CRONICA DE LA ENTREGA DEL PREMIO RAICES AL PROGRAMA TIERRA VIVA
(FM AZ, 92.7 de Rosario, Argentina y www.fmaz.com.ar, viernes 18 hs. hora local)
Para Giorgio, con todo nuestro amor
La Alegría de Servir (por Silvia Gonzalves Fariña, productora del programa)
“Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa”
Juan 15:11
Leo las felicitaciones de Giorgio por el premio recibido y siento que no puedo contener la emoción. A la vez entiendo que de alguna manera, muy pequeña, estoy cumpliendo con lo que Él me dijo en el Arca de Rosario, cuando le pregunté cuál era mi misión y me respondió: difundir la próxima venida del Cristo y despertar conciencias. Por otra parte, estoy segura que mi tarea está bien encaminada, no sólo porque hemos ganado este premio, sino porque escucho a las personas que llaman a la radio y percibo el agradecimiento de ellos por los temas que tratamos, la emoción de algunos que nos dicen que le aclaramos las dudas que tenían desde hacia muchos años, el interés de otros en aportar más material para enriquecer las noticias, la curiosidad de tantos más por saber de la Obra, dónde está nuestra asociación, el querer acercarse para conocer el Mensaje, y sí, entiendo que esto era y es lo que Giorgio quiere, y le doy gracias al Cristo, a la Madre y al Padre por permitirme formar parte de este grupo tan homogéneo y con tanta calidad de bien.
Creo que recién ahora estoy cayendo en la cuenta de lo importante que es este premio, de las puertas que nos puede abrir, siempre con el único objetivo de llegar a mucha más gente. Lo que me hace sentir tremendamente feliz es hacerlo feliz a Giorgio, que tenga un poquito de alegría en estos tiempos tan terribles, eso es lo que me alegra el corazón. Muchas veces siento la necesidad de abrazarlo, para darle todas mis fuerzas, todo mi cariño y tal vez algo de eso se lo dimos con este premio. Y lo hicimos gracias a Daniel que fue quien mas se movió para que pudiéramos formar parte de todo esto, es el motor de este emprendimiento. Gracias también a Inés que con su sabiduría, su gracia, su fuerza y su presencia nos da la seguridad necesaria para sentir que todo lo vamos a poder hacer, nos da confianza en nosotros mismos. Gracias a Juan Carlos, porque con su predisposición y responsabilidad en la conducción, hace que sean impecables y de mucha calidad todos los programas. Y gracias especiales a mi hija Belén, por usar para esta causa la inteligencia que Dios le dio, por su capacidad para ensamblar los temas, por hacerlos accesibles para todos los oyentes, amenos; para mí es un regalo del Cielo tenerla a mi lado en la Obra.
En lo que hace al viaje a Tigre, Provincia de Buenos Aires, cerca de la Capital Federal, fue hermoso porque los quiero mucho a todos y cuando uno está cómodo y en buena compañía, todo es más fácil y divertido. Inés, con sus ocurrencias, siempre nos alegra la vida, nos hace reír mucho. Tuvimos un traslado muy agradable, que pasó rápidamente, aún el último tramo que fue muy lento por ser una ciudad turística, porque era fin de semana largo y por la cantidad de vehículos en las calles. Llegamos a horario, después de una buena caminata, desde un lugar bastante alejado del salón al que íbamos, donde dejamos estacionado el auto. El lugar me pareció muy lindo, muy bien arreglado, aunque un poco ruidoso ya que tuvimos que atravesar los salones del casino para llegar al mismo. Cuando entramos me impresionó ver las cámaras, como se las ve muchas veces por televisión, varias personas iluminando y filmando. Gente de todo tipo, algunos serios, otros bastantes atrevidos y ver personalmente a artistas que solo por televisión los he visto, me asombró, no podía creer que estuviéramos ahí, en ese ambiente, con nuestro programa. La espera fue larga, pero muy entretenida. Me emocioné cuando una soprano cantó la versión lírica de la cortina de nuestro programa. Seguido a esto y guiados por un tenor todos los presentes entonamos Aurora, que particularmente siempre me gustó cantarla. A lo largo de la noche vimos actuaciones de folclore y tango muy lindas. Me divertí mucho con Inés, porque como la ceremonia se hacía larga y estábamos con hambre y un poco cansados, hacía comentarios que nos hicieron reír mucho a todos. Cuando llegó nuestro rubro, y dijeron los nombres de los otros cuatro programas religiosos que también habían sido nominados, todos con nombres que parecían o muy importantes o muy católicos, no pensé que pudiéramos ganar nosotros el premio, pero cuando escuché anunciar: … y el ganador es…. “Tierra Viva” … Hoy sólo recuerdo que salté del asiento y me abracé a Juan Carlos, a Inés, y que gritaba de alegría, fue emocionante, no podía parar de reír y emocionarme a la vez. Sentí que el Cristo había ganado y que realmente las personas que habían elegido a nuestro programa habían entendido nuestro objetivo, nuestra verdad y nos decían, sigan, sigan así, están por buen camino.
