Esta página web utiliza cookies de carácter técnico propios y de terceros, para mejorar la navegación de los usuarios y para recoger información sobre el uso de la misma. Para conocer los detalles o para desactivar las cookies, puedes consultar nuestra cookie policy. Cerrando este banner, deslizando esta página o haciendo clic sobre cualquier link de la página, estarás aceptando el uso de las cookies.

DEL CIELO A LA TIERRA

preparando
Getsemani (Juan 16, 33)

HE ESCRITO EL 30 DE MARZO 2018:
¡SE PUEDE VENCER EL MIEDO!
SÌ, HAY QUE VIVIR EL MIEDO INTENSAMENTE, AFRONTARLO Y VENCERLO.
QUÉ MEJOR EJEMPLO Y ENSEÑANZA QUE EL DEL GETSEMANI (Juan 16, 33).
EL TESTIMONIO DE SANDRA DE MARCO.
LEED, MEDITAD Y DEDUCID.
EN FE
G. B.

FUERZA, YO HE VENCIDO AL MUNDO! (Juan 16, 33)

El miedo es una energía atávica. El hombre es capaz de transcurrir toda una vida imaginando espectros, preocupándose del futuro; es capaz de vivir toda su existencia con el temor de quedarse sin recursos, de perder algo, de fracasar, de que le dejen de lado, de no ser útil, reconocido, importante; de no ser aceptado, amado; con el miedo de sufrir, de no superarlo, de ser malentendido, engañado; de enfermarse, de quedarse solo o de morir y se obstina en creer que lo que de verdad quisiera no está a su alcance.

“¡No temáis! ¡No tengáis miedo!”. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, el Señor ha introducido en la Biblia muchos pasajes de estímulo.

Ninguno de nosotros es perfecto, nadie está exento, Dios lo sabe. Cristo nos recuerda que no tengamos temor y nos sacude del letargo de un bienestar que nos ha preservado de las dificultades, anulando los inconvenientes, a menudo disolviendo la posibilidad de madurar la capacidad de adaptación, la tolerancia hacia el dolor, la fuerza y el valor de resurgir de nuestras cenizas y continuar nuestro camino.

Pero hay un pasaje extraordinario, durante la última Cena, donde convergen todos los precedentes y su enseñanza se extiende más allá de toda medida.

Pocas horas antes de ir al Huerto de Getsemani, de ser arrestado, torturado y crucificado, Jesús afirma “¡Fuerza, yo he vencido al mundo!”.

No se trata de la promesa de una victoria futura. Parece absurdo, una contradición. ¿Cómo puede Jesús afirmar que ha vencido al mundo, mostrándose victorioso justo en el momento en el que vive el drama del sufrimiento, de la injusticia, del abandono y de la muerte?

Cristo hecho hombre, con toda Su humanidad, nos demuestra que también nosotros lo podemos hacer, que podemos vencer nuestra lucha cotidiana contra todo miedo y seguir siendo coherentes con los ideales en los que creemos: si lo logramos la victoria de quien afronta el miedo por Amor, de quien cree hasta el fondo en una causa justa, en la causa de Cristo, será también la nuestra y será también nuestro el Nuevo Reino.

11 DE MARZO 2018 – PORDENONE

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen. Hoy quiero daros un mensaje.

Mi misión principal, la que me da alegría, entusiasmo, felicidad, amor infinito es la que vivo desde hace treinta años: la espiritualidad, el mensaje de Cristo, la realización del hombre. Yo soy un sediento de justicia, quisiera que este país cambiara. El sector del que me ocupo y que incluye, como sabéis, el trabajo que desempeño en Palermo con mis colegas de la redacción antimafia, es un trabajo ‘prestado’. Estoy temporalmente prestado para hacer actividades sociales, de voluntariado, de periodismo y política, pero no es mi misión central.

Lo hago porque es un acto de amor; nosotros provocamos acciones sirviendo a la sociedad, incluso en sectores que no se ocupan del espíritu.

