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Fatima veggenti WebPor Flavio Ciucani

¿Qué ocurrirá el 13 de Mayo? Hace muchos meses que se espera este momento, al igual que se esperaba el primero de Enero del año 2000, en el que se creía que “no habría mil años más”, así como se esperaba el 21 de Diciembre de 2012 señalado por el pueblo Maya como el final de su calendario. El 13 de Mayo de 1917, en Fátima, los tres pastorcillos más famosos del mundo vieron a la Virgen. Cova da Iria, el lugar de las apariciones, a lo largo de estos 100 años se ha transformado en el santuario más grande y más conocido del mundo cristiano y, según las estadísticas, lo visitan diez millones de peregrinos por año, la misma cantidad de habitantes de Portugal). Han pasado 100 años desde ese acontecimiento y nos preguntamos (a decir verdad no son muchos los que lo hacen) si el terrorismo, si las guerras en Siria y en África, si los miles de inmigrantes que invaden no solo las tierras europeas, sino también los pensamientos y los valores de los occidentales, si las tensiones internacionales que le han hecho decir al Papa Francisco que estamos viviendo la Tercera Guerra Mundial “en pedazos”, como en una telenovela, si todo esto tendrá algo que ver con la aparición de Fátima y con sus mensajes secretos.

Efectivamente la Virgen dio tres mensajes a los tres jóvenes videntes: Jacinta, Francisco y Lucía. En 1941 fueron divulgados los primeros dos, que, según las expresiones de Lucía, estos les  habían sido dados en dos momentos diferentes en los que también se habrían explicado: ellos habían tenido visiones después de las cuales la Virgen María dio algunas explicaciones. Por lo tanto se hablaba de la visión del infierno y del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Luego los pastorcillos recibieron la orden de decirle al mundo y al clero, incluído el Papa, que la paz llegaría únicamente con la “conversión de Rusia”. Pero es difícil saber qué significaba en ese momento la conversión de Rusia, en 1941, en plena guerra, con los alemanes que estaban trasladando sus tropas hacia África y a los Balcanes, cuando estaba comenzando un ataque colosal, denominado “Operación Barbarroja”, a la Rusia de Stalin con 145 divisiones. La expresión habría sido sin lugar a dudas mucho más clara, al final de la guerra, durante la Guerra Fría: la eliminación del Comunismo con su filosofía atea y anticlerical. Aún hoy muchos que se preguntan si Rusia se ha convertido. Sin embargo Putin ha planteado un ambicioso plan (aplicable en el período que va desde el 2016 hasta el 2020) de educación masiva de la juventud de los Estados de la Federación basada en el “amor, la amabilidad, el trabajo, la amistad, la honestidad y la comprensión de la Patria”. El comunismo ruso desapareció, el muro de la vergüenza de Berlín ha sido derribado, sin embargo Rusia parece seguir siendo el enemigo demoníaco al que hay que abatir. Mucho menos podían comprender los portugueses, quienes desde 1926 vivían bajo la dictadura de Salazar y de su política anticlerical y masónica que tanto hizo sufrir a los tres pastorcillos de Fátima. En este caos bélico y represivo la vidente Lucía, quien en ese tiempo ya había tomado los votos, puso por escrito el Tercer Secreto en el 1944, lo metió en un sobre cerrado siguiendo el amable pedido de la misma Virgen María de que éste fuera divulgado en 1960. El Secreto permaneció en Portugal hasta el 1957 y luego fue enviado al Vaticano. Según el testimonio del Cardenal Ottaviani, el entonces Secretario de la Sagrada Congregación Romana e Universal Inquisición del Santo Oficio, parecería ser que en 1958 Pio XII abrió el sobre del Secreto y lo leyó. Pero oficialmente el Primer Pontífice en abrir dicho sobre y en leer su contenido fue Juan XXIII. Era el verano de 1959 y el Papa se encontraba en su residencia de Castel Gandolfo. El Cardenal Alfredo Ottaviani le ordenó al Comisario del Santo Oficio que le llevara el sobre a Juan XXIII y éste leyó el documento.

Paralelamente en el mundo no parecía que algo estuviera cambiando radicalmente a pesar de la trágica guerra que acababa de terminar, dejando al mundo entero ensangrentado con 55 millones de muertos de los cuales 30 millones eran civiles. Dos bloques de Naciones opositoras comenzaron una absurda carrera para obtener armamentos cada vez más numerosos y destructivos, así como también comenzaron los terribles experimentos nucleares para crear armas de destrucción masiva. En 1950 estalló la guerra de Corea que hizo temblar al mundo entero con la idea de una nueva Guerra Mundial. En ese mismo año hubo una revolución de los ciudadanos de Berlín Este y al año siguiente los húngaros salieron a la calle, pero los tanques de guerra rusos disiparon las manifestaciones por medio de la fuerza. En 1962 el espectro de la guerra volvió a aparecer: los Estados Unidos rodearon Cuba e intimaron a los barcos rusos, que llevaban misiles a las bases cubanas, que volvieran a su lugar de origen.