Con todo mi amor
Silvia Gonzalves Fariña
Cosecharás tu siembra (por Andrés Volpe, conductor de “Frecuencia Joven”)
“Aprendan lo que significa esta comparación: la semilla es la palabra de Dios”
Lucas 8:11
Cuando uno comienza a transitar un camino, nunca imagina las repercusiones que van a tener sus acciones y como estas van a influir en el devenir del destino de las personas.
Al comenzar a trabajar en el Arca de Rosario, nunca imaginé que se iba a lograr todo lo que se pudo conseguir para la Obra.
Como por ejemplo, lo que sucedió el domingo 14 de junio de este agitado año 2009, cuando varios integrantes de este hermoso grupo de almas se congregaron para darse cita con un reconocimiento que ya no me quedan dudas que viene directo del Cielo, porque para mí es terrenalmente inexplicable que un programa con menos de un año de antigüedad y producido y conducido por gente de gran voluntad y conocimientos, pero de calidad amateur, compita a nivel nacional con decenas de programas de muchos años de trayectoria y obtenga la máxima distinción dada en el rubro a un programa de radio.
Es un reconocimiento a la gran labor que estos hermanos hacen para difundir la Obra, para hacer conocer este Mensaje que grita por sí solo a los cuatro puntos cardinales que el Cristo estará pronto a nuestras puertas, que este mundo no da para más, que nosotros no aceptamos lo que pasa y que queremos cambiarlo y denunciar las atrocidades del mal que atentan contra nuestra Madre día a día.
Es imposible describir la sensación de triunfo que tuve al escuchar el nombre del programa ganador ... ¡el programa del Arca!
Quiero agradecer de todo corazón a sus integrantes porque ellos me han enseñado mucho y con ellos sigo aprendiendo. El honor de compartir con almas que trabajan por el bien es muy grande.
Me despido con este pensamiento: “La vida nos revela la verdad; la verdad nos ilumina el camino; el camino nos conduce a amar; el amor nos hace vivir”.
Andrés Jorge Volpe
Por los que oigan (por Daniel Rodrigo, idea general y conducción)
“No ruego sólo por éstos, sino también por todos aquellos que creerán en mí por su palabra”
Juan 17:20
El domingo 14 de junio, ya pasadas las 23 hs, recibí una llamada telefónica de Inés. La voz se escuchaba muy entrecortada, con mucha interferencia, pero alcancé a oír claramente: “ganamos el premio Daniel, todavía no lo podemos creer”. Después de escuchar esas palabras, la emoción no me dejó pensar, así que no recuerdo que otras cosas me dijo de lo sucedido esa noche. De inmediato vinieron a mi mente, como en una película en cámara rápida, todos los momentos vividos desde el instante en que Giorgio, en la inauguración del Arca de Rosario nos dijo: “Ahora tienen que pensar en un programa de radio para difundir la Obra”.
