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BOLIVIA, UN FUTURO SIN AGUA
Desde hace dos años, y con mayor dramatismo durante los últimos meses, distintos organismos internacionales publicaron informes sobre los efectos del cambio climático a nivel mundial.

Las Naciones Unidas, el Banco Mundial, organizaciones ecologistas y paneles de científicos se convirtieron en los voceros de lo que le espera al planeta en el corto y mediano plazo. En las últimas semanas nos llamó la atención la actualización de algunos de esos informes que, con nuevos análisis y datos corregidos, arrojaron conclusiones aún más negativas, casi apocalípticas. Derretimiento de glaciares, aumento de la temperatura, sequías, inundaciones masivas, falta de agua en grandes ciudades, aumento de los niveles de los mares. Uno de los datos más estremecedores es que estos pronósticos se harán realidad en pocos años.
LA MUERTE DE LOS GLACIARES
A simple vista, uno de los fenómenos de las consecuencias del calentamiento global que más gráficamente nos permite visualizar su impacto es el acelerado proceso del derretimiento de los glaciares. Donde antes había hielos eternos y pistas de esquí hoy solo quedan las montañas cada vez más desnudas y centros turísticos abandonados. América Latina no es la excepción: los científicos vienen advirtiendo desde hace tiempo sobre la futura desaparición de los glaciares y la escasez de agua como una de sus consecuencias directas. Lamentablemente estas proyecciones sombrías fueron en muchos casos superadas por la realidad. Lo que muchos expertos creían que sucedería en 2015 ya está ocurriendo. Los glaciares subtropicales bolivianos, peruanos y ecuatorianos son un claro ejemplo. Bolivia es uno de los países que más esta sufriendo este fenómeno. Para los científicos bolivianos la falta de agua ya es uno de los temas más urgentes. Si pocos años atrás la llamada "guerra del agua" llevó la muerte a varios ciudadanos que reclamaban por el acceso al agua en manos de empresas privadas, ahora el gran temor de ciudades como La Paz es que el agua no alcance. Las altas temperaturas no solo están derritiendo sus glaciares sino que además secan sus represas, ya sea por la falta de lluvias o la evaporación del agua. Algunas fuentes consultadas que prefieren preservar su identidad confirmaron a Observador Global que el racionamiento es "inminente". Por esta razón decidimos viajar hasta La Paz y contemplar este fenómeno con nuestros propios ojos. Visitamos las regiones afectadas por el cambio climático y vimos asombrados lo que queda de algunos otrora gigantescos glaciares como el Chacaltaya: absolutamente nada. El equipo de Observador Global llegó a La Paz poco tiempo después de que las lluvias llevaran un poco de alivio a las ciudades, aunque el nivel de precipitaciones y agua acumulada está muy lejos de los niveles que se necesitan para tranquilizar a los científicos y a los políticos. Hablamos con Fanor Nava, el alcalde de la ciudad de El Alto, en La Paz, -la mayor urbe boliviana, en la que se concentra el 10 por ciento de la población de todo el país-y se manifestó consciente del problema, asegurando que la escasez de agua es una bomba de tiempo a punto de estallar. Fue él quien obligó a que en el pasado carnaval se dejara la tradición de lado y se prohibiera el uso de agua durante las celebraciones. Las cámaras de Observador Global recorrieron algunos de los mercados de la ciudad de El Alto, entrevistando a los vecinos y registrando la imagen de canillas resguardadas en cajas con candados para evitar el derroche. La llave de ese preciado bien permanece en poder de las autoridades de los mercados que sólo abren los cofres cuando alguien lo solicita. Contemplamos los preocupantes niveles de las represas que abastecen de agua a La Paz mientras observábamos las montañas que rodean la ciudad con sus picos nevados y glaciares en retroceso. Entrevistamos a destacadísimos científicos, como Ivar Arana, experto en cambio climático, y el ingeniero y glaciólogo Edson Ramírez, ambos colaboradores del equipo de investigación conformado por el ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore, que ganó el premio Nobel de la paz por su labor contra el calentamiento global. Entrevistando a ellos y a Ángel Román, experto en ecología de las Naciones Unidas, conocimos la preocupación que les genera el deshielo de los glaciares y la futura falta de agua en Bolivia y el resto de la región.
MALOS PRONOSTICOS
Ninguno de los expertos consultados por Observador Global suponía que el glaciar Chacaltaya iba a desaparecer en 2009: la realidad superó ampliamente sus pronósticos. Cuando estuvimos a los pies de lo que fue el Glaciar Chacaltaya, a 5.300 metros de altura, allí donde funcionaba la pista de esquí más alta del mundo, viendo un centro turístico prácticamente abandonado, no pudimos creer las fotos que abundan en el lugar y muestran en blanco y negro la gigantesca masa blanca que cubría al cerro pocos años atrás. El glaciar Chacaltaya es seguramente el ejemplo mas visible de este proceso pero lo mismo está ocurriendo en otros de la zona como el Tuni Condoriri. Los especialistas bolivianos buscan que la gente no solo tome conciencia de lo que está pasando sino que todos -ciudadanos y autoridades- actúen rápido. Ramírez, Arana y Román afirmaron ante nuestras cámaras que lo que sucede en Bolivia se repite en Perú, Ecuador, Colombia, Argentina y en todos aquellos países que poseen estos tesoros de agua dulce. Un recurso que ya es escaso y que a su vez está desapareciendo a una velocidad mas rápida que la estimada poco tiempo atrás.
LA HORA DE ACTUAR
Todos coinciden en que es imposible revertir el cambio climático pero afirman que podemos trabajar para adaptarnos. Para eso se requiere educación y no sólo restringir el uso del agua con cortes esporádicos o candados en las canillas públicas, sino también llevar a cabo, de manera urgente, obras de infraestructura como nuevas represas que logren capitalizar al máximo las aguas de deshielo, las subterráneas y las provenientes de las lluvias. Hasta el momento, los cambios que experimenta el planeta parecen ir más rápido que las acciones de los políticos y de quienes deben implementar el cambio. Estas obras requieren mucho dinero y determinación para llevarse a la práctica de forma inmediata. De lo contrario los efectos serán aun más duros de lo que se cree. Los científicos, los formadores de opinión, los nuevos líderes de un mundo en rápido y profundo cambio, tienen la difícil tarea de medir sus palabras para no alarmar en tiempos en los que muy pocos pasan de la toma de conciencia a la acción.
La mesura de estos hombres de ciencia busca que lo dramático no se transforme en apocalíptico y esto a su vez en excusa para no tratar de modificar nuestro presente. Su único objetivo es dejar una mejor vida en el futuro inmediato.
observadorglobal.com - 1 de abril 2010

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