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diostenecesita100Por Mariana Trejo

Tratamos de mantener la armonía donde la vorágine del sistema pisotea el espíritu del ser humano a una velocidad imparable. Resistimos, si, nos amamos, nuestros espíritus se buscan, se atraen como nos atrae la cruz del Sur y al vernos nuestro ser suspira de felicidad. Pero todavía no es suficiente porque entre la armonía y el obrar diario se filtra casi imperceptible el comodismo, el  aislamiento evitando inconscientemente la confrontación de la guerra de la cual Giorgio muchas veces ha hablado. Se percibe en el aire pero casi nadie lo manifiesta, el temor a poder percibir nuestras flaquezas, y así adelantarnos, sostenernos antes empezar a caer. Sabemos que somos un mismo espíritu la mente lo sabe, el corazón lo siente, pero nuestra voluntad en este momento todavía no reacciona, aun habiendo visto una y otra vez la astucia de Arimane haciéndonos tropezar y poniendo en evidencia todas nuestras falencias, agujeros y distracciones por las cual se filtra.

 Sabemos que el miedo es un instrumento maligno se alimenta de la ignorancia pero no somos ignorantes, ya no. Esta escuela espiritual nos abrió las puertas sublimes de la gnosis divina, lo cual es una ventaja, en cambio el temor es otra cosa. Porque cuando tenemos temor, nos ponemos alerta y por deber y responsabilidad podríamos alertar al otro ante un descuido y así retroalimentarnos y conectarnos, porque en estos tiempos que estamos viviendo la Armageddon no debemos bajar la guardia. El cielo y la Madre nos alertan constantemente, incansablemente sobre esta guerra, y ahí está del otro lado esperándonos a que cometamos un error  o estemos  distraídos aquel al que debemos enfrentar, si dijimos "Sí, soy tu soldado señor!". Y si  seguir a Cristo significa vivir en el sufrimiento en este plano, en nuestro caso es con el regalo de tener una familia espiritual con un guía que es de otro mundo, seres marcados por el fuego de la verdad. Con las señales marcadas y visibles que nos muestran el camino, la vía, y esa es una ventaja inmensa, un privilegio, un honor.

Las distancias físicas que nos separan no son sino el aire que El águila  atraviesa en un instante entre puntos estratégicos, Cumbres para divisar el mundo inferior, y estamos unidos por la verdadera esencia que nos compenetra y quiere liberarse, atemporal e infinita, eterna: la chispa divina.

Entonces, desde la cumbre podríamos al fin divisar aquello que desde abajo no se ve, y presentir hacia dónde ir; un impulso que hasta logramos expresar verbalmente, pero muchas veces no logramos materializar. Un pensamiento certero: hay que ir a Uruguay, y así fuimos.

Después de semana Santa volvimos a nuestros hogares, como todos los demás hermanos, con tristeza, alegría,  angustia y el corazón intentando desentramar aquel mensaje: el ejército del 555 y el 666. 2400 km en auto meditando sobre todo lo que había pasado, los estigmas de Giorgio, aquella cruz, el mensaje, claro, contundente...Y lo que no había pasado. Una vez más alertándonos acerca de lo que tanto se teme, y nosotros en intentos desesperados de aferrarnos a Él seguimos sin ver la viga en el ojo, el espíritu  lo sabe, como un vacío que luego de cada reunión doblega  el pecho y se va con un dolor incierto con menos certezas de la que creía tener.

Esa sensación nos inundó, A José y a mí unos días antes del encuentro de Artigas de repente, y casi mágicamente todo se dispuso para que el jueves a la noche partiéramos en un largo camino que el espíritu quiere atravesar en un instante. En Buenos Aires nos encontramos con Joel, nuestro querido hermano de Neuquén, un ser increíblemente luchador, sobreviviente de los caminos que muchas veces socorre a las personas en su vacío espiritual y a sus hermanos cuando sean atacados por algún mal. Con él, felices de encontrarnos nuevamente y estrecharnos en un abrazo cruzamos el río de la Plata hacia Uruguay, y en el Barco encontramos también a Gloria, un alma guerrera, con el fuerte espíritu de quien ha experimentado en las pruebas de Job. De hecho, en el viaje nos contaba casi como una odisea novelesca lo que había atravesado para poder partir en ese viaje. Ella se encontraría en Montevideo con algunos hermanos que le esperaban. Así nosotros tres llegamos a Colonia e inmediatamente sentimos la densa humedad del Uruguay en los pulmones. Tomamos un auto y partimos hacia Artigas casi en la frontera con Brasil. Atravesando rutas serpenteantes casi destruidas y empantanadas luego de una intensa lluvia hizo más difícil llegar a destino, pero estábamos maravillados aún con el paisaje verde, las arboledas y estancias ganaderas que escapaban al otoño Patagónico de dónde veníamos. Llegamos al anochecer y fuimos directamente al hotel donde todos estaban reunidos con Giorgio en el salón de Conferencias.

Nos estrechamos todos en abrazos, felices de haber por fin llegado. Más tarde llegaron Gloria y hermanas en Montevideo doblemente felices al conocer en persona a dos hermanos italianos Pier Giorgio Caria un ser con una misión importantísima para esta obra, y Thomas un encantador joven del arca de Ancona.

