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droni100LA ERA DEL ROBOT LETAL
EE UU, Israel, Corea del Sur y China lideran la carrera de un sector con un volumen de inversión de 89.000 millones en los próximos años
La ONU alerta del riesgo de ruptura del orden internacional
El presidente de EE UU, Barack Obama, dio a finales de mayo un giro sorprendente a su política de uso indiscriminado de aviones no tripulados –«drones»- en países como Pakistán, Yemen o Somalia y de asesinatos extrajudiciales: «Estados Unidos no puede llevar a cabo ataques en cualquier sitio. Nuestras acciones están sujetas a las consultas con nuestros socios y al respeto por la soberanía nacional».
La guerra secreta que lleva a cabo la CIA contra insurgentes islamistas en estos países deja un balance en los últimos cuatro años de al menos 4.700 muertos, cientos de ellos civiles, algunos incluso ciudadanos norteamericanos ejecutados sin juicio previo –como el dirigente de Al Qaeda en Yemen, Anwar al Awlaki, en 2011–, aparte de las airadas quejas de los gobiernos de Islamabad o Kabul y muchas dudas sobre el encaje de esta guerra teledirigida con respecto a conceptos como el de soberanía nacional o derecho internacional humanitario.
Ahora, parece que el Nobel de la Paz Obama quiere poner restricciones a su uso, y expresó este deseo justo antes de que el Relator Especial de la ONU para las Ejecuciones Extrajudiciales, Christof Heyns, presentara el pasado 30 de mayo al Consejo de Derechos Humanos de la ONU con sede en Ginebra un informe crítico sobre estos «drones». Un informe que incluso llega a pedir una moratoria internacional sobre el uso y desarrollo de estas armas y de lo que considera «robots letales autónomos».
Un sector en auge
Los aviones no tripulados –UAV en inglés–, y los aviones de combate no tripulados –UCAV–, no solo son un hecho en cualquier despliegue militar –las tropas españolas disponen de varios modelos en Afganistán–, sino que en la última década han experimentado un desarrollo espectacular. Para muestra un botón. George W. Bush disponía de unos 50 tras los atentados del 11-S de 2001. Su sucesor y actual inquilino en la Casa Blanca tiene más de 7.000. Y no solo eso, Washington planea incrementar su flota aérea no tripulada un 35 % en los próximos diez años.
Como reconoce el profesor de Robótica e Inteligencia Artificial de la Universidad de Sheffield y presidente del Comité Internacional para el Control de Armas Robóticas Noel Sharkey, al menos 70 países disponen de esta tecnología, y decenas de países destinan parte de sus presupuestos en I+D+i en mejorar estos artilugios y construir sus propios modelos para venderlos en un mercado internacional ávido de este producto de alta tecnología cuya utilización abarca ámbitos muy diversos, desde la vigilancia forestal y contraincendios, marítima o de fronteras, hasta la más puramente ofensiva o incluso el espionaje. Según la consultora de defensa TEAL, en los próximos años este sector tendrá un volumen de negocio que rondará los 89.000 millones de dólares. Y eso en plena crisis.
Los «drones» han llegado para quedarse, ya son parte del modo de hacer la guerra en el s.XXI y nadie quiere quedarse fuera este campo. Las grandes firmas armamentísticas, como las estadounidenses Northrop Grumman o Lockheed Martin desarrollan nuevos modelos futuristas con mayor alcance y sistemas que permitan a estas naves tener más «autonomía» con respecto al control humano, como el X-47B.
Europa, a la zaga de EE UU
Una carrera tecnológica de la que también forma parte Europa. El gigante EADS, la británica BAE Systems o la francesa Dassault trabajan en la próxima generación de cazas autónomos de largo alcance, como el proyecto Neuron en el que participa España –y que hizo su primer vuelo en diciembre de 2012–, o el británico «Taranis», que recuerda, literalmente, a un OVNI de película de ciencia-ficción.
Sin embargo, Europa aún está lejos de llegar al nivel de EE UU. Buena muestra de ello es la intención de Francia, expresada recientemente por su ministro de Defensa, Jean Yves Le Drian, de comprar «drones» de vigilancia a EE UU e Israel ante lo que considera el «retraso industrial europeo en el sector». Un retraso que se evidenció en la ofensiva aérea contra Gadafi en Libia en 2011, cuando los aparatos de EE UU resultaron imprescindibles para localizar y destruir objetivos, o como en la más reciente intervención en Malí, donde han apoyado de nuevo a las tropas galas.
La intención de París pasa, de hecho, por incorporar progresivamente estos aparatos en su fuerza aérea para «sustituir» a los cazas en el año 2030.
Otro ejemplo más es el reciente fiasco de Alemania, donde la cancelación de un ambicioso proyecto para fabricar el Eurohawk –un avión de reconocimiento no tripulado de 40 metros de envergadura equipado con la más alta tecnología de navegación y espionaje–, ha supuesto la pérdida de al menos 500 millones de euros. Este «drone» iba a ser la primera gran aeronave no tripulada con tecnología alemana, pero no logró obtener la licencia de vuelo para su producción en serie.
También China quiere participar en esta carrera. En noviembre de 2012 Pekín presentó su modelo «Win Loong», un «drone» de factura muy parecida al modelo estadounidense más famoso y letal, el «MQ-9 Reaper», cuyo zumbido siembra el terror en las áreas montañosas paquistaníes. A semejanza también del avión estadounidense, el «Win Loong» no es solo un avión de vigilancia sino de ataque, con capacidad para cargar misiles. La intención de China es entrar en este mercado emergente con un modelo de «bajo coste», con un precio por unidad inferior al millón de dólares, para competir con EE UU e Israel.