Hacer acciones significa poner en práctica las enseñanzas de los Avatar, como enseñan todos los maestros del mundo. Cristo es el más grande de todos. La oración es fundamental, pero no es suficiente: el camino más rápido y directo que lleva a la realización del espíritu es la acción en la materia. Nosotros tenemos que cumplir acciones positivas y crísticas, como decía el Señor: “buscando el Reino de Dios (el amor) y Su Justicia”.

Nosotros nos vestimos de periodistas, activistas, presentadores televisivos, secretarios, asociaciones para dar nuestro aporte a la conquista de la libertad, porque serás libre de verdad si llegarás a comprender y por consiguiente a realizar dentro de ti la gnosis, el conocimiento crístico.

En el momento en el que somos capaces de interpretar los eventos y de comprender las enseñanzas evangélicas que conllevan nos convertimos en dueños del conocimiento (la gnosis) y este conocimiento nos hará libres.

Para ascender a las dimensiones superiores del espíritu, necesitamos libertad. La libertad no es anarquía: ser libres significa vencer el miedo de la materia, superar todas las limitaciones humanas que nos condicionan día a día; no quiere decir escapar y hacernos eremitas, sino vivir dentro de la sociedad con todos los condicionamientos que eso implica, las batallas contra nuestro ego, contra la materia y los demás, pero al mismo tiempo sentirse libres.

Hoy leeremos juntos los eventos que Cristo nos cuenta en el Evangelio, los interpretaremos y después tendríamos que sentirnos libres, porque el conocimiento nos permite vivir incluso en el infierno y ser felices, llorar por el sufrimiento ajeno, sin caer en el victimismo y en el masoquismo.

Durante la Sangración, Cristo me ha pedido que os explique el pasaje fundamental para comprender Su enseñanza e interpretar los eventos; pero no es el único.

Empezaré por el último verso del capítulo 16 del Evangelio de Juan, para después seguir con la lectura de todo el capítulo. Cristo dijo a los apóstoles: “En el mundo tendréis aflicción, pero ¡fuerza; yo he vencido al mundo!”(Juan 16, 33).

1 “Estas cosas os he hablado, para que no os escandalicéis. 2 Os echarán de los sinagogas; y se acerca la hora en la que quien os mate creerá que da culto a Dios. 3 Y estas cosas os harán, porque no conocen al Padre ni a mí. 4 Mas os he dicho esto, para que cuando llegue el momento, os acordéis que yo os lo había dicho. No os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros. 5 Mas ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿Adónde vas? 6 Sino que, porque os he hablado estas cosas, la tristeza ha llenado vuestro corazón. 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya: porque si no me voy, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me voy, os le enviaré. 8 Y cuando Él venga confundirá al mundo en cuanto al pecado, la justicia, y el juicio: 9 En cuanto al pecado porque no creen en mí; 10 En cuanto a la justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11 en cuanto al juicio, por cuanto el príncipe de este mundo está condenado.12 Aun tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no las podéis llevar. 13 Pero cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará a la verdad completa; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os amimcoará las cosas venideras. 14 El me glorificará: porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15 Todo lo que tiene el Padre, mío es: por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber. 16 Un poquito, y no me veréis; y otra vez un poquito, y me veréis: porque yo voy al Padre. 17 Entonces dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Un poquito, y no me veréis; y otra vez un poquito, y me veréis, y que yo voy al Padre? 18 Decían pues: ¿Qué es esto que dice: Un poquito? No entendemos lo que habla. 19 Y comprendió Jesús que le querían preguntar, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros de esto que dije: Un poquito, y no me veréis, y otra vez un poquito, y me veréis? 20 De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se tornará en gozo. 21 La mujer cuando está de parto, tiene dolor, porque es venida su hora; mas después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. 22 También, pues, vosotros ahora ciertamente tenéis tristeza; mas otra vez os veré, y vuestro corazón se alegrará, y nadie os quitará ya vuestra alegría. 23 Y aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará. 24 Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre: pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. 25 Estas cosas os he hablado en proverbios: la hora viene cuando ya no os hablaré por proverbios, sino que os daré noticias del Padre con claridad. 26 Aquel día pediréis en mi nombre: y no os digo, que yo rogaré al Padre por vosotros; 27 Pues el mismo Padre os ama, porque vosotros me amasteis, y habéis creído que yo salí de Dios. 28 Salí del Padre, y he venido al mundo: otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. 29 Le dicen sus discípulos: He aquí, ahora hablas claramente, y ningún proverbio dices. 30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte: en esto creemos que has salido de Dios. 31 Les respondió Jesús: ¿Ahora creéis? 32 He aquí, la hora viene, y ha venido, que seréis esparcidos cada uno por su parte, y me dejaréis solo: mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo. 33 Estas cosas os he hablado, para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción: mas confiad, yo he vencido al mundo”.