Ésa noche cenamos todos en el restaurant del hotel, distendidos en charlas de todo tipo, anécdotas, preparativos, enseñanzas, mezclándonos y olvidándonos del tiempo y de lugar. Hermanos de Santa Fe, Santa Rosa, Las Parejas, Cardales, Fray Bentos, Paraná, Córdoba, Neuquén, Montevideo, Paraguay, Rosario, Italia, Santa Cruz, en fin, siguiendo los pasos de aquel hombre cuya voz resuena como un trueno sacudiendo toda la materia que la oye.

Estábamos allí reunidos por la Piedra del corazón, un corazón de piedra que no late, pero encierra el misterio de la vida de este mundo del hombre, un mensaje del cielo a la tierra.

Otra vez los signos, símbolos que rondan el caminar y andar en el mundo de un periodista, estigmatizado que lleva los signos sagrados impresos en su cuerpo, en 26 años de una búsqueda incansable, sufrida y determinada: despertar las almas a la verdad.

Que verdad?, En este mundo donde conviven múltiples, complejas, y agiornadas corrientes religiosas y espirituales, es difícil, casi imposible desentramar la verdadera esencia del ser humano, Las preguntas, del porque estamos aquí? Para qué?.

El mensajero del cielo, de Cristo una vez más se pone de pie, en su lastimados y cansados pies para decirnos, algo que ya habíamos leído sin leer, un mensaje de 2000 años. Cuantos signos más necesitamos para entender? Que más queremos tocar y ver?.

Pier Giorgio Caria muestra en diapositivas y vídeos una grandiosa imponente señal, aparecida en los cielos de San Petersburgo, Rusia, el pasado 13 de marzo. Una cruz formada por naves.

Hechos científicos de inteligencia superior  que alertan otra vez a la humanidad. Los agrogramas, que con un mensaje místico religioso, muestran una simbología que nos transmite, a qué ideologías hacen referencia y que estamos cerca de un acontecimiento importante.

Entonces, la pregunta, porque vinimos? Sabemos que el mundo está en el punto más caótico de la historia, la violencia, las guerras, el poder que ha creado este sistema económico perverso, el hambre, la contaminación... Si realmente queremos cambiar algo de esta sociedad no podemos esperar que el cielo va hacerlo todo por nosotros. Cristo dijo palabras muy simples pero a la vez contundentes: "Ama a tu prójimo como a ti mismo", entonces si no tenemos el sentido movilizante de justicia por el que está mi lado, que sufre, de que amor hablamos?

El oído y la mente quieren captar y atesorar cada instante, cada palabra, gotas de diamantes que a los ojos y oídos del común de la gente se pierden en el lodo del Río y donde nosotros pasando el tamiz una y otra vez intentamos encontrarlas.  Así en Artigas, esos días había un aire expectante donde el gran encuentro por la piedra atrajo numerosos caminantes de la búsqueda espiritual quién es exponían y buscaban además, captar la atención de la gente, promocionando sus servicios variados, coloridos y hasta brillantes a los ojos del que busca experimentar el crecimiento espiritual, la sanación energética, geomagnetismo, etc.

Lo cierto es que también en contraposición a este despliegue de conocimientos había un grupo, numeroso y disperso casi inidentificable mezclado en toda la ciudad, como los soldados de las milicias de Judá disfrazados de campesinos en el día de Las Palmas, sin ostentación, observando Y expectantes a que hable aquel que les marcó el camino tiempo antes, y que para nada atractivo a la experimentación resulta su mensaje, si no más bien habla de un mensaje que infunde el temor. El temor de Dios. Cada palabra, precisa, punzante estremecedora al corazón de los que dudan, desacreditan y también de los que quieren conocer la verdad. Luego de la conferencia todos cenamos y se dio fin al evento que Hugo Lucas, ese hombre generoso organizó e inconcientemente (o concientemente) juntó el arte señales, signos, mensajes del cielo, y de la tierra en un mismo espacio y tiempo. La humedad y la lluvia nunca paró, pero el ambiente festivo de aquel lugar, Artigas seguía día y noche en las calles y las plazas.

Al día siguiente todos partieron a su lugar recorriendo muchos kilómetros. Otros seguimos los pasos de los hermanos de Montevideo, y por supuesto de nuestro maestro Giorgio, otro viaje largo de más de 500 km atravesando Uruguay de norte a sur en un colectivo de línea, y en el andar sobre la ruta en ese día nublado surge el pensamiento:  cuántos caminos ha andado, cuántas personas ha tocado… Horas y horas de andar por el mundo entre la gente dormida, y sabrán en ese colectivo a quien llevan? Nosotros tenemos el privilegio de poder seguir sus paso, de verlo. Una  felicidad y a la vez una gran angustia invaden el corazón: el amor más grande de la tierra y del cielo, se manifiesta entre nosotros y aún así, no lo vemos.