Recuerdo, como si fuera hoy, haber pensado en ese momento: “todavía no he salido del asombro de tener una casa propia para el Arca y ya nos piden que hagamos un programa de radio”. No obstante, a la semana siguiente y sin siquiera pensarlo, empecé a buscar información sobre los costos de la hora en radio, y sobre la mejor forma de producir un programa. Es ahí cuando comprobé que lo primero era relativamente fácil, los costos en las emisoras de frecuencia modulada son muy accesibles, pero la producción era otra cosa, se presentaba como mucho más complicada. No importa pensé, estoy seguro que el Cielo nos va a ayudar.
Seguí adelante con mi búsqueda y poco después sintonicé una estación de radio en frecuencia modulada en la que escuché la voz de un locutor que decía: ¿Te interesa tener tu propio programa de radio? En la FM AZ es muy fácil”. Y pensé: “el Cielo nunca te pide algo que no se pueda hacer, o algo que sea imposible conseguir”. Así fue como al día siguiente fui a la FM AZ para averiguar por los espacios disponibles y el costo de los mismos y a los pocos minutos me encontré firmando un contrato por seis meses. En ese momento no tenía la menor idea de cómo íbamos a hacer el programa.
El miércoles siguiente, en la reunión semanal del Arca le dije a Inés: “el sábado que viene empezamos el programa de radio”. Pobre Inés, no gana para sustos con nosotros, no podía creer lo que le decía, me miraba como si le estuviera hablando en otro idioma. Recuerdo que me dijo: “¿Este sábado? Pero si ni siquiera sabemos quién va a hablar o quién puede hacer de locutor”. Pero si algo tiene Inés es que nunca se achica ante un desafío, enseguida se puso al frente de este nuevo reto con una seguridad que daba la impresión que del tema sabía mucho. Decidió que todos hicieran una prueba de voz, luego que la conducción tenía que estar a cargo de Juan Carlos y de Claudia, se eligió un tema y nos pusimos a trabajar en lo que tenía que decir cada uno. Y así llegó el sábado 2 de agosto del 2008 y el momento del primer programa. Yo, de lo único que estaba seguro era que tanto el Cielo como nuestro querido Giorgio iban a estar junto a nosotros en cada palabra que decíamos. Y así pasó el primer programa, luego el segundo y al tercero ya nos sentíamos como si lo hubiéramos hecho toda la vida.
Meses después recibí un mail de la radio informando que nos podíamos anotar para el Premio Raíces, premio que se entrega a nivel nacional e internacional. Lo primero que pensé fue que podía ser muy importante para la difusión de la Obra obtener un premio, porque un programa premiado puede aspirar a mejores y mayores espacios, en medios más importantes, puede conseguir auspiciantes en radios AM e incluso tal vez en canales de televisión. Lo consulté con Inés y recuerdo que le dije que teníamos solamente 24 horas para editar uno de los programas emitidos, insertarlo en un CD y enviarlo a Buenos Aires, lugar donde recibían los programas puestos a consideración del jurado. Lo que no le dije era que el plazo para la presentación estaba vencido, esperé un tiempo para hacerlo. Por suerte tenemos grabados y archivados todos los programas que hicimos. Elegí uno emitido tiempo atrás, que había tenido mucha aceptación de los oyentes y buena crítica de los conocidos que lo habían escuchado. Empezaba con el relato de la experiencia del niño ruso apodado “Borishka” y a partir de ahí unía esa historia con las enseñanzas y los mensajes de Giorgio.