Todo lo que Jesús revela sobre la venida del Consolador está sucediendo. Él habla de hoy, de este tiempo: el Espíritu de la Verdad ha venido, está aquí con nosotros desde 1952; Eugenio Siragusa le ha representado perfectamente y aquel que os está hablando ahora está continuando la Obra del Consolador. Cuando Jesús decía: “Yo no os puedo hablar de las cosas celestes” se refería al cosmos, al universo, a las dimensiones superiores, al renacimiento del hombre en la carne, a todo lo que nosotros estamos viviendo, a la realización de nuestra espiritualidad, que es necesaria para prepararnos a Su Segunda Venida; además de la Resurreción: “... Un poquito y no me veréis más; y otro poquito y me veréis...”

Os matarán y os perseguirán en las sinagogas: las sinagogas hoy simbolizan la sociedad en la que trabajamos y vivimos; a nosotros no nos aceptan por lo que decimos. Cuando el Señor habla de persecuciones, se refiere a dos mil años de historia, durante los cuales muchos mensajeros han sido matados, perseguidos y quemados en la hoguera. Hoy sin embargo la persecución, la tribulación y la incomprensión son sobre todo interiores, no vienen solo de parte de quien no cree en nosotros; quizás en este último caso sea un input para seguir adelante. Nosotros nos perseguimos a nosotros mismos y tribulamos por nuestras limitaciones y miedos. “YO HE VENCIDO AL MUNDO” significa “¡YO HE VENCIDO EL MIEDO!

El mundo, es decir todo aquello que la materia expresa donde no está el espíritu, se manifiesta por miedo, por instinto de supervivencia, en la mejor de las hipótesis; o de lo contrario por instinto de poder y violencia, que no se debe solo al odio, sino sobre todo al miedo de perder el dominio, el dinero, el territorio, la materia, la mujer, la guerra.

Cuando Jesús dice: “Confiad, yo he vencido al mundo”, quiere decir que si vencemos al mundo, vencemos el miedo. Por consiguiente, si somos conscientes de nuestra eternidad y somos redimidos por Cristo, nosotros venceremos al mundo.

Jesús dice: “Os perseguirán, pero escucharéis al Consolador que hablará de las cosas celestes”. Las cosas celestes, es decir, el Conocimiento, nos permiten vencer al mundo, alcanzar la libertad.

Sigue diciendo: “¡Fuerza”. Esto significa que no basta hacer lo que hacemos, es decir operar, ayudar a los niños, dedicarse al activismo a través de Our Voice, a antimafia o a la espiritualidad, divulgando el mensaje. ¡No es suficiente! Nosotros tenemos que dar otro paso. El Evangelio se vive a pasos y en nuestra vida, el paso sucesivo tiene que ser: ¡yo he vencido al mundo!

¡Atención! Cristo no lo dijo después de que había resucitado, sino cuando Su Obra estaba en su punto máximo.

Después de la Resurreción habría podido presentarse ante los apóstoles y decir: “Habéis visto que he vencido al mundo?”, hubiera sido incluso lógico porque resucitar de entre los muertos es un poder que tienen los dioses, los Seres Crísticos, los Avatar.

El Señor en cambio lo dice cuando es hombre. Jesús de Nazareth, personificado por Cristo, lo dice antes de entrar en el Getsemaní, antes de ser arrestado, azotado, condenado, clavado en la cruz, antes de resucitar. Sólo Jesús sabía que tenía que morir; el pueblo le acababa de acoger con las palmas y no estaba al corriente de lo que los fariseos estaban complotando en contra de Él.

