Esta página web utiliza cookies de carácter técnico propios y de terceros, para mejorar la navegación de los usuarios y para recoger información sobre el uso de la misma. Para conocer los detalles o para desactivar las cookies, puedes consultar nuestra cookie policy. Cerrando este banner, deslizando esta página o haciendo clic sobre cualquier link de la página, estarás aceptando el uso de las cookies.

arcarosarioUNA CHISPA DE LUZ

¿Cuanto tiempo más nos llevará darnos cuenta de lo que está pasando? ¿Cuándo comprenderemos quiénes somos y para qué estamos?
Todo empezó con un planeta frío y oscuro, vacío y silencioso, en el que la vida aún no había comenzado. Hoy sufro al ver a tanta gente que camina desorientada por el mundo, sin saber que ese mundo gira y a su vez flota dentro de una Vida mayor.
Una chispa de luz, todo un universo...
Creo que es tiempo de que abramos los ojos, para poder ver aquello que nos han ocultado durante tantos años. El odio y la maldad reinan en este momento sobre nuestra civilización y nos está matando, haciéndonos caer uno por uno, casi sin que nos demos cuanta y reaccionamos cuando ya estamos muertos.
¿Pero por qué? ¿Por qué debemos morir para abrir los ojos? ¿Por qué dejamos pasar esta oportunidad a la que le pusieron el nombre de vida?
Esta oportunidad mágica que nadie puede explicar, llena de energía, colores, sentimientos  y lágrimas, con recuerdos y experiencias que jamás se olvidan. Algo tan perfecto, tan simple y al mismo tiempo tan complejo.
Sin embargo ¿adónde estamos yendo? ¿Qué sigue después de todo esto?
¿Hemos venidos sin ningún fin? ¿Sólo es una casualidad que estemos aquí?
No sé ustedes, yo nunca creí en las casualidades, ni en el azar, ni tampoco en la suerte.
Creo que estamos caminando en lo que siempre quisimos caminar. Porque nosotros elegimos estar, ser y existir en este universo, elegimos que teníamos que vivir para aprender y superarnos a nosotros mismos y por eso jamás podemos quejarnos de nuestras vidas. Nosotros elegimos pasar por esto, para entender o para hacer algo luego. No obstante, haberse olvidado de ello, llevó a muchos a perderse y así fue que se quedaron sin un camino o un fin por el cual seguir.
Lo noto en cada mirada a mí alrededor, en cada respiración y en cada voz que escucho: el miedo de no saber hacia dónde vamos oscureció muchas almas que antes podían brillar.
Ya llegó el tiempo y cada uno en su interior, sin excepción de nadie, lo sabe. Aunque intenten negárselo a sí mismos con diversos razonamientos, el Apocalipsis ya empezó. 
Pero no teman, éste no es el fin, sino el comienzo de una nueva humanidad, con un nuevo horizonte y nuevas estrellas a las cuales mirar.
Nuestras vidas fueron creadas para no terminar jamás, y las enfermedades, la muerte, las catástrofes, aunque muchos no lo crean suceden con el fin de purificar. ¿O acaso Dios, nuestro Padre, permitiría todo ello sin ninguna meta?
La muerte es aparente, nunca definitiva. Todo cambia y debe seguir cambiando como parte de un gran plan superior, que muchos de nosotros llamamos evolución.
Muerte significa transformación y nosotros jamás podremos aprender si permanecemos siempre en el mismo estado. Por eso es que debemos pedir los cambios, pedir la muerte, porque siempre es para bien. La muerte no es el fin.
Hoy el mundo está lleno de manifestaciones, que aparecen cada vez más seguido: imágenes que lloran, estatuas que se mueven, apariciones de seres, estigmas y sangraciones, luces en el cielo y hasta la palabra del Cristo, que nos dice que Él ya está aquí, que nos grita ¡despierten!
Pero el ser humano jamás comprende la magnitud de lo que todo esto significa.
Por eso es que han descendido profetas a nuestra dimensión aprendiz, anunciándonos el advenimiento, pero nadie los escuchó y muchas veces hasta fueron asesinados.