Llegamos por fin a descansar y Montevideo, la gran ciudad colonial y moderna a la vez, donde viviera aquel mensajero para cumplir una parte importante de su misión. Llegamos por fin Joel José y yo, Al faro de luz de la avenida 8 de Octubre, el Arca de Montevideo, donde Daniel, ese ser angélico nos atendió como si fuéramos príncipes. Para nuestra alegría que ya desbordaba el corazón tocó la puerta Loreley estrechándonos un abrazo con la alegría de volver encontrarnos. Después de intercambiar anécdotas recuerdos de Paraguay y de nuestra vida cotidiana llega al Arca a pesar de las altas horas, Jorge, un hermano el cual nunca habia siquiera saludado a pesar de habernos visto seguramente en las últimas reuniones en las Parejas.

Lo que vivimos en esas horas eternas de charlas con los hermanos uruguayos fue el mejor regalo que el cielo nos hiciera en el viaje. Ahí estaban para descifrar en palabras de una energía amorosa, divina, la imperceptible relación de esta realidad y la realidad espiritual, una realidad que muchos percibimos pero no acabamos de comprender  que está ahí. Aquellas gotas de diamante brillando en los resplandecientes Ríos de la verdad Cristica que Giorgio desde hace tiempo nos grita, y que debemos apurarnos atraparlas y luego materializarlas con amor en nuestra conciencia.

Compartimos la maravillosa tarea que realizan brindándoles un plato de comida a la gente de la calle, que pudimos ver haciendo cola desde tempranas horas de la mañana para recibir un suspiro a sus cansados espíritus, y al vernos nos preguntaban: “y ustedes? Son nuevos del Arca?”… Nos reconocimos en ellos, su sufrir diario, y su agradecimiento hacia los hermanos nos alegró y estremeció el corazón.

Esta vez, a diferencia de otras en que nos despedimos de nuestros hermanos con una angustia incierta, empezamos a dilucidar en nuestro plexo la raíz de tal angustia: no hemos logrado comprender que es la unión Crística.

“…no somos perfectos, ni santos, no hemos alcanzado el éxtasis de la beatificación, pero estamos presentes. Somos amigos, con nuestros problemas, pero por lo menos tenemos que estar unidos como ahora y seguir adelante sin detenernos. Tenéis que apoyaros unos a otros y apoyarnos a nosotros, nunca como en este momento ha sido tan importante la presencia de los hermanos de las Arcas, sobre todo en Sicilia. Tened cuidado porque vosotros sois mi prueba. Si este movimiento espiritual que hemos creado, con todos nuestros límites y errores, llegara a desarmarse, o a perderse, me retiraría, me faltarían fuerzas y ya no me sentiría motivado para hacer lo que hago. Si no estuvieran estos jóvenes, las familias espirituales que tengo frente a mí, las Arcas, los niños que veo corretear alrededor nuestro, todo esto que en cierto sentido está relacionado con nuestra hermandad, más allá de los credos de cada uno, ya no tendría ningún interés. Tenéis que prestar atención a lo que os digo: nadie, o casi nadie, quiere realmente llevar a cabo la lucha en contra de la mafia. No me refiero solo a los malos. Ni siquiera los buenos y los honestos quieren hacerlo. El demonio sabe que nadie me detendrá, ni siquiera frente a la muerte y que no puede tocar a mis hijos porque el Padre me lo ha prometido, pero hay algo que puede hacer: dividiros. Si lo lograra ganaría en mi contra porque no podría seguir adelante. Le diría: “Felicitaciones. Me has ganado sin matar a nadie”. Entonces os lo pido con el corazón, por amor a mi, sigamos adelante, juntos, unidos, como lo estamos haciendo, no nos perdamos.”

Un mensaje tan simple y lógico que nos pide el Cielo si no, no podemos ser parte de su ejército... Desnudarnos frente a nuestros hermanos para reconocernos, al fin conocer nuestros talentos y nuestras debilidades para complementarnos, como piezas de un gran rompecabezas que forman un escudo inquebrantable y reluciente, una sola armadura atenta y preparada para la batalla, porque si bajamos la guardia y nos olvidamos, como dijo Giorgio, de  que "tenemos que ser como las mafias", entonces perderemos fácilmente. Y seguimos en cambio como en últimos intentos desesperados de aferrarnos a Él tratando de no perder de vista el objetivo, pero sin querer, perdiendo de vista a nuestro hermano. Hemos visto, hemos escuchado la magnífica grandeza de la Verdad, de los Reinos celestes, del amor infinito y eterno, en comunión con el Cáliz viviente, en charlas en las que el tiempo se detiene, recordando anécdotas de tiempos ancestrales, héroes defensores de la verdad de antaño, y en esos momentos hemos creado la utopía de aquel mundo añorado y con el espíritu determinado en esta paradoja de la historia y del tiempo, hemos creído que es posible. Y sí, es posible. Entonces, hagámoslo.

A Erika, Joel, Jorge, Daniel, Loreley, Nilda, Cecilia, Ricardo, mamá Raquel, Claudia, Cecilia, Adriana y Diego, Giorgio,  Sonia, gracias por tan inmenso regalo.

En nuestro corazón

Mariana Trejo
24 de abril de 2016