Con la muerte de Juan XXIII, en 1963, el Cardenal Montini fue elegido Papa, tomando el nombre de Pablo VI. Fue precisamente en ese momento cuando el Cardenal Ottaviani, secretario del Santo Oficio, preocupado por la situación política mundial y, sobre todo, por el ingreso en el Vaticano de influyentes personajes masones y teólogos modernistas-reformistas con la llegada de la era Montini, se planteó el problema de cómo difundir el Tercer Secreto de Fátima. El Cardenal Ottaviani llamó a su amigo-investigador Don Luigi Villa, quien había “recibido” por parte del Padre Pio una misión muy peligrosa, que lo llevó a sufrir varios atentados en contra de su vida y era la de descubrir quiénes eran los personajes relacionados con la Masonería presentes en el Vaticano y desenmascararlos. “¡La Masonería – le dijo el Padre Pio – ya ha llegado a las pantuflas del Papa!” Don Villa invitó a Ottaviani a Portugal para hablar directamente con Sor Lucía, pero el Obispo de Coimbra, a pesar de que Don Villa presentara sus credenciales del Santo Oficio, por orden del Sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano, el Cardenal Benelli, no lo dejó encontrarse con la vidente. Cabe aclarar que el Cardenal Benelli fue el prelado que durante una conversación con Kissinger, que tuvo lugar en 1973, afirmó que la masacre perpetrada por el dictador chileno Pinochet no era más que “¡una propaganda comunista!”

Fue así como el Cardenal Alfredo Ottaviani escribió de puño y letra un “falso” Secreto de Fátima y lo envió a las Secretarías de Estado de la Unión Soviética, de los Estados Unidos de América y a la Cancillería de la República Federal de Alemania. Ottaviani intentó, a través de dicho documento, unificar lo que había escuchado de la lectura de Juan XXIII, lo que le había contado su Secretario, aquel que le había entregado el sobre, y lo que decía el Mensaje de la Virgen de La Salette, del cual el Mensaje de Fátima, según Ottaviani, era su conclusión lógica. Ese mensaje “falso”, según el Monseñor Loris Capovilla, no era muy diferente al “verdadero”.

En los primeros años de la década de los ’80 yo me encontraba en Sotto il Monte, junto a la redacción casi completa de la revista “Nonsiamosoli”, para hacerle una entrevista al Monseñor Capovilla, Secretario personal del Papa Roncalli, que vivía en el mismo pueblo del Papa, casi en aislamiento y dedicándose a mantener la memoria del “Papa bueno”. Él confirmó, casi totalmente, los conceptos expresados en el texto diplomático que ya había sido publicado en Octubre de 1963, en Alemania, por el periódico “Neues Europa”, en Septiembre de 1965 por el periódico “Il Borghese” y en Mayo de 1975 por el periódico “L’araldo di Sant’Antonio”. Los puntos fundamentales eran la crisis que ocurriría en el interior de la Iglesia (“Cardinales se opondran a Cardenales; Obispos a Obispos; Satanás caminará en medio de sus filas”); la construcción de la bomba atómica, algo que en 1917 era impensable (Satanás “logrará introducirse hasta la cuspide de la Iglesia; tratará de seducir a los espíritus de los grandes científicos que inventan las armas, con las cuales será posible destruir en pocos minutos gran parte de la humanidad. Tendrá en su poder a los poderosos que gobiernan a los pueblos y los instará a fabricar una enorme cantidad de estas armas”); el estallido de una Tercera Guerra Mundial (“Una gran guerra se desencadenará en la segunda mitad del siglo XX”); la naturaleza provocará enormes catástrofes (“Fuego y humo caerán del cielo, la aguas de los oceanos se convertirán en vapor y la espuma se alzará desordenando, y todo se hundirá. Millones y millones de hombres perecerán de hora en hora, y aquellos que queden con vida envidiarán a los muertos”); el retorno de Cristo-Juez acompañado por Sus “ángeles” (“Tiempo vendrá que ningun rey, emperador, Cardenal u Obispo esperará a Aquel que vendrá, pero para castigar según los designios de mi Padre. Seres cósmicos vendrán a visitar la Tierra en nombre de Dios”).

Pero ¿si la esencia del Mensaje coincidía, por qué Juan XXIII calló? Capovilla respondió que el Papa, una vez que leyó el Mensaje, lo volvió a meter en el sobre y dijo “No emito ningún juicio” y dio directivas de no publicarlo. Según el Dr. Antonio Socci el Papa Juan XXIII no difundió el Tercer Mensaje de Fátima porque no creía en él. Me parece que habría que darle una mejor forma a esa respuesta. Juan XXIII era un muy buen diplomático y había empezado desde abajo en la diplomacia, estaba convencido de que la situación mundial se podía resolver a través de una política de diálogo. Todos los más grandes Jefes de Estado de la época pasaron por su despacho. La segunda consideración tiene que ver con la convicción de que el Concilio Vaticano Segundo podría renovar positivamente la Iglesia sin considerar como negativo el gran asalto de los teólogos reformistas-modernistas. Existe otra apreciación puramente teológica: en la concepción de la centralidad crística de la fe, la Madre de Jesús, la Madre de Dios (Teotokos), aunque se la llame Mater Ecclesiae, Madre de la Iglesia, pasa a segundo plano con respecto a la “opinión” del Vicario de Cristo en la Tierra.

