGÉLICAS: LA PACIENCIA, EL SERVICIO Y LA HUMILDAD.
¡LEED! ¡MEDITAD Y DEDUCID!
¡PAZ!
 
Sant’Elpidio a Mare (Italia)
10 de Octubre de 2013
20:48 hs
 
SENTIRSE PARTE DEL INFINITO
 
Te ayudas a ti, mientras ayudas a los demás.
Se puede hacer el bien, solo si en el corazón se tiene el deseo de hacer el bien.
Es como cuando estás enamorado, tienes ese sentimiento tan fuerte, ese fuego que se llama AMOR, que te impulsa a hacer cosas que parecen imaginarias, con tal de contentar y hacer feliz a la persona que tanto amas.
Las personas que en su corazón tienen el deseo de ayudar, de dar, siempre están con los ojos vigilantes, la mirada atenta para captar las necesidades de los demás.
Tratando de saber de qué manera pueden ayudarlos.
Algunas veces el voluntario mismo está en busca de ayuda, porque siente que le falta algo.
Busca ese equilibrio de paz, y ayudando a los demás automáticamente se cura a sí mismo.
Algunas veces me he llegado a encontrar en situaciones muy incómodas. Cuando te predispones a ayudar, porque ves su necesidad, porque sientes lo que les hace falta, y te das cuenta de que en medio de su ignorancia, en medio de su pobreza esas personas están bien, es como si sintieras que no quieren ser ayudadas. Pero de todos modos los problemas existen y son muy visibles.
Se dejan transportar por la indiferencia de su estado, por el hecho de ser pobres, de jamás haber tenido nada de la vida, y permanecen apáticos ante esa condición, casi sin buscar un cambio y descartando sueños y aspiraciones.
¿Cómo puedes ayudar a quien no quiere ser ayudado, a quien ha perdido la esperanza, y que lo único que quiere es ser compadecido?
Solo con la HUMILDAD que el buen Dios nos ha enseñado, sembrando amor entre ellos, tratando de hacerles soñar nuevamente, y abrir en sus ojos esa esperanza perdida, oculta detrás de un velo.
El mismo JESÚS fue un modelo de solidaridad, se hizo carne y comenzó a caminar en medio de nosotros dejando Su naturaleza Divina.  
Otro ejemplo es cuando JESÚS subió a la montaña. Sentado en una roca levantó Sus ojos, leyó en el corazón de esas personas, captando sus necesidades y fue así como ocurrió el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces.
Incluso en la cruz tuvo un gesto de solidaridad, recibió al malhechor en Su morada.
Y el más grande en absoluto fue el de haber dado la vida por nosotros, y lo habría hecho simplemente para salvar a una sola persona.
Por lo tanto con el ejemplo este gran MAESTRO nos enseñó a creer en la igualdad, en la solidaridad, en la justicia del amor.
Tenemos el deber y el derecho de tender la mano, de ayudar a nuestro mundo, de cualquier modo, en cualquier forma. Es el principal objetivo de la existencia de aquellos que hemos sido despertados a esta verdad.
Si posees talentos no te los guardes para ti mismo, compártelos con los demás.
Una ley fundamental de nuestra vida es la de amar a tu prójimo, y te enriquecerás con un inmenso tesoro, el tesoro del cofre de DIOS.
Humildemente y con devoción.
Adriana
Palermo (Italia)
08 de Octubre de 2013