AMOR: PROYECTO DE VIDA
Por Mara Testasecca
Queridos.
Es una bendición cuando se tiene la posibilidad de dejar libre la mente para que escarbe entre los recuerdos, para que repase esas fases y esas decisiones que hasta el día de hoy han permitido la divulgación de la Verdad del Cristo, precioso manantial del inmenso río de los valores del amor y de la justicia, expandido a su vez en numerosos riachuelos, para calmar la sed y darle la fuerza a sus humildes siervos esparcidos en este mundo tan maravilloso como martirizado por la especie programada para proveer al mantenimiento de su equilibrio geodinámido: la raza humana.
Raza humana que ha trastocado todo sistema, caníbal de sí misma, infanticida y apestada. Mi hijo era pequeño y con sus amigos cantaba una canción titulada “Un mundo mejor”...
Sonreía por ello, pero Chernobyl representó el primer golpe duro que puso en peligro su futuro...
En lugar de buscar remedio a nivel planetario se eligió perseverar, como brillantemente induce a hacer el demonio, y aquí tenemos hoy a Fukushima: el comienzo del fin para todos a causa de las radiaciones, de la locura que mata y que hace matar sin lógica alguna, del cáncer y de tantas otras cosas. ¿Acaso no fue dicho por la Virgen Bendita que “...los buenos morirán junto con los malos?” ¡Madre mía, Madre nuestra! El temor de Dios crece cada día más en los corazones de tus hijos que te ruegan y te adoran...
25 de Junio de 2011.
Viajamos junto a Giovanni y Barbara a la sede de A.G.A.P.E., una asociación con la cual hemos forjado una amistad que a lo largo del tiempo se ha consolidado, gracias a una transparencia en las relaciones la cual nos impone analizar juntos los objetivos comunes y realizar proyectos concretos a favor de los niños necesitados, como los realizados en los Andes Argentinos. Sin la intervención directa y desinteresada de A.G.A.P.E. no habría sido posible realizar el centro polifuncional de Las Cuevas y la estructura de albergue en El Moreno, Argentina.
Mario Verardi y Annamaria Mortara están a la cabeza de una vasta red de personas, que han ido armando a lo largo de los años un entramado de relaciones que involucra a cientos de voluntarios, profesionales, médicos y jóvenes que personalmente se juegan y viajan como “voluntarios” a diferentes países del mundo, como constructores directos de muchos edificios de albergue y de cuidado para los niños en situación desesperante.
El paisaje de los Apeninos invita a la contemplación y a la profunda reflexión. Estamos al tanto del estado de sufrimiento de todo nuestro planeta y ruego siempre: “¡Jesús, querido Jesús, Señor! ¿Cuándo regresas? ¡Hay una inconmensurable necesidad de ti y de tu justicia ya sea para todas tus criaturas que sufren, como para aquellos que sólo viven para morir envenenados de crueldad y de árido espíritu de dominio!...”
Hurgando en mi cartera encuentro mi cadenita del rosario. Es simple, de madera. La encontré hace algunos meses, olvidada sobre uno de los grandes basureros de una estación de servicio de una autopista. En la cruz tiene pegado el símbolo del Cristo y de la Virgen de Medjugorje.
Cuando la encontré le pregunté a Giorgio qué tenía que hacer.
“La encontraste viajando, tómala... es la señal de que la tienes que tener y la tienes que llevar siempre contigo, a donde sea que vayas” me respondió.
Más tarde, a la siesta Annamaria nos recordó a todos que el 25 de junio de hace 30 años comenzaron las apariciones de la Virgen en Medjugorje a los videntes que en ese entonces eran apenas unos niños.
Pocos minutos después llega una llamada de Giorgio, que nos quiere hablar a los tres con la opción de alta voz del teléfono. Su voz se sentía aún quebrada por la emoción, por una intensa experiencia espiritual que había tenido hacía instantes y que casi en tiempo real quería transmitírsela a su hijo Giovanni y a nosotros que lo estábamos acompañando hacia Roma.
¿Cuántas, cuántas veces personalmente o a través de cualquier medio Giorgio, un hombre de fe y de amor, nos ha reunido para invitarnos a instruirnos sobre la Verdad del Maestro de los Maestros, sobre Su próxima venida, sobre el valor de la sagrada comunión de cuerpo y espíritu... enseñanzas maravillosas que se han convertido en camino de vida para cada uno de nosotros que cada día obramos junto a él... conceptos de absoluta locura para quienes andan a tientas y a locas todos los días en la oscuridad de una existencia que condiciona corazón y mente, que tritura la capacidad de proponerse y bloquea todo tipo de iniciativa individual y social.