El Señor se dirige a Sus amigos y también a nosotros, proyectando sus mismas palabras a dos mil años después: “Si alcanzas el Conocimiento, cualquier cosa que tengas que afrontar, serás libre, porque has vencido al mundo”.

Si todavía no somos así, tenemos que comprender que este es el camino que nos llevará a la victoria, en el Reino de los Cielos.

Muchas veces he dicho que, para candidatearse al Nuevo Reino, tenemos que hacer acciones. Ahora os digo que no es suficiente, hay que dar otro paso más.

Nosotros seremos parte de la nueva sociedad que Dios instaurará en la Tierra si ya desde ahora vencemos el miedo en todo lo que hacemos y que podremos cumplir, con nuestro empeño y limitaciones, sin exagerar. Nuestro miedo es lo peor, lo más grave y silencioso. Nosotros no tememos que la mafia nos pueda matar, aunque a veces pienso que sois inconscientes. Si en cambio sois conscientes, sois como los cristianos que cuando estaban en la arena iban felices al encuentro de las bestias feroces, cantando, al punto que los emperadores se irritaban porque el público no siempre se quedaba satisfecho. Los expectadores deseaban hasta tal punto el martirio que algunos grandes senadores empezaron a pensar que los dioses protegiesen a los cristianos. Con su exaltación los cristianos de entonces comprendieron lo que yo estoy intentando explicar hoy: habían vencido al mundo, el miedo.

Hoy el Señor no nos pide que entremos en la arena, que demostremos nuestra fe ante las fauces de los tigres. Puede suceder que las bestias destruyan a los mártires: ha pasado con Pablo Medina, con Falcone y Borsellino, los cuales se sacrificaron por nosotros, pero Jesús no se lo pide a todos.

El Señor nos exhorta a vencer el miedo contra nosotros mismos, que se manifiesta en la capacidad de lograr afrontar la cotidianidad, a los familiares, llegar a fin de mes. Tenemos que superar el miedo de afrontar nuestros problemas personales, económicos, de salud, de trabajo, de pareja, problemas de incomprensión con los hermanos, de no creer y de no ser creídos, de tener dudas... También cuando nos preguntamos: “¿Si el mensaje de Giorgio, de Krishna o de Yogananda no fuese verdad? ¿Qué haré?

Los miedos actuales son mínimos respecto a los del pasado, porque muchos de nosotros ya hemos sido atacados por los leones hace dos mil años; hoy hay pocos corderos que sacrificar, siempre y cuando los haya. Nuestros miedos de hoy son más feroces que las bestias, porque son espirituales y estamos al final de los tiempos.

El maligno conoce nuestro espíritu más que nosotros mismos. Si después de todos estos años que hemos trabajado juntos a favor de la justicia, terminásemos en la cárcel, para nosotros sería un honor; algunos de nosotros serán víctimas de un complot y serán arrestados para dar una señal. Si me sucediese a mi, se multiplicarían las personas que me siguen, entonces el maligno quiere detenerme inculcando dentro de mi espíritu el miedo, la duda, la incertidumbre, la apatía, la depresión, la indiferencia, la rabia, la arrogancia, la frustración, la intolerancia, el victimismo, el juicio. Si estas bestias feroces prevalecieran sobre nosotros, harán pedazos nuestros espíritus.

Jesús dijo: “Yo os envío como a ovejas en medio de lobos: sed entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuidáos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en las sinagogas. A causa de mí, seréis llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos... (...) Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Temed más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena” (Mateo 10, 16).

Si dejamos que se apoderen de nuestra alma ni siquiera Él podrá ayudarnos.

El diablo hoy es más astuto, porque está herido de muerte; tiene que hacer lo imposible para evitar que Jesús regrese y conquiste la mayor cantidad de almas posible. No nos mandará un killer o la bestia y tampoco la cárcel, pero insinuará dentro de nosotros todo lo que puede conquistar el alma.

