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medinaamaralPor Daniel Amaral
A casi dos meses del asesinato del periodista Pablo Medina y su asistente Antonia Almada, las preguntas sobre este hecho se multiplican, al mismo tiempo las respuestas aparecen solas y el análisis de los hechos se muestra mucho más sencillo de lo que parece.
¿Por qué pienso que la muerte de Pablo y Antonia podía haberse evitado? La respuesta se desprende del caudal de la información que el corresponsal de ABC Color había acumulado desde por lo menos el 2010. Desde ese año hasta nuestros días las pruebas y los nombres de algunas personas asesinadas, vinculados estos hechos directamente con “Neneco” Acosta Márquez y su familia, por ende también a todos aquellos que trabajaban para él. Y las muchas vinculaciones entre las cuales había políticos con cargos importantes, lo cual nos hace pensar que muchos de ellos tendrían que estar tras las rejas desde hace mucho tiempo.
Entonces la primera afirmación que podemos hacer, aunque la voy a trasladar en forma de pregunta, es: ¿y si se hubiera actuado de oficio con todas las pruebas con las que se contaba? Por más vinculaciones que algunos magistrados pudieron tener con esta gente, directa o indirectamente; los ilícitos ya no eran si traficaron o no marihuana, si utilizaron o no sus influencias políticas, sino que había pruebas sobre personas asesinadas. Este señor con minúscula, “Neneco” Acosta Márquez, junto a su familia y los sicarios que trabajaban para él, andaban armados y se movían con total impunidad.
¿Cuáles son entonces las razones por las que no se les metió presos mucho antes? ¿Por qué se llegó a la instancia en que todo esto se transformara en una caja de resonancia tan grande que ahora sí o sí hay que detenerlos a toda costa?
Por alguna razón más profunda y quizás con la ilusión de que la impunidad pudiera perpetrarse indefinidamente, algunos personajes piensan que matar a uno es lo mismo que matar a diez y que no importa cuántos se asesinan, porque el mismo sistema que todo lo puede, lo va a solucionar. Esta línea de pensamiento es sin duda sostenida por los poderosos del mundo que actúan en forma de pirámide, pero se olvidan que en la parte más baja de la pirámide hay millones de personas que quizás momentáneamente están dormidos, pero, ¿hasta cuándo estos poderosos -en los que “Neneco” Acosta Márquez es apenas un vasallo de los más bajos de la servidumbre mafiosa de este mundo- piensan que todo les será permitido?
Volviendo estrictamente a las investigaciones del periodista Pablo Medina, donde lo que se desprende de las mismas es que se podría haber llegado muy alto en lo que concierne a nombres de políticos y muy probablemente de personajes millonarios que suelen ser más discretos, y bajo ningún concepto aceptarían ver manchados sus nombres en los titulares de la prensa.
Pero después de una movida sin precedentes que se llevara a cabo en las primeras semanas del mes de noviembre y que tuvieron su epicentro el día 18 a las 18 y 30 en la plaza de la Democracia en el corazón de Asunción. Después de este acto de denuncia y de pedido de Justicia por los asesinatos de Pablo Medina y Antonia Almada, se ha aprendido en Paraguay un camino sin retorno, que es sin duda la búsqueda para el esclarecimiento de estos hechos y una lucha que convocara a toda la sociedad paraguaya a exigir a sus representantes la construcción de un país más justo, donde el narcotráfico y la narcopolítica no tengan razón de existir.
Para redondear por el momento este análisis, podemos decir con certeza que el trabajo tenaz y consecuente que realizó con tanta valentía el periodista Pablo Medina, razón por la cual le costara su propia vida, ha dado muchos frutos. Frutos que sin duda tienen que darnos mucha fuerza a todos los periodistas y comunicadores que en cualquier parte del mundo creamos una verdadera sociedad de la información.
Si a un periodista se lo silencia por la fuerza de una escopeta, miles de periodistas y ciudadanos tenemos que gritar con mucha más fuerza, exigiendo justicia y una verdadera libertad de expresión. Y lo más importante, esforzarnos por dar toda la información, sin dejar de investigar, persiguiendo siempre que la verdad oculta salga a la luz para que ningún periodista más vuelva a ser asesinado.
Quizás está llegando un tiempo en esta humanidad en el que tengamos que ser protagonistas de algunas transformaciones, que puedan ser cruciales para la supervivencia de la especie. De seguro que está en nosotros la decisión: o nos quedamos sentados a esperar que todo se derrumbe, o hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para crear una sociedad más justa. Sólo tenemos que tener el coraje y la convicción de que si queremos, podemos.
Daniel Amaral
Montevideo, 5 de diciembre de 2014.