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rosaleaEL ENCUENTRO CON GIORGIO
Querría poder transmitir a cuantas más personas posibles sea, la emoción que he sentido en el momento de encontrar físicamente por primera vez a Giorgio Bongiovanni, pero no será simple, porque en estos casos las palabras pueden expresar poco con respecto a lo que vive el alma cuando se reencuentra con un amigo tan amado y lleno de la gracia del Espíritu Santo.

Cuando fui invitada a participar en la Conferencia que tendría lugar el día 27 de diciembre en el Royal Palace Hotel, jamás habría creído que habría ido a Sant’ Elpidio y esto por varias razones, comenzando por mi estado de salud que no me permitía afrontar en el lapso de 72 horas, 24 horas de tren y 8 de autobús, pero cuando llega el momento, cuando tu alma acepta la llamada de Cristo nada puede detener ese encuentro, porque ese encuentro es un regalo de Dios, un encuentro de almas.
Y fue así que el 26 de diciembre me encontré en un tren que partía desde Palermo y me llevaba a ese encuentro que había esperado probablemente desde mi primer vagido sobre ésta tierra.
Antes de encontrar a Giorgio se trata de imaginar cómo será ese encuentro, qué se sentirá, cuáles serán las palabras que se utilizarán y si se logrará expresar lo que se tiene en el corazón…pero luego será la propia alma que encontrándose con la suya logrará expresar todo y recibirá aquello de lo que tiene necesidad.
Sé que si comienzo a escribir lo que pienso de Giorgio y de lo que siento frente a ésta espléndida criatura de Dios estaría aquí días y días arriesgando no volveros partícipes de la inmensa alegría que sentí y de las fuertes emociones que me ha donado y que hasta este preciso instante no me dejan y que pienso que no me dejarán nunca más, por lo tanto os contaré, con la ayuda de Dios, acerca de éste encuentro.
Pero antes permitidme agradecer desde lo profundo del corazón a los muchos hermanos que están al lado de Giorgio en éste camino de despertar a las almas.
No había visto nunca físicamente a ninguno de ellos, antes de hoy y sin embargo desde la primera mano que estreché e incluso antes de los calurosos abrazos que intercambié con todos ellos, sentí inmediatamente haber reencontrado una familia que me esperaba y que yo buscaba desde siempre.
Sonia, Elisabetta, Anna, Francesco, Mara, Lorenzo, Pier Giorgio y muchísimos otros hermanos... ¡gracias desde lo profundo de mi corazón!