Si escuchamos las cosas celestes nosotros vencemos al mundo, el miedo. En nuestras actividades específicas dentro de nuestras asociaciones, tenemos que poner en el centro del universo la enseñanza de Cristo, el Cristo, con Cristo y por Cristo, reconociendo nuestros límites y nuestras carencias, que a pesar de todo nos serán perdonados si permanecemos fieles al Señor en la Obra.

P: ¿Por qué el Señor te ha dicho que nos digas estas cosas?

Giorgio: Muy pronto se desencadenarán eventos espantosos por Voluntad del Padre mío y vosotros no tenéis que tener miedo.

P: ¿Qué eventos?

Giorgio: Todos los eventos representan Su Voluntad, para bien y para mal. Para bien, se cumplirán sus designios para construir el Reino del Padre sobre la Tierra; para mal, las fuerzas de la naturaleza se desencadenarán en contra de aquellos que están alineados con las fuerzas malignas.

A medida que los poderes del mundo (políticos, internacionales, militares) sufrirán choques directos, Dios no sólo lo permitirá, sino que las incitará para que choquen las unas con las otras, para que entren en acción las fuerzas de la naturaleza. Rusia será el brazo que desencadenará el castigo de Dios, como reación al mensaje de Fátima.

No tenemos que tener miedo. Si no lo superamos sufriremos la segunda muerte.

Si hacemos la Obra, pero tenemos miedo, el Señor lo permite, pero pronto alguien nos pondrá la zancadilla y caeremos. Él lee en nuestros corazones, no podemos mentir; cada uno de nosotros es consciente de su propia vida y de su propia existencia, sabe lo que tiene dentro: dudas, certezas, sentimientos, deseos, valores y pensamientos.

Vuestro hermano Giorgio cree en todo lo que afirmáis; si decis que estáis bien o que me amáis y en realidad estáis mintiendo, no es este el problema. La cuestión es entre nosotros y el Padre Nuestro; Él sabe si hemos vencido el miedo o si estamos trabajando para superarlo. El Señor no nos pide que lo venzamos mañana por la mañana; nadie es perfecto. El problema es si ponemos toda nuestra voluntad, la fe. Si rezo o pido ayuda a Jesús porque quiero vencer el miedo, a pesar de mis debilidades, Él me ayudará. Pero si no tengo ninguna voluntad de vencerlo y descargo la culpa sobre los demás, hago el juego del maligno.

¡Entonces hacedlo! Os aseguro que en esta Obra del Evangelio de Cristo, en todas sus facetas, no se puede seguir adelante con el miedo, la duda, la incertidumbre... antes o después tropiezas y caes, y levantarse será muy difícil.

El Consolador nos ha dicho todo: ha hablado de las cosas celestes, de nuestra eternidad, cualquier cosa que pueda sucedernos no moriremos nunca; no estamos solos en el universo, el mal no es absoluto, ni infinito y el odio no vencerá, sino solo el amor, la paz y la fraternidad al final prevalecerán siempre y en todo lugar. Ahora tenemos que decir solamente: ¡NO TENGO MIEDO!

P: ¿El miedo puede ser prudencia?

Giorgio: No, el miedo es el sentimiento de la incertidumbre que de hecho demuestra que tú no crees en lo que estás haciendo, no crees en la causa que has abrazado. La prudencia es el discernimiento: yo espero antes de hacer una cosa porque tengo que saber si es positiva o no. El miedo nace de la duda, que no nace del deseo de conocimiento (para crecer, entender, profundizar).

Si nos atrincheramos detrás del miedo es porque no creemos. Desde que era joven me decían que la muerte no existe; si ahora empezase a tener miedo, significaría no creer más en el mensaje que me ha dado Cristo.

Si no suceden ciertas cosas que pedimos a Jesús (una sanación, un coche, una misión) es porque no tenemos fe, no creemos de verdad. Nosotros tenemos que hacer lo posible para vencer el miedo. ¿Cuántas cosas no logramos hacer atrincherándonos detrás de mil pretextos? El teléfono no funciona, no me ha llegado el libro, no tenía el coche, etc.