Luego llegó el 13 de Mayo de 1981. El turco Ali Agca disparó dos balas en contra de Juan Pablo II pero los proyectiles no afectaron los órganos vitales del Papa. El 13 de Mayo del año siguiente el Papa polaco se postró en Fátima, debajo de la estatua de la Virgen y llevó como ofrenda las balas, convencido de la protección de la Virgen: “Me ha salvado, me ha salvado la vida” repetía en el santuario mariano portugués. Pero ¿esos disparos eran realmente una señal de protección? He aquí el relato del periodista Dennis Redmont, acreditado como periodista responsable de las Comunicaciones y para las Religiones entre Italia y los Estados Unidos. “Durante la víspera, mientras el Papa estaba rezando, Krohn (un cura integralista español) se arrojó encima de Juan Pablo II con una bayoneta. Los guardias papales lo detuvieron e inmediatamente se ocultó el acontecimiento. A lo largo de veinticinco años el Vaticano negó formalmente que hubiera habido un intento de homicidio, a pesar de que muchos hubieran visto “al guardaespaldas” del Papa, al Obispo norteamericano Paul Marcinkus, proteger al Santo Padre. Como miembro de los enviados de la prensa vaticana, en estos días, yo también me encontraba en Fátima y le pedí explicaciones a Marcinkus. De hecho esa noche, apenas ocurrido el atentado, me dirigí a la sede de la televisión nacional portuguesa para estudiar las filmaciones, vi con mis propios ojos cómo Juan Pablo II había sido tocado, pero Marcinkus me dijo: ‘No creas en lo que hay en el videotape’. Pero yo estaba seguro de que el cuchillo llegó a herir al Papa. Sólo después de algunos años el Secretario de Wojtyla, el Cardenal Stanislaw Dziwisz contó lo que había ocurrido verdaderamente esa noche. Escribió que ese año, en Fátima, el Papa resultó herido, pero siguió con su viaje sin hacer ninguna revelación. Pero el intento de homicidio había llegado casi a concretarse”.  

Los atentados en contra del Papa fueron dos, según mi opinión, fueron dos señales enviadas a Juan Pablo II por la Virgen María. Casi nadie se ha dado cuenta de que el Papa Wojtyla cometió dos graves errores a lo largo de su pontificado. En su afán de luchar en contra del comunismo (por un lado algo comprensible para quienes vivieron bajo ese régimen) dio paso al liberalismo materialista, ateo, egoísta, inhumano y fomentador de hambre, pasando a ser casi como su testimonial. Los miles de desaparecidos chilenos, torturados y asesinados, se revolcaron en sus tumbas al ver al Papa asomarse a la plaza desde el Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, junto al dictador Pinochet. En África no tuvo ninguna palabra de reproche, ninguna queja en cuanto a los reyes, a los dictadores corruptos y explotadores, a menudo sanguinarios, cuando se le arrimaban para aprovecharse de su imagen. La otra grave falta de Juan Pablo II (¡hoy en día santo!) fue la que cometió cuando para mostrar una Iglesia triunfal, cercana a la juventud, se expuso a una visibilidad mediática, abandonando el Gobierno del Vaticano, dejándolo en manos de personajes incapaces y con mala fe.

Mientras tanto ¿qué cambió en el mundo? ¿En qué desastre escandaloso cayó el Vaticano? ¿Acaso la Virgen no había pedido conversión, cambio para no “liberar el brazo” de Su Hijo? Todo lo que la Virgen había previsto se ha cumplido ante la absoluta falta de interés por parte de los gobernantes y de los más altos cargos de las Iglesias cristianas.

Todo se está cumpliendo, hecho tras hecho, acontecimiento tras acontecimiento, en la más inhumana de las apatías de la sociedad.

¿Qué es lo que se cree que pueda llegar a ocurrir el 13 de Mayo? Nada, no ocurrirá nada porque consciente o inconscientemente somos protagonistas de esos acontecimientos profetizados en los Mensajes de Fátima y de La Salette: estamos en medio de las profecías, las vivimos, hacemos que se cumplan. Esto está ocurriendo, no solo el 13 de Mayo. Quedan muy pocas cosas por cumplirse: esas preocupantes tribulaciones narradas en el capítulo 24 de Mateo y el Retorno de Jesús-Juez. El 13 de Mayo pasará de la misma forma que pasa una fiesta, una conmemoración, una manifestación. Ese día el Papa Francisco estará peregrinando en Fátima. Quién sabe si entre un ritual y otro, entre una homilía y otra pueda llegar a ocurrir algo. Yo soy escéptico, pero no hay que ponerle freno a la Providencia.


Flavio Ciucani
12 de Mayo de 2017

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