Pasó el tiempo y para sorpresa de todos, los organizadores del premio nos informaron que el programa “Tierra Viva”, había sido “ternado”, es decir, incluido en la terna para recibir el premio como el mejor programa en su categoría. Primero fue el asombro, la incredulidad y luego la emoción la que embargó a todos los integrantes del Arca de Rosario. Faltaba un mes para que se entregaran los premios y nadie se atrevía a pensar, mucho menos a decir que íbamos a ganarlo. Pero el solo hecho de tener que ir a recibir los certificados que acreditaban la preselección para aspirar al premio ya nos emocionaba a todos. Y el día llegó. Inés, Silvia, Belén, Juan Carlos y Andrés estaban allí para hacer acto de presencia y volverse, después de casi seis horas de espera, con el certificado de inclusión en la terna, con eso era suficiente para nosotros. Apenas puedo imaginar su alegría cuando escucharon la frase que nos consagraba como ganadores del premio.
¿Qué más le podemos pedir al Cielo si ya nos da todo? Solamente podemos decir gracias, gracias por permitirnos estar en una Obra a la que muchas veces me pregunto si somos merecedores de pertenecer.
Daniel Rodrigo
La savia que nos nutre (por María Belén Paolini, conductora y productora)
“Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros.
Ustedes deben amarse unos a otros como yo los he amado.
En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que se aman unos a otros”
Juan 13:34-35
Hay momentos en que tengo la posibilidad de sentarme en la computadora a escribir y parece que las palabras salen solas. Espero que hoy sea uno de esos días, porque realmente tengo mucho para decir y quiero ser concreta, para no aburrir.
Una vez, a principio de este año, mi mamá me dijo con cara de preocupación que Claudia, una hermana que conducía el programa de radio “Tierra Viva”, por razones familiares no podía ir más y que faltaba una voz femenina, mas allá de Inés que participaba en forma habitual como invitada a contestar las preguntas de los oyentes, pero no como locutora. Necesitaban alguna persona para leer. No dudé en decirle a mamá: “voy yo” y a partir de ese momento no dejé de estar presente en la radio de todos nosotros.
Me siento realmente muy emocionada al poder ser participe de este “pequeño programa” ubicado a su vez de otro “Gran Programa” (el del Cielo), desde el que se vierte la imprescindible savia espiritual de estos tiempos, espiritual y educativa a la vez, porque los seres humanos no dejamos de ser “chicos grandes” a los que permanentemente hay que educar, desde el momento en que nacemos y hasta que morimos, ya sea que tengamos 5 o 50 años. Nunca dejamos de aprender, cada día un poquito más y creo personalmente que de eso se trata la vida, y también considero, en mi humilde opinión, que estamos bien encaminados.
La savia que nos nutre y nos hace crecer es la unión.
Aprendemos cada día a estar más unidos entre nosotros, los que conformamos esta gran familia “que elegimos”, y eso es muy importante porque justamente: la elegimos; aprendemos cada día lo que es la solidaridad de una familia y de los amigos que causalmente se nos cruzan en el camino; aprendemos a ser felices y a ser concientes de lo que eso significa: ¡¡ser feliz!! Algo que debería ser natural y que sin embargo resulta siempre tan difícil.
Cuando Daniel me contó que estábamos nominados para el Premio Raíces, me colmó una felicidad muy grande, porque vi brillar la mirada de todos los presentes y, principalmente, de los que como yo, trabajamos duro para que salgan al aire los pensamientos y sentimientos de muchos otros y de nosotros mismos, pero sobre todos para que se escuche el mensaje del cielo.
Así fue que llegado el día, emprendimos el viaje hacia la ciudad de Buenos Aires, divirtiéndonos todo el trayecto, con “cánticos (muy poco) angelicales” que deleitaban (o aturdían) los oídos de todos los que iban en el auto. Inés, mi papá y yo entonábamos las estrofas de algunos viejos tangos y otras canciones que íbamos recordando. Le pido disculpas personales a Andrés y a mi madre que nos tuvieron que soportar todo el camino.