Cada reunión de A.G.A.P.E. en la casa de Mario y Annamaria comienza con la mesa lista y con el agradecimiento al Señor por la comida preparada y servida con tanto amor. Es en la mesa donde se habla del buen y mal tiempo que vivimos; en la mesa hablamos de qué se puede hacer a favor del prójimo y de quien sufre realmente.
En un mundo en donde millones de personas ya no tienen más lágrimas que derramar, las arcas como las nuestras, los centros culturales, las cooperativas, las asociaciones y muchos voluntarios tratan de responder con amor, responsabilidad y decisión necesarios para demostrar que ¡sí se puede hacer! ¡sí! siempre y a pesar de todo se puede actuar! ¡sí! siempre y a pesar de todo hay que reaccionar e indignarse por las injusticias realizadas por aquellos que no saben donde se encuentra, justamente, el amor.
Como Funima International hablamos de todas las problemáticas que estamos afrontando en estos últimos meses sin falsa retórica, sin juicio, con la conciencia de que cualquier proyecto sea como sea siempre es desarrollado por seres humanos y entonces llega a buen término o resiste en el tiempo sólo si nos mantenemos coherentes, idóneos y capaces de formar a otras personas que lo pueden desarrollar a lo largo del tiempo y como es debido.
Después de la reunión llega el regalo: entra a la casa el Padre Hugo Ríos, un chileno de ojos muy grandes y oscuros, reflejo de un espíritu grande y humilde como pocos en este mundo.
El Padre Hugo, un hijo de personas adineradas, deja Chile para recibirse de Médico en Argentina. Comienza a forjar su carrera al sentirse llamado por las necesidades de los más pobres, así como de las mujeres obligadas a vender su cuerpo para sobrevivir en las calles de Buenos Aires. Surge en él la vocación y se convierte en sacerdote. En base a sus cualidades lo envían muy joven en misión al corazón del África, en el Zaire de ese entonces, precisamente en el mismo período que Giorgio Bongiovanni viajó varias veces para divulgar el Mensaje de Fátima y denunciar por la televisión nacional a la sanguinaria dictadura de Mobutu.
El Padre Hugo tenía a su cargo la tarea de formar a los jóvenes seminaristas del lugar. Sensibilizado por la condición social de la gente y por la perniciosa mortalidad infantil explotó en él la pasión por curarlos, de aliviarlos de los tormentos y de las enfermedades causadas por la más brutal de las miserias.
Esos niños del África: almas puras de ojos grandes que te penetran muy profundamente cada vez que entras en contacto con ellos... como me ocurrió a mí misma cuando tuve el honor de acompañar a Giorgio en esos años... a mi me alcanza con recordarlos para evocar el color y el olor de su piel, el roce de sus manitas al hundirse en mis cabellos.
La estrategia ganadora del Padre Hugo es el amor, su arma ha sido y es el ejercicio de su profesión: la pediatría.
Comprendió inmediatamente que con la realización de un hospital podía curar, salvar y criar a quienes a lo largo de casi 30 años han llegado a ser cientos de niños, niños que aún hoy siguen siendo abandonados a su suerte por ser discapacitados, por ser hijos de padres muy pobres, o simplemente por ser epilépticos y por ese motivo ser considerados embrujados y que por ello había que quemarlos vivos...
El Padre Hugo renunció a todo por ellos, estaba designado a convertirse en obispo de Cuba, pero luego de apenas 3 meses a los umbrales de la investidura renuncia y regresa a África donde quiso volver a toda costa.
Junto a algunos italianos trabaja muy duro para crear el actual Hospital Pediátrico de Kimbondo, el mayor y único complejo hospitalario completamente gratuito a unos 40 km de la Capital del Congo.
Algunos de los primeros niños que fueron salvados por parte de Hugo estudiaron y a su vez se convirtieron en médicos, otros sacerdotes, otros empleados de la actual Pediatría compuesta por varios pabellones equipados para la realización de análisis, primeros auxilios, para curar la tuberculosis, el SIDA, la malaria, los trastornos de metabolismo graves causados por la sed y el hambre.
También está la casa en la que se muere... la estructura para todos esos niñitos que no logran sobrevivir..
