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EL SEÑOR NOS DA LA FUERZA PARA QUE SEAMOS SUS MENSAJEROS

Desde el primer momento en el que surge la idea de organizar una conferencia, hasta que ésta se logra concretar, el corazón saborea una mezcla de emociones.

Proyectos, ideas, tiempo.

La responsabilidad que implica cuando uno asume un compromiso tiene facetas que pasan por el esfuerzo, la esperanza y por el amor hacia Cristo.

El pasado 27 de Mayo, en Salerno, durante un cálido Domingo de sol, tuvo lugar la conferencia Titulada “Civiltà oltre Terra: Gesù Cristo e la scienza dello Spirito" (Civilizaciones más allá de la Tierra: Jesús Cristo y la ciencia del espíritu), coordinada por nuestro grupo “Associazione Giordano Bruno Campania”.

A primera hora de la tarde llegamos a la sala, interiormente y en silencio nos preguntábamos cuántos participarían.

Teníamos mucha esperanza y expectativas.

Era una esperanza que luego tomó forma: en poco tiempo se llenaron todas las sillas.

Entre los presentes algunos ya conocían desde hace tiempo siguen la difusión del mensaje pero, en cambio, muchos otros participaban por primera vez.

Había quienes además viajaron por horas para poder estar presentes y escuchar, para tener la posibilidad de hacer preguntas, ya que les urgía obtener respuestas.

El Amor por este maravilloso Ser todo lo puede.

Cuando el deseo de redención, de renacimiento a una nueva vida y de caminar con Cristo es muy fuerte en nuestro corazón no hay compromiso, problema, preocupación material que pueda limitarlo.

En un mundo que se ve cada vez más absorbido por los falsos valores y por la esclavitud impuesta por esta sociedad, es algo que llena de alegría ver a hombres y mujeres que rompen con las cadenas de una realidad adormecida e indiferente.

Es una de las alegrías más grandes e indescriptibles poder ver a los niños y a los jóvenes que se acercan al mensaje de Cristo.

Organizar una conferencia es algo así como planificar una fiesta.

Si, una fiesta.

El ideólogo es nuestro Señor Jesús Cristo, que nos llama hacia Sí y nos pide que Lo ayudemos. Nos hace partícipes de Sus proyectos y de Su voluntad y nos da una tarea a cada uno de nosotros. Todas son indispensables para que salga todo bien en el transcurso de la velada.

Incluso los más pequeños se prodigaban para controlar cada uno de los detalles, para que todos los invitados pudieran llevarse el recuerdo y la esencia de lo que vivirían.

El objetivo de la fiesta del Señor era el despertar interior.

Las almas danzan y vibran dejándose llevar por las palabras de Verdad de Giorgio y de Pier Giorgio. Quienes, siempre, abren puertas de conocimiento y conciencia.

Aunque Giorgio no logró estar presente físicamente en el congreso por compromisos de igual importancia, nos regaló su tiempo a través de una entrevista que le hiciera Pier Giorgio.

Por más que sea a través de una proyección en una pantalla Giorgio no deja de ser la voz que golpea en los corazones, invitándolos al arrepentimiento, mostrando con infinito amor a un Cristo cósmico, consolando con la certeza de que Dios pondrá fin a esta humanidad inmunda y desobediente a Sus leyes, asegurando la instauración del Reino de los Cielos en la Tierra.

Interiormente explota el canto liberador de quienes escuchan retumbar en sí mismo las notas de la Verdad.

Y, exactamente como en una fiesta, se sienten amigos, hermanos, pero también se encuentran nuevas vidas y nuevos caminos que recorrer juntos.

Es un momento de camaradería que rompe con todas las barreras de la desconfianza.

Algunos aprovechan el tiempo para contar sus propias experiencias, otros se dejan llevar haciendo preguntas y hay quienes escuchan con la mente abierta.

Los corazones están dirigidos a Dios y laten al unísono.

El mensaje y la palabra de Cristo pueden no llegar a abrir una brecha en el ánimo de quienes lo escuchan pero ya que uno solo abrace esta Verdad, viviéndola, ya es un motivo de alegría y de esperanza.

Inclusive se puede llegar a comprender que organizar una conferencia puede ser un milagro del Cielo. Un milagro para aquellos que están en busca del camino de Cristo, para quienes desean encontrarlo, pero también para quienes quieren dar su vida al servicio del Padre.

Jesús explicó la siguiente parábola a la multitud que lo escuchaba:

“El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo. Un hombre lo encuentra y de alegría por ello, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.

Es semejante a un mercader que busca perlas finas, y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.

Todos vosotros sois pescadores. El reino de los cielos también es semejante a una red que se echó en el mar. De repente la red se llena. Está tan llena que no resiste más, y tenéis que pedir ayuda a otras barcas para daros una mano. Todos trabajan juntos, felices, sin descanso. Es un momento de alegría por el don que Dios le ha hecho gratuitamente”.

Esta es la comparación que podríamos hacer con la Obra de Dios, a través de Giorgio, en estos días.

Como una gran red arrojada a las aguas de esta Tierra. Cada uno de nosotros nos convertimos en un pequeño pescador, entre las borrascosas olas del mal que desgarran los corazones de los hombres, hay quienes quedan atrapados en la red para trabajar juntos.

El Señor nos da la fuerza para ser Sus mensajeros. Nos ha dado la gracia al darnos la Verdad y tenemos el deber de amor de divulgar, de dar testimonio.

Para que no nos convirtamos en pobres de Verdad, para que la compartamos.

Conferencias, acciones solidarias, sensibilización sobre los valores universales, apoyo a los justos... cada acción es un retoño en el jardín del Reino de Dios.

Gracias a Giorgio, la columna portante de la Obra. Un servidor de Cristo y nuestra fortaleza.

A Pier Giorgio y a Flavio, investigadores incansables y difusores de la Verdad.

A todos los chicos que se ocuparon de la “parte técnica” de todas las conferencias.

A todos los representantes de la obra solidaria de FUNIMA International y a todos los corazones, los brazos y los espíritus que viven a favor del amor por el prójimo y por la vida.

Gracias al Padre, nuestro Guía Eterno.

Michela Raddi
18 de Junio de 2018