Ya cerca de la ciudad de Buenos Aires, el conductor (mi papá) se pasó la salida de acceso a la ciudad de Tigre (por cantar) y tuvimos que regresar por esas inmensas avenidas, autopistas y demás, lo que ocasionó muchas más risas (cuando estamos juntos nunca perdemos el buen humor). No obstante, llegamos sanos y salvos y a horario, eso es lo importante. Asimismo, en el acto de premiación, nos divertimos mucho mientras esperábamos que llegara la hora de la entrega del premio en el rubro que participábamos, compartiendo juntos ese momento.
No puedo olvidar nuestra inmensa emoción cuando oímos que en el escenario una cantante lírica entonó el tema de nuestro programa: Tierra Viva. Ahí, personalmente, me di cuenta que ya habíamos ganado, porque el hecho de que el tema central de nuestro programa fuera también el tema central de la noche de los premios, me hizo sentir que el Cristo estaba ahí con nosotros. Y si ganábamos o no el premio después, ya no tenía mucho sentido; ya habíamos ganado.
Entendí que estábamos en el buen camino, y que nos lo estaban demostrando, y nos lo siguen demostrando cada día, a cada momento. Entonces solo me queda agradecer.
Gracias a todos por ayudarnos a ayudar con un programa de radio o con un programa del cielo.
Gracias por estar junto a nosotros.
Gracias por actuar junto a nosotros.
Gracias a Giorgio por ayudarnos a crecer
Y gracias al Cristo y a la Virgen por confiar tanto en nosotros
María Belén Paolini
Dos o más (Juan Carlos Paolini, conductor del programa)
“Porque donde están dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”
Mateo 18:20
Miro hacia atrás mientras busco la forma de reconstruir todo lo sucedido desde el momento en que comenzó nuestro programa en la radio. Repaso lo vivido y lo que primero me viene a la mente son las dudas generadas por tamaña responsabilidad. A esa responsabilidad hay que agregarle el temor y ciertos titubeos al pisar un terreno totalmente desconocido. Pero ante las urgencias de la hora y la falta de otro conductor masculino, dije que sí al pedido de Inés para conducir “Tierra Viva”.
Siempre me gustó estar al tanto de lo que hago, saber de que se trata y qué es exactamente lo que debo hacer o lo que se espera de mí, pero bueno, así se dieron las cosas y no había tiempo para demasiadas preguntas o cuestionamientos.
Así fue que arrancamos el programa y tuve que dejar a un lado el temor a hacer el ridículo, tomar al toro por las astas y asumir el desafío. Para mi sorpresa y, más allá de los nervios del principio, a poco de comenzar sentí que ya estábamos en carrera, que unos pocos programas me habían fogueado y ahí estaba yo, poniéndole el pecho a todo, con una seguridad nueva y con una armonía desconocida hasta entonces. Porque por encima de todo, en nuestra cabina de transmisión siempre reinó la alegría indispensable para realizar la tarea como corresponde hacerla y para invocar la energía que nos guíe y gobierne más allá de nosotros, de nuestras carencias y de nuestros errores. Y un día, recordé las palabras del Maestro, quien nos dijo que “cuando dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. Y eso fue lo que sentí, y sé que también lo sintieron mis hermanos en cada uno de los programas.
De mi parte, tengo que agradecerles a Inés y a Daniel, que ponen todo lo que hay que poner para realizar el programa, el que poco a poco fue creciendo hasta llegar a la impensada nominación para el Premio Raíces, mérito absoluto de Daniel que tuvo la fe suficiente como para creer que un pequeño programa, de una radio FM del interior de la república, desde el cual “cinco locos” anuncian a la humanidad el regreso del Cristo, iba a merecer la atención y la consideración de los artistas y periodistas de Buenos Aires, todos de fama nacional e internacional.