Los trabajadores tienen la orden, en cualquier momento del día y de la noche, de llamar al Padre Hugo porque él les acaricia, les limpia, “les pone bonitos” y les acompaña en la partida, hablándoles con amor y dulzura infinita. Con sus delgadas manos junto con muchos otros médicos abraza y medica las heridas de los actuales 763 pacientes del hospital, conocida con el nombre de "Hospital de Mamacoco".
La doctora italiana neumóloga "Mamacoco" era una mujer mucho más grande que él, con la cual comenzó esta increíble aventura de vida.
Hoy Mamacoco tiene 92 años y hace tres meses que ha perdido la memoria, pero no regresó a Italia. Ella quiere estar allí, en una pequeña habitación humilde, al lado de la del Padre Hugo, donde cada día se ve abrazada por las sonrisas y los bracitos de muchos niños itinerantes.
Mario Verardi fue el constructor directo de dicha estructura, A.G.A.P.E. es uno de los principales benefactores de esta obra, muy bien conocida por nosotros gracias a dos hermanos nuestros, Daniele y Samuele que hace no mucho tiempo viajaron al lugar para dar una mano como electricistas y para realizar tareas de mantenimiento.
La caridad: una de las 3 hermanas evangélicas, junto a la humildad y la fe. “Es muy fácil y cómodo donar lo que nos sobra... para cambiar realmente las cosas es necesario dividir todo y donar lo que es estrictamente necesario para la misma persona que dona...” textuales palabras del Padre Hugo, las mismas expresiones que Giorgio, estigmatizado transmitió en una reunión espiritual, luego de la conferencia pública junto a las mujeres africanas, en ocasión de la promoción de la Campaña Noppaw, que aspira al otorgamiento del premio Nobel de la Paz 2011 a las mujeres africanas.
Ayer 25 de junio, tuvimos la oportunidad de encontrar a un instrumento de Cristo. Pude abrazarlo, estrechar sus manos y hablarle del estigmatizado Giorgio Bongiovanni. Le regalamos el DVD “Los Mensajes Secretos de la Virgen”. Se había enterado de Giorgio gracias al material que nuestros voluntarios le entregaron; él mismo se acordó de Giorgio y de cuán importante es hablar de las “Señales de los Tiempos”.
Ningún encuentro es casual.
Antes de regresar a casa participamos de la Misa. Es estridente el contraste entre la figura del sacerdote celebrante y la persona del Padre Hugo a los pies y en la izquierda del gran crucifijo expuesto detrás del altar. El sacerdote le ha negado al Padre Hugo la posibilidad de hablar durante el transcurso de la homilía o al final de la celebración. Tendrá que hacerse cargo... problemas para su conciencia.
Nos saludamos antes de irnos y volvemos a abrazarnos.
En la luz de la mirada del Padre Hugo percibo la señal de esa emoción que surge en los encuentros entre pares.
A estas horas Hugo está viajando para volver a estar con sus niños, en ese inmenso hospital pediátrico que “con o sin mí tiene que seguir adelante” afirma él... es por ello que es fundamental la estructura anexa destinada a ser escuela de educación y formación profesional.
Al regreso a casa otra señal alegra nuestros espíritus: Giorgio nos llama cuando acaba de finalizar una intervención telefónica a Polonia, durante el desarrollo de una conferencia organizada por nuestro fraternal amigo Artur Mickiewicz (ver comunicado de prensa) de la cual participaron 700 personas.
El príncipe de este mundo impera, pero nosotros no apagamos la luz de nuestro corazón. Debilitados por las dificultades, pero llenos de amor en cada expresión suya tenemos que insistir, seguir adelante, como Dios quiere y como es mejor para cada uno de nosotros.
El amor: el instrumento más poderoso que tenemos a disposición para iluminar la consciencia, el antídoto más eficaz contra el veneno de la Serpiente maldita, el arma y el escudo para aniquilar al príncipe de este mundo...por poco, todavía, por poco tiempo más.
La mirada del Padre Hugo, así como la de muchos otros misioneros recuerda la multitud de muertos que esta humanidad inmola día a día.
El Cristo, Sus señales en el Cielo y en la tierra, como los estigmas de nuestro amado Giorgio nos invitan cada día a no permitir que estas muertes injustas sean en vano. Permanezcamos unidos para ganar. Gracias a todos, especialmente a Giorgio Bongiovanni.
Con amor. Mara
26 de Junio de 2011