El miedo del niño es diferente: es miedo de lo desconocido, el instinto de supervivencia prevalece sobre él, pero desaparecerá mientras va creciendo. Sin embargo nosotros tenemos la barba larga hasta los pies y conocíamos la Verdad. Los grandes mártires de la historia no tuvieron miedo de morir porque creían en ello. Lo bueno no es asustarse y ser cínicos, sino tener miedo y vencerlo.

P. ¿Jesús tuvo miedo?

Giorgio: Si, Cristo-Jesús tuvo miedo en el Getsemaní: quería sentirlo para demostrar al mundo que se puede vencer el miedo si crees en la Causa y pidió al Padre que le dispensara de esa situación. Después dijo: “Sea hecha Tu voluntad”, que significa “La causa eres Tú, no Yo. La Misión eres Tú, no Yo”; lo dice porque ha creído, no por obediencia. También los apóstoles a veces eran incrédulos, dudaban, pero dieron la vida porque creyeron en la Causa. San Tomás dijo: “Si yo creo, puedo” y venció la duda, venció contra sí mismo y se curò en el nombre de Cristo. Si nosotros no lo hacemos, tenemos que ser sinceros, por lo menos admitirlo e intentar cambiar.

P: ¿Los hermanos Extraterrestres no se acercan a nosotros por miedo? Tú has explicado que nuestros sentimientos y defectos podrían contaminarles.

Giorgio: Los extraterrestres no se acercan a la humanidad porque son rechazados, al hombre en general no le interesa contactar con ellos. A nosotros, como a otros pocos grupos espirituales, nos interesa porque queremos evolucionar, pero si se acercasen a nosotros nos deprimiríamos, seríamos incapaces de vivir nuestra vida y después necesitaríamos un terapeuta. Si lo hacen es porque ven en un sujeto la sorprendente capacidad de adaptarse a la sociedad sin ser parte de ella; buscan a personas que viven en el mundo, pero que son ajenos a él. Lamentablemente nosotros no estamos preparados para el contacto, porque no ponemos en práctica de forma intransigente sus enseñanzas. Para que esto sea así tendríamos que despojarnos de todo como San Francisco y no alimentar deseos de posesión. Nosotros no contaminamos a los hermanos Extraterrestres, al máximo les entristecemos, pero nos dan signos, están cerca de nosotros, nos apoyan, nos estiman, pero no se dejan ver.

P: ¿Nuestros sentimientos son de verdad tan deletéreos? ¿El sentimiento humano del amor es justo o es sólo un valor que se agrega al sufrimiento?

Giorgio: El amor es el sentimiento justo por excelencia, el único que hace evolucionar el espíritu. Todos los otros sentimientos relacionados con el amor (tolerancia, humildad, comprensión, justicia, ternura, afecto, etc.), son brazos del mismo árbol: el árbol de la vida. Los hermanos Extraterrestres aprecian el sentimiento humano del amor si por lo menos es desinteresado, mientras se arrodillan hacia quien siente un amor incondicional (Seres solares). No comparten nuestro amor egoísta, que es legítimo, natural, animal, se puede comparar al del león que después de haber aplastado a su rival, toma el mando de la manada, toma posesión del territorio y de las hembras que hay ahí. Nosotros tenemos que tener al menos la humildad de reconocer que todavía estamos en el estadio bestial, no somos evolucionados. Los Extraterrestres se irritan porque tenemos el espíritu individual y nos comportamos peor que las bestias: nosotros no matamos por supervivencia, sino por sed de sangre.

D: ¿El egoísmo dónde está? Si los hermanos me piden que vaya a el Eldorado ¿tengo que aceptar la invitación? En pasado tú has rechazado de ir con ellos.

Giorgio: Tú tienes que aceptar enseguida: no lo haces por ti mismo, sino porque te asignarían un trabajo para la comunidad. Lo que te piden no es una prueba sino una misión. Tú tienes hermanos, pero no eres un hombre público, no estás en mi posición.