Hoy en día cada vez son más las almas que nacen para despertarnos, diciéndonos que el Cristo ha llegado, y su manifestación con gloria y potestad se aproxima, segundo a segundo, un poco más a nuestras vidas. Ahora ¿cuántos somos los que lo escuchamos? Pobres de aquéllos que se siguen riendo de la Verdad, porque han empezado a crear sus propios infiernos, a preparar sus propias condenas.
Ya se nos ha dado bastante tiempo como para que todavía dudemos o no creamos en la palabra de la Verdad. Mas lo que está viniendo es tan fuerte que hasta el más frío de los corazones temerá por su vida, llorará, gritará y se esconderá sin saber que hacer. Lo que vamos a ver y a vivir en el mundo será cada día más doloroso, porque el Maestro esta vez vendrá no para ser torturado ni crucificado, sino para aplicar la Justicia con espada y voz de mando.
Plagas, enfermedades y catástrofes naturales, esas son las armas del Cristo, y no hace falta ir muy lejos para ver que ya está sucediendo. Asómate a tu ventana para ver lo que está pasando y prepárate para empezar a luchar una guerra que ya se ha desatado.
Nuestros sentimientos, pensamientos y palabras son energías que se mueven permanentemente, dirigiéndose de un lado a otro. Energías buenas y energías malas que luchan todo el tiempo. Energías generadas por nosotros y controladas por nosotros, y que tienen la fuerza para sanar, para purificar, para enfermar o para oscurecer y, si en este momento hay alguna forma por la cual se nos está atacando es a través de este tipo de energías, que afectan a nuestro cuerpo astral o espiritual, y contra eso debemos luchar. Tal vez no como muchos imaginan, sino que debemos luchar a través del amor, que es la fuerza que nos impulsa, con las palabras, que son una gran espada y con la fe como escudo infranqueable que nos protege del enemigo.
Si tan sólo supiéramos lo importante que somos para este mundo, cada uno de nosotros se cuidaría en cada paso que da y podría descubrir a la divinidad que está en nuestro interior. Pero no, hemos elegido el libre albedrío, desde que Adán mordió la manzana junto con Eva. Y es allí donde nace el error, cuando elegimos hacer nuestra voluntad en vez de obedecer a la Voluntad del Padre.
Pero no se confundan, no quiero convencer a nadie y mucho menos llenar sus mentes de preocupación o dolor. Solamente quiero que por un segundo se pongan a pensar en esto y en las cosas que estoy seguro ya les han hablado.
Me desespera que la gente viva mintiéndose a sí misma, viviendo cada día en una ilusión, negándose que esta realidad espiritual existe, intentado olvidarse de su alma y concentrándose solamente en trabajar, en tener una familia, algo de dinero y después morir como si todo ya estuviera hecho.
Porque entonces: ¿ésa es la realidad? ¿tener dinero y una linda casa, nada más?
La verdad es que no sé que nos ha pasado. Si hasta los templos donde antes se rezaba correctamente al Padre se han convertido en comercios que usan el nombre del Maestro sólo para vender un libro, una estampita o una medalla.
¿Y en qué medida es necesario ir allí para encontrar a Dios? En ninguna, porque recuerden que Él nos dice que está en todos lados: “levanta una piedra y ahí estaré, rompe una madera y me encontrarás” porque el reino de los cielos está dentro nuestro y no en un edificio bien decorado.
Dios se encuentra con toda su fuerza en nuestros corazones porque Dios es amor, por lo tanto al escuchar a nuestro interior se está escuchando la voz de Dios y  Él jamás se ha callado. Siempre ha esperado ser oído y contemplado por alguien que esté dispuesto a amarlo.
¿Pero que es lo que queríamos? Nunca lo supimos y es por eso que ahora estamos aquí, viviendo o fingiendo vivir, esperando a ver que sigue después de esto.

Matías Guffanti (15 años)

Rosario, Santa Fe, Argentina, 7 de julio del 2009