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san pietro100Por Rosario Pavone
A pocos días de la publicación de un libro sobre la obra de Giorgio Bongiovanni, escrita por el jesuita Carlo Colonna, salió otro libro del periodista Gianluigi Nuzzi, sobre tramas, conspiraciones y enredos varios; todos pertenecientes al interior de los salones del poder de la colina Vaticana.
En el primer caso nos queda clara la voluntad jerárquica, firma y editorial lo certifican... el imprimatur es destruir al peligroso “hereje” Bongiovanni; en el segundo caso queda igualmente clara la intención de hacer emerger parte de esa gran “basura” que alberga San Pedro, por parte de quien ha pasado la documentación. Se intentará decir que lo hizo por problemas personales, pero en realidad es mucho más verosímil que lo haya hecho por la amargura y la frustración de ver a la Iglesia de Cristo lejana de la lógica evangélica.
A la gran cantidad de inexactitudes e imprecisiones sobre la vida de Giorgio, fruto de apresuradas reconstrucciones e investigaciones ad usum, colmadas de calumnias gratuitas y ofensas tales como “falso profeta”, “poseído por el demonio”, “seguidor del Anticristo”, etc.., se contraponen “lo áspero” y lo “cruento” de la precisa y detallada documentación vaticana, que no dejan espacio a equívocos o bizantinas interpretaciones.
Y si para Bongiovanni el pasquín escrito en su contra constituye casi un motivo de “orgullo” adecuado para evidenciar y sufragar la milenaria persecución contra el libre pensamiento y la libre expresión, para el Vaticano “Le carte segrete di Benedetto XVI°” (Los documentos secretos de Benedicto XVI), dada su obsesiva postración por el mediático aparentar, se transforma en una ulterior pérdida de credibilidad y en una gran incomodidad al punto de pedir, como si estuviéramos en el último de los “países bananeros” de turno, la censura del libro.
A la luz de todo ello, para aquellos que poseen “ojos para ver” y “oídos para oír” será imposible que no noten la íntima y estrecha relación entre ambos acontecimientos. Incluso la mayor parte de aquellos que lleguen a conocer los hechos, se percatarían de cómo están las cosas.
Una clara señal que advierte de no elevar el “nivel” de la persecución con respecto a los “Hijos de Dios”, sino en su lugar enmendarse, por lo tanto arrepentirse y alejar los funestos presagios delineados con perfecto diagnóstico histórico-profético por Juan en los capítulos 17 y 18 del Apocalipsis.
De lo contrario la Iglesia de Cristo, o bien ese conjunto de grandes energías espirituales que “sienten” y pretenden vivir el Evangelio.., será una cosa, el Vaticano y la Jerarquía, otra completamente diferente.
“¿Un discernimiento espiritual?”
Si, y están todos los elementos. Para tantos, para muchos...
R. P.  
Gaggi (Messina)  
27 de Mayo de 2012

PABLO = El Apóstol de las Cartas
GABRIEL = El Ángel que anuncia



NOSTRADAMUS, centuria X, cuarteto LXV:

“¡Oh vasta Roma, tu ruina se acerca!  
Ni de tus muros, de tu sangre y sustancia:  
El áspero por letras hará tan horrible atentado,  
Hierro puntiagudo metido en todos hasta la empuñadura.”