En mi caso ha sido una prueba, porque habría dejado mi misión y hubiera sido recompensado sólo por lo que he hecho. El antagonismo gentil no es negativo: yo quiero quedarme aquí, ser torturado y matado para ganarme la quinta dimensión. Mi proyecto es ambicioso; si me hubiese ido con ellos me hubiera quedado en la cuarta dimensión.

D: Quisiera saber algo más sobre Saint Germain, Cagliostro y Louis Claude de Saint - Martin…

Giorgio: Saint-Germain, Cagliostro y Louis Claude de Saint-Martin son tres personajes del Evangelio: Juan, Juan el Baptista y Pedro. Vivieron en la época antecedente a la revolución francesa, traían el mensaje de la verdadera Masonería: Cagliostro fue la guía, pero a cada uno de ellos les habían asignado tres poderes. Ellos eran conscientes de tener que crear acontecimientos místicos, teológicos, mágicos (magia cósmica, es decir, enseñanzas crísticas, espirituales, sanaciones, etc.), incluída la realidad extraterrestre.

Voltaire, en una carta a Saint-Germain, expresa su estupor por las imágenes que hablan (celulares, monitor), y desea que el conde le visite con una de sus máquinas volantes. Evidentemente, Saint-Germain le había mostrado monitores. Eran prácticamente clandestinos porque el rey, Luigi XV y el poder vaticano, les perseguían.

Cagliostro curaba a mucha gente y ayudaba a los pobres, sugiriendo las combinaciones vencedoras de la ruleta y de la lotería; lo hacía para ganarse las almas, no por ambición, era un modo para poder hablar después de la Verdad, de Cristo, de la Masonería. Louis Claude de Saint-Martin fue un grande filósofo y un discípulo suyo. En el 1761 se encontraron en un trastero y se dieron cita después de trescientos años, en la segunda mitad del siglo XX, para anunciar la verdad extraterrestre.

D: Frente a los acontecimientos que se multiplican,, y respecto a la enseñanza de hoy, a menudo temo que no lograré vencer el miedo, siento el peso de todo esto.

Giorgio: No tienes que sentirte el peso, sino vivir con alegría, tienes sólo que intentarlo con todo el corazón y verás que lo lograrás. Aquí nadie ha realizado lo que el Cielo nos pide, tampoco yo. Tenemos que saber lo que tenemos que hacer y si nosotros creemos en ello, lo haremos y lo conseguiremos. Si quieres una terapia, te digo cuál es la medicina necesaria, es muy práctica, aquella por la que estoy dando la vida y que repito desde hace treinta años como si fuera una letanía: estar unidos, estar unidos.

D: Pero no es suficiente...

Giorgio: No es así, te hago un ejemplo. No tienes que sentirte oprimida por esto, porque no estás sola. Si lo hicieramos, ninguno de nosotros lograría vencer el miedo. Sólo Jesús lo logró en el Getsemani, después de que le dejaron solo; pero nosotros no somos Cristo. Tienes que estar conmigo, con nosotros, te llevo yo a no tener más miedo; esto quiere Jesús. También los apóstoles escaparon todos, pero luego vencieron cuando se reunieron, estuvieron juntos. Por lo tanto, tienes que creer en ello y vivir con alegría. Si viniera Jesús y te tomara por mano, tampoco lograrías vencer tu angustia porque no lo quieres tú, crees que no eres capaz de superarla. Recordaros siempre que Jesús no manda nunca una prueba por encima de nuestras capacidades. Yo estoy seguro de que lo conseguirás, cualquier cosa que pueda suceder te iré a buscar donde quiera que estés.

D: En la Cruz, cuando Cristo dice: "Padre, por qué me has abandonado"? ¿tuvo quizás una duda?

Giorgio: Jesús no dudó. Lo dijo porque el Padre realmente le había abandonado. El Cristo Redentor no habría podido redimir todos nuestros asquerosos pecados, si antes no hubiera sido abandonado por parte de todos, incluso por Su Padre.

D: ¿A nosotros, que somos limitados, se nos concede la duda?