El encuentro con Giorgio…
Fue maravilloso, cuando entró en la sala de la conferencia no me di cuenta inmediatamente que era él, sin embargo mi alma ya lo había sentido, tanto es así que me giré hacia la derecha, porque me sentí como llamada, y fue ahí que mis ojos encontraron dos ojos de luz y una sonrisa que solo las criaturas especiales pueden regalar, de hecho él estaba allí que estaba mirando en dirección hacia mí. Éste hombre logra comunicarse con nuestras almas, más allá de nuestro credo y de nuestro conocimiento, porque es un diálogo hecho de amor puro que solo el Cielo puede ser testigo y que tiene el deseo y la fuerza de rendir testimonio.
Desde pequeña sentía decir que Cristo pasa al lado de nuestra vida y nosotros no nos damos cuenta, que Cristo se comunica con nosotros a través de sus mensajeros, pero que nosotros esperamos quien sabe qué manifestación, para poder decir: “he escuchado y hablado con Cristo”.
¡Así es, yo puedo afirmar que el espíritu de Dios el 27 de diciembre estaba presente en medio de nosotros y que no tenía necesidad de presentaciones, ni de quién sabe qué señal, porque se percibía claramente escuchando las palabras de Giorgio, así como cuando le besé una mano y le di un beso en la frente impulsada por un amor universal que me lo hacía percibir realmente por lo que es…Un gran mensajero de Dios. ¡Mi hermano!
¿Cómo se hace para explicar lo que se vive, cuando de verdad las palabras no son nada frente a tanta inmensidad y amor?
¡Cuánto quisiera lograr transmitir a todos los hombres de la tierra cómo es posible captar la presencia de Dios tantas veces en nuestra existencia y cómo bastaría poco para poder despertarse de ese sueño ilusorio!
Además quiero decir a quienes dudan, que éste amor no tiene pretensiones, no tiene límites y no tiene pertenencias sino solo la de la comunión con el único Dios, generador de toda la humanidad.
Antes del 27 diciembre ningún hombre de la tierra me había presentado a Giorgio, nadie me había contado nada de sus dones, ni de su mensaje, si bien una noche hace mucho tiempo, los Ángeles de Dios me lo hicieron encontrar y mi alma reconoció inmediatamente en él, el amor universal de Cristo y que su mensaje es dado directamente por Dios.
¿Cómo explicarlo?
Solo con el amor incondicional en Dios y en el dejarse transportar por su energía hacia la búsqueda de la verdad se puede encontrar la explicación… ¡no hace falta nada más!
Mis hijos no conocen a Giorgio y sin embargo las palabras que salieron de sus corazones refiriéndose a él me dieron la enésima “prueba”, que sólo quien se vuelve simple como un niño puede ver lo que los ojos de un adulto no ven, porque están cerrados por el letargo del pecado.
El mensaje que Giorgio nos donó la otra noche, por una enésima vez, es la más grande manifestación de cómo más credos religiosos, más hombres de distintas nacionalidades, más ideologías y caminos de vida se pueden encontrar para proseguir hacia un único encuentro.
Luego sus palabras pronunciadas sobre el regreso del Cristo y sobre como Él nos llama para despertar a más almas y de cómo tantas señales en éste tiempo se manifiestan en  distintas culturas religiosas, un hombre de religión musulmana, que estaba presente en la sala, influenciado por el amor hacia la energía Universal, pronunció en voz alta: Alá Akbar… "Dios es grande."
Cuando algo así sucede, solo se puede aceptar y testimoniar que Giorgio une a las almas, porque ese Dios del cual tanto nos habla es Padre y Madre de toda criatura del universo y que haciéndonos guiar todos por tal inmensa belleza y amor, podremos encontrarnos un día, reconociendo en el otro la unidad con todo lo creado…la unidad con el YO.
Y estoy segura de que si en ésta conferencia hubiese habido también un hindú, un budista y un judío… que hubiese abierto su corazón y su alma, así cómo hizo el hermano musulmán, no habría podido resistirse a ese llamado universal, porque habría percibido como ese Dios, que desde pequeño le había rogado es el mismo Dios de todos los demás hermanos humanos.
Las palabras que nos dijimos, sentados en la mesa, la llamada telefónica en la cual hablando con mi hijo le dijo: “Te quiero”, son perlas que me han vuelto la mujer más feliz y más rica de ésta tierra, porque adornada por una sutil belleza expresada en palabras, pero que contienen altas vibraciones universales y mensajes del alma que volverían rico al más pobre de entre los pobres.
Son tantas otras las emociones que recibí de éste encuentro, así como también fueron y son muchas las señales que vivo después de haberlo abrazado, pero sé en mi corazón que todo esto es poco todavía con respecto a lo que viviré y veré.
Querido Giorgio, te lo he dicho y te lo digo nuevamente aquí, hasta que las palabras queden cinceladas en el éter y en los corazones de quienes te seguirán pronto en éste camino… “Yo estaré a tu lado, cueste lo que cueste, porque sé que cualquier cosa que nos espere en el futuro, nosotros seremos testimonio viviente de cómo la propia vida puesta al servicio del amor de Dios es una vida vivida verdaderamente en espera de una condición que no tendrá más peso y que nos permitirá Ser verdaderamente.
Gracias Giorgio, desde lo profundo de mi corazón.

Rosalea
Palermo, 30 de diciembre 2009

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