Así fue que nos comunicaron que fuimos ternados, es decir incluidos en una terna con dos programas más para recibir el premio. Lo cual en realidad no fue así, porque si bien en otros rubros había solo dos nominados, de entre una gran cantidad de programas con contenido religioso de todos los credos habían elegido cinco para la nominación, el nuestro y cuatro más. Los días fueron avanzando pero nuestro asombro no decrecía, y así, incrédulos pero felices, fuimos a la fiesta del 14 de junio pasado. Yo estaba algo nervioso, me había retrasado por motivos laborales, un embotellamiento nos detuvo al llegar al Tigre, en las cercanías del Casino Trillenium, en uno de cuyos salones se iba a desarrollar el acto de entrega de los premios. Eran las 18 hs. y debimos esperar hasta pasadas las 23 hs. para que le tocara el turno al rubro en el que competíamos, ya que iban por orden alfabético. Ahí fue que nos enteramos con quienes competíamos y que no éramos tres sino cinco, lo cual me alarmó porque vi reducidas nuestras posibilidades. Además, la ansiedad por el desenlace me hizo olvidar hasta el nombre de los otros programas.
En el momento en que nos nombraron como ganadores me quedé frío, no entendía nada, comenzamos a festejar a los gritos, parecíamos cincuenta cuando éramos solamente cinco. Inés me había dicho que me correspondía a mí ir a recibir el premio, y tuvo que recordarme que lo hiciera porque yo seguía festejando, abrazado a mis hermanos. Subí solo al escenario, ya que por razones de organización y de tiempo, se trataba de evitar los largos agradecimientos. Con el premio en las manos y ya al final del encuentro, salimos a toda prisa para comunicar la noticia y volver a Rosario esa misma noche. La alegría no disminuía pero la tensión había sido mucha. Tanta que solo Inés me acompañó despierta en el viaje de regreso, de nuevo cantando y riendo, mientras Silvia, Belén y Andrés dormían como si nunca lo hubieran hecho.
La enseñanza que esta experiencia me deja, que nos deja a todos, es saber que a partir de ahora tenemos una mayor responsabilidad, un mayor respeto hacia las necesidades de la Obra y un profundo agradecimiento hacia los que escuchan el programa. Nosotros, lo único que hacemos es un intento por despertar conciencias, por transmitir los valores en los cuales creemos, por la necesidad de que se cuide y respete a nuestra Madre Tierra y, por sobre todo, el inmenso honor de hablar de la Obra grandiosa de nuestro querido Giorgio, el estigmatizado que grita en el desierto denunciando al Anticristo y anunciando el regreso de Su Maestro, que es también el nuestro, al que esperamos con fe y determinación.
Un abrazo en Cristo a todos los hermanos de la Obra.
Juan Carlos Paolini
Desde los tejados (Inés Lépori)
“No teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido.
Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas”
Mateo 10:26-27
Otra profecía que se cumple, una señal más de este tiempo, un tiempo tan lleno de señales que solamente no las ve aquél que eligió no verlas. Porque lo que Él nos dijo hace dos mil años hoy se difunde desde lo alto de las casas, por sobre los tejados o aún más arriba, desde donde difunden las antenas de radio y de televisión.
Al leer lo que escribieron mis hermanos caigo en la cuenta que el tiempo transcurre tan de prisa que la mayoría de las veces ni nos damos cuenta de ello. Y me pregunté ¿ya vamos a cumplir un año en la radio? Si parece que apenas empezamos, si parece que fue ayer cuando ese 2 de agosto del 2008 escuché el primer programa desde la ciudad de Buenos Aires, en una época que hoy me parece tan lejana, en días que nos sentíamos demasiado pequeños para transmitir un mensaje tan grande, cuando entendíamos que nadie o muy pocos nos escuchaban, lo cual no era tan malo si de un período de aprendizaje se trataba.