Giorgio: Nosotros podemos tener todas las dudas que queremos, pero mientras las tengamos no veremos a Dios. La Verdad no se sirve en una bandeja de plata, te la tienes que conquistar y esto ocurrirá sólo cuando tengas la certeza absoluta. Si tienes dudas, la Verdad no entrará nunca dentro de ti, o lo hará en cuotas.

D: ¿Para alejar la duda, tengo sólo que creer?

Giorgio: Para alejar la duda tienes que creer y obrar, hacer cosas concretas en nombre de esa creencia. Lo sé que no es fácil, vivimos en una sociedad que no te permite creer en nada. Yo no estoy hablando de política a las multitudes, me dirijo a mis hermanos para decir que tenemos que ir adelante con lo que estamos haciendo, pero ahora hace falta dar otro paso: vencer nuestros miedos. Si lo hacemos, nuestras obras se multiplicarán. Si no ocurre ahora, no es por qué nos faltan los medios económicos o porque no somos capaces de ello. Lo importante es trabajar juntos para alcanzar este resultado, nadie de nosotros ha llegado a una meta como ésta.

A nosotros nos ha sido dado un gran conocimiento, inmenso: el de establecer si una verdad es así o no, investigando las obras y sin juzgar; ésta es una clave de lectura extraordinaria.

Ha habido hombres que, a pesar de sus pecados y perversiones, han dejado un mensaje inconmensurable a la humanidad; Dios ha perdonado sus pecados y ahora están en la luz. ¿Qué nos falta a nosotros con respecto a Caravaggio? Sus obras son verdaderas fotografías, y el observador se ve a sí mismo transformado en testigo ocular, reconoce sus propias emociones. Un genio, pero también un ladrón, un perverso que se enfermó de sífilis, a menudo escapaba de alguna condena. Hoy, el Caravaggio está en la luz, porque ha dado la vida para dejar al mundo un mensaje universal. El problema no son nuestros pecados; lo importante, más allá de arrepentirse realmente, es lo que hacemos y con qué voluntad.

Giordano Bruno no fue un santo, pero le mataron porque creía en la filosofía universal, que es la causa de Cristo. Jesús dice: "No juzguéis", porque nosotros no tenemos que mirar las culpas, los defectos y los pecados de las personas, sino las cualidades, las acciones.

Esta es la razón por la cual yo grito a los hipócritas, a los ricos, a los poderosos; pero también grito contra las familias perfectas que van a la iglesia, crían a sus hijos, son fieles, pagan los impuestos, pero son amigas del Berlusconi de turno, apoyan la guerra por sus propios intereses, justifican los crímenes de la Iglesia. Los perfectos que no dan ningún mensaje al mundo, serán juzgados. Los asesinos criminales que se han arrepentido y han dicho toda la verdad, irán al Paraíso.

D: ¿Existe un límite entre miedo espiritual y miedo humano?

Giorgio: El miedo humano no existe, es una invención para tratar de salvarse con un tiro de esquina. Todos los miedos vienen del espíritu y demuestran debilidad, falta de fe, tentación. A veces el cerebro domina al espíritu porque tiene la función de asegurar al cuerpo el gozo, el bienestar; en este mundo el bienestar está en las manos de los canallas, de los arribistas, de los ambiciosos, mientras que las personas buenas y honestas siempre sufrirán. Es conveniente que el espíritu domine el cerebro, pero cuando estas sinapsis prevalecen en la comunicación con el corazón, el espíritu está encadenado. Si en cambio tú dominas el cerebro, este se adapta. Por eso es importante ser intelectuales, filósofos; si somos buenos, leemos, nos informamos y somos conscientes de la historia del mundo, el espíritu dominará el cerebro. Si permanecemos ignorantes, el cerebro hará el mismo trabajo de la leona o del chimpancé, porque el espíritu preserva la naturaleza, no se realiza.

Vamos adelante, obreros en la viña del Señor testimoniando la Verdad de nuestro Señor Jesús Cristo.

Con amor,

Sandra De Marco
San Giovanni di Polcenigo
29 de marzo 2018

 

Leed otras crónicas de Sandra De Marco