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juliofradeDe Jean Georges Almendras

"Me decía que no me preocupara, que no tenía miedo a la muerte, que la muerte era trascender, pasar de un plano a otro, que me quedara tranquila" en estos términos se expresó Virginia, una de las hijas de Julio Frade, al ser consultada por el periodismo uruguayo tras conocerse el deceso de uno de los maestros de música más notables de los últimos tiempos.Quien además fue un actor y un humorista sin par, portador además de un muy alto bagaje cultural , pero sin perder la sensibilidad y los altos valores humanistas que lo identificaron siempre con aquello de rescatar del contexto social, en el que vivía, su encomiable y sincero apoyo a las luchas sociales de su tiempo.

De las cuales no solo fue testigo, sino que también fue un protagonista como ciudadano, y como un indiscutible militante por la vida, por la justicia y por la paz, en su Uruguay natal y en el mundo ; como un militante que a través de la música también supo atesorar los más sentidos aplausos no solo en las plateas del Uruguay, sino además a nivel internacional como un pianista y concertista excepcional.

Un buen día, bastantes años atrás, con Giorgio Bongiovanni nos cruzamos en su camino o él se cruzó por el nuestro, y en consecuencia, juntos, los tres, fuimos cultivando una amistad en la que todos y cada uno de nosotros, en los encuentros que la agenda de prensa nos deparaba, no hicimos más que enriquecernos el alma; encuentros que en definitiva no fueron ni más ni menos que bellas oportunidades, indescriptibles por cierto, en las que los tres éramos activos operadores del Cielo; y él, en particular, era un protagonista sorprendente e inédito como comunicador en sus programas de radio, y como puente entre el público uruguayo y el mensaje del Cielo. Era de hecho un indiscutible e infaltable brazo de apoyo a la Obra, y a Giorgio. Era un entrañable amigo, que sensibilidad de artista de por medio, llegó a detectar el amor que Giorgio sentía por la música y ahí se sumó otro elemento más de unión y de empatía hacia él y su mensaje.
Siempre más que respetuoso con Giorgio, y como solo puede hacerlo un profundo conocedor del universo de la fé y de la espiritualidad, Julio Frade nos abría siempre las puertas de su programa de radio, de su corazón y de su alma; y sembraba conciencia entre su audiencia, como si él mismo fuera un mensajero; y lo hacía convencido en que ya era el tiempo de hablar del retorno del Cristo y de la presencia de los seres de otros planetas, y de los estigmas de Giorgio.

No manifestó nunca las impaciencias y las soberbias de los comunicadores banales ;todo lo contrario, siempre se esmeró en confidenciar a sus oyentes, su profunda estima por Giorgio y su profunda coincidencia con los valores de amor universales, y de los hermanos del cosmos. Cada encuentro con él, para Giorgio y para mí, era un encuentro en el que se sentía la sintonía con el Cielo; Julio Frade, era sin duda un alma pura que en su microcosmos asumía el slgnificado más profundo, no solo de la misión de Giorgio, sino además de sus estigmas y de cada uno de sus mensajes. Su espacio radial nos resultó siempre un espacio al servicio del Cristo. Y eso lo enaltece, si lugar a dudas.
Y fue así que Julio Frade, ese gran maestro de música uruguayo, que comenzó a estudiar piano desde la edad de cuatro años, para luego ocupar la cima en el universo de la música nacional y mundial, como así también de la actuación como un gran humorista, hizo parte del camino del Cielo.
Habrá sido hace unos cinco o seis años, no más, que los tres nos vimos por última vez en el Shoping Montevideo; fue un encuentro ocasional en el que intercambiamos reflexiones, y sellamos nuestra amistad, una vez más, con un muy fuerte y sentido abrazo.

Y yo personalmente lo encontré hace un par de años, y como la vez anterior, nos estrechamos en un fuerte abrazo, y él, a la despedida, con su mirada nostálgica comenzó a preguntarme por Giorgio y solo atinó a decir lo que un muy buen amigo puede decir de otro amigo: “Georges, dile a Giorgio que lo llevo siempre en mi corazón, abrázalo muy fuerte por mí” .
Hace pocas horas me impactó por sobremanera la noticia de la desaparición física de Frade a la edad de 81 años, tras una afección al corazón con otras complicaciones; una noticia que se dió a conocer por todos los medios de prensa; llovieron las loas y los reconocimientos de todo tenor, y hubo una rotunda unanimidad en el pesar, especialmente en el círculo del arte musical y actoral del Uruguay, y también periodístico; y desde las redes sociales el tsunami del pueblo uruguayo, por la congoja, no estuvo ausente.

Ahora, que escribo estas líneas emcionado, no puedo evitar recordarlo, a Frade, en los estudios de radio donde nos recibía, entrevistándolo a Giorgio absorto, lleno de amor por su mensaje, y siempre dándole una cálida bienvenida e interactuando con la audiencia; no puedo evitar recordarlo extendiendo la entrevista más allá del tiempo previsto, como buscando atraparlo a Giorgio, más y más tiempo; y no puedo borrar de mis recuerdos cuando una vez Giorgio y él hablaron de música, como dos músicos reencontrándose en el tiempo.

Hoy, estoy seguro, que mi amigo Giorgio tendrá pará él un más que profundo recuerdo y un más que profundo homenaje, porque de hecho, ya solo encontrarse ambos entre millones y millones de habitantes en el planeta, debe haber sido un regalo del Cielo, para ambos. Pero ambos, entre otras cosas del gran Cosmos, tambien sabían que la muerte no existe. Y Julio lo tenía muy claro, si advertimos el diálogo que tuvo con su hija Virginia.
Julio, seguramente también ya sabías, desde tu alma, que tu amigo Giorgio te acompañaría siempre y por la eternidad, porque de hecho hiciste parte del quehacer del Cielo, por tu amor a él y al Cristo; y además, no me cabe la menor duda, que tanto él como tú, y desde lo más profundo, estaban más que unidos por la música: “La música que salva al mundo”.

Jean Georges Almendras
26 de setiembre del 2025

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