El tiempo es ciertamente una ilusión. Pero es una ilusión tan veloz, un espejismo tan fulminante como generoso, que jamás se niega y se prodiga ininterrumpidamente y que transcurre aunque no lo pidamos o ni lo recordemos. Y lo que vivimos en este último año de difusión del Mensaje fue tanto que, al menos en mi caso, la memoria fue olvidando gran parte de sus recuerdos. Repaso los primeros asombros, surgidos de las palabras de los dueños de la radio, cuando nos dijeron que el nuestro era un programa serio y muy escuchado, pero en ese momento creí que era solamente una amabilidad de su parte; o el caso de algunos integrantes que se sumaron al Arca de Rosario por haber escuchado el programa de radio. Después, como siempre sucede, vino el habitual acostumbramiento a toda situación y se hizo normal que nos llamaran, que nos escribieran o que se acercaran a la sede de la Asociación.
Fueron meses en los que la unión entre todos nosotros se fue consolidando, pero también fueron meses en los que sentíamos el peso de la responsabilidad asumida y en los que yo le pedía al Cielo alguna señal, algún signo que nos indicara que estábamos haciendo las cosas bien. La nominación para el premio fue, para mí, la señal que estaba esperando y por eso la agradecí profundamente, pero también creí que fue solamente eso, una luz verde para que siguiéramos adelante con firmeza y sin dudas. El premio ya fue otra cosa, fue una sorpresa tan inmensa de la cual todavía no he salido y aún no podido encontrar una respuesta a la pregunta del por qué nosotros. Porque decir que fue por voluntad del Cielo me resulta demasiado presuntuoso y, si bien sé que nada sucede sin que el Padre por lo menos lo permita, la inmodestia nunca fue amiga o buena consejera de los que pretenden seguir en el camino. Por otro lado, sostener que fue solamente una decisión humana me parece una actitud mezquina para con el Cielo, que siempre nos lo da todo aunque nada pidamos. Así que dejé de lado todas las reflexiones al respecto y opté simplemente por disfrutar del momento y pedí, de todo corazón, que este premio sirva para que se le abran nuevas puertas a la Obra y para que la difusión del Mensaje sea cada día más amplia.
Leo nuevamente lo que escribieron los demás y compruebo que ya lo han dicho todo. Nuestra historia y nuestros sentimientos desfilan en esas palabras llenas de amor hacia el Cristo, hacia Giorgio, hacia la Obra y hacia los hermanos, hacia todos y cada uno de ellos, cualquiera sea el lugar del mundo en que se encuentren. Nada queda por decir, nada queda por agregar a lo relatado.
Entonces, no voy a hablar del programa, ni del premio, ni de nuestra alegría o de nuestro inmenso agradecimiento. No, hoy voy a contarles de ellos, de mis hermanos, los que asumieron la responsabilidad de realizar el programa, incansables trabajadores del amor y hacedores de milagros diarios, valientes hijos de la luz con los cuales tengo el honor de trabajar codo a codo, corazón a corazón, cada día de mi vida. Quiero que los conozcan porque sé que ellos ansían conocerlos a todos ustedes, a los que en este momento leen estas líneas, aunque estén lejos físicamente y aunque la distancia parezca muchas veces un obstáculo difícil de superar. Y elijo hacerlo por orden de aparición, es decir, de aparición en este mundo, de mayor a menor por orden de nacimiento.
El primer lugar entonces es para Juan Carlos, un hombre con el corazón de un niño, con su misma pureza y generosidad, el que con el paso de los años rejuvenece su espíritu como un mítico tejo, el árbol que se renueva eternamente de sí mismo. Alguien capaz de recuperar la fe y el asombro, un ser a cuyo alrededor se congrega la alegría que nos devuelve la casi siempre perdida o acaso olvidada capacidad para ser felices. Un ser que declara a quien lo quiera oír que desde que lo conoció a Giorgio su vida cambió por completo. El mismo que mantiene una inalterable inclinación por aprender y perfeccionarse, al extremo de estar cursando actualmente un curso de locución para mejorar la calidad de su participación en el programa. Que no es poca cosa, porque la vibración transmitida por su voz desde el primer día le dio un sello distintivo a “Tierra Viva”. Ese es Juan Carlos, un hombre con tantos amigos que es imposible conocer a todos, el encargado de las relaciones públicas en el Arca de Rosario.
Y ahora Daniel, el de la vitalidad arrolladora, el de la energía inagotable, el de los talentos tan versátiles que todos confiamos en él para resolver cualquier problema. Su resplandeciente corazón le abre a la Obra puertas y caminos insospechados. Su optimismo ilimitado no conoce de rechazos ni de imposibles, mientras que su enorme fuerza y su claridad conceptual lo llevan a decir la verdad con una sinceridad que no siempre es apreciada por los espíritus débiles o incapaces de aceptar verdades incómodas. Pero el amor que su corazón guarda hacia el Cristo y hacia Giorgio quema toda resistencia humana y convierte la incomprensión o el rechazo de los hombres en combustible que inflama con nuevos bríos la marcha de su misión. Así es Daniel, el responsable de la difusión en el Arca de Rosario.
Le toca el turno a Silvia, una mujer extraordinaria, con un corazón de oro y una disponibilidad absoluta. Alguien que resistió todos los golpes de la vida sin quejarse, golpes que la fortalecieron y la prepararon para ir al encuentro de esta Obra que ahora es su vida. Y a la que se dona de la misma manera que ama, sin límites y sin condiciones. Su gran humildad la destaca y obtiene el reconocimiento y el amor de todos, aunque siempre hay que ir a buscarla al último lugar, en el que voluntariamente ella se coloca. Esta es Silvia, la encargada de todo lo relativo a la organización en el Arca de Rosario.
En cuanto a Andrés, si bien no forma parte de los que hacen “Tierra Viva”, es uno de los que conducen “Frecuencia Joven”, el otro programa de Rosario. Hombre de pocas palabras y de conductas estrictas, forma parte de los jóvenes que hoy son un ejemplo para esta humanidad. Acata sin dificultad el primer mandamiento y en sus acciones cotidianas se manifiesta la observancia del segundo en importancia, pues ama profundamente al prójimo. Su lealtad y su nobleza son indiscutibles: para él ante todo están Giorgio y el servicio. Así es Andrés, uno de los guardianes del Arca de Rosario.
Finalmente Belén, un ser tan bello por dentro como por fuera. Su inteligencia y capacidad para comprender la profundidad del Mensaje, la volvieron indispensable en la producción del programa desde el primer día que se sumó al equipo. A eso hay que sumarle su maravillosa voz, con una vibración tan especial que ayuda a comprender cualquier concepto o idea, la que cada vez que su horario de trabajo se lo permite, transmite belleza y armonía al oscurecido aire de Rosario. Pero sería injusto decir solamente eso, porque su fuerza y su determinación son tan grandes como su belleza. Ella integra la generación llamada a hacer grandes cosas en los difíciles momentos que le esperan al planeta y a la humanidad.
Gracias a todos ellos por su compromiso y por su invalorable trabajo, y gracias también a toda el Arca de Rosario, que siempre, en todos los casos y sin excepción, cierra filas y apoya unánimemente cualquier tarea que se emprende, sin condiciones y sin importar quien la lleve a cabo.
Y quiero terminar diciendo algo que todos, absolutamente todos pensamos y sentimos: este premio no es nuestro, no nos pertenece ni lo merecemos. Este premio es de Giorgio y a Él se lo entregamos, porque sólo por Él tiene sentido y razón de ser para nosotros.
Y ahora se me ocurre pensar que tal vez sí, que tal vez fue el Cielo quien nos lo quiso dar, pero no para nosotros, no para felicitarnos o decirnos que lo merecemos, sino para que tengamos algo que ofrecerle a Giorgio, algo pequeño, sí, pero algo al fin, en retribución a tanto que Él nos viene dando desde hace miles de años.
Para Giorgio, entonces, con todo el amor de nuestros agradecidos corazones.
Inés Lépori