Robots en la línea de frente
Y ya no se trata solo de «drones». EE UU probó en Irak en el año 2007 varios robots armados que acompañaban a las tropas en sus patrullas. Se trataba del modelo Talon Sword, un aparato movido por control remoto al que se le adosaba una ametralladora. En Afganistán utiliza el «Big Dog», una especie de «mulo mecánico» para llevar suministros a las tropas.
Y es también Corea del Sur la que ha desplegado robots centinela en la zona desmilitarizada con Corea del Norte, como el Samsung Techwin o el SGR-1, provistos de sensores de movimiento y fuertemente armados, capaces de detectar y apuntar, y que necesitan de una orden humana para disparar. También Israel despliega ingenios semejantes para patrullar la frontera con la Franja de Gaza, como el blindado «Guardium».
La ONG Human Rights Watch alerta en su informe «Perdiendo humanidad: El caso contra los robots asesinos», del progresivo desarrollo de sistemas de armamento robóticos que llevan a cabo países como EE UU, Rusia, Israel, Corea del Sur o China. Un buen ejemplo es la «hoja de ruta» elaborada por el Departamento de Defensa de EE UU para el periodo 2011-2036, que contempla la «reducción gradual del control humano en la toma de decisiones de la porción no tripulada de la estructura de fuerza».
Documentos similares del Ejército, la Armada estadounidense o las Fuerzas Aéreas, que plantean su estrategia de cara a escenarios ya no tan lejanos en el tiempo como 2047, argumentan que «hay un empuje por incrementar la autonomía de los vehículos de tierra no tripulados -UGV- con el objetivo de llegar a la 'autonomía supervisada'». Y añade: «Con el objetivo último de la total autonomía».
Ya no es ciencia ficción. Los planes de la Marina de EE UU concretados en un documento del año 2004 que no se hizo accesible al público hasta el año pasado, llamado «Plan Maestro para los vehículos submarinos no tripulados» se dice, literalmente, que: «Aunque admitiendo que es una visión futurista, se pueden concebir escenarios en los cuales los vehículos submarinos no tripulados -UUV- podrán localizar, seguir y destruir a un enemigo de forma totalmente autónoma».
Tecnología en desarrollo
Para la portavoz de Human Rights Watch en la campaña internacional Detened los Robots Asesinos (Stop Killer Robots), lanzada en abril, Mary Wareham, «las armas totalmente autónomas son aquellas que son capaces de seleccionar y disparar sobre objetivos sin que medie una intervención humana en la toma de decisiones».
Wareham, sin embargo, admite que los sistemas de armamento totalmente autónomos aún no existen, aunque sí aquellos que tienen cierto grado de autonomía. «En estos momentos no hay ningún gobierno que tenga una política explícita de conseguir armamento robótico totalmente autónomo, aunque EE UU emitió una directiva en 2012 que reafirmaba que siempre deberá haber un humano en lo alto de la cadena de mando cuando haya que decidir el uso de la fuerza letal», y añade, «pero esta directiva expirará dentro de 5 años»... y la tecnología avanza muy deprisa.
¿Un mundo más seguro?
Un futuro en el que haya máquinas capaces de decidir la vida y la muerte de humanos es, cuanto menos, inquietante. Y este es uno de los puntos en los que incide el informe realizado por el Relator Especial de la ONU sobre Ejecuciones Extrajudiciales Christof Heyns, quien aboga por «prohibir las pruebas, producción, fabricación, despliegue y uso» de lo que llama «robots letales autónomos» hasta que haya una conferencia internacional que establezca una marco legal propio de obligado cumplimiento, ya que «la tecnología se está desarrollando de forma exponencial y es imposible predecir el futuro».
Heyns afirma en su informe que «la perspectiva de un futuro en el cual robots plenamente autónomos puedan ejercitar el poder sobre la vida y la muerte de seres humanos supone una amenaza al derecho a la vida». Y va aún más lejos: «La introducción de armamento de semejante poder puede crear una seria división internacional y debilitar el papel de la ley internacional, y en el proceso, minar el sistema de seguridad mundial».
Un sistema que se basa en dejar como la última opción el recurso de la fuerza. Pero con armas que permiten penetrar en otros países sorteando radares y destruir objetivos a miles de kilómetros de distancia y sin consecuencias para el atacante la situación puede cambiar. Heyns señala que la «mayor capacidad de los vehículos autónomos abre la puerta a que potenciales actos de guerra sean conducidos por gobiernos que no se vean limitados por la responsabilidad de tener que responder de bajas propias ante su ciudadanía».
En este sentido, el informe de la ONU muestra toda su dureza, apuntando claramente a la ofensiva aérea no tripulada que lleva ejecutando EE UU desde hace años: «¿Se puede hablar de guerra si un bando no arriesga ninguna vida? ¿Es una guerra o solo un bando matando?»,y añade, en referencia a los «drones», que «su gran precisión y su capacidad para golpear en cualquier lugar del mundo los hace atractivos para aquellos que desean utilizarlos para asesinatos selectivos, que rompen el concepto de soberanía nacional y entran en conflicto con las leyes humanitarias internacionales, haciendo del mundo un lugar menos seguro».
El investigador valenciano del Centre J. M. Delàs de Barcelona Jordi Calvo abunda en esta idea: «Abrir la puerta a estos sistemas supone hacerlo a una carrera armamentística, y es probable que en el futuro asistamos a una extraordinaria proliferación de estas armas». Para Calvo, es posible, por tanto, que se delegue el uso de la fuerza en estos sistemas de armamento, y que esto provoque una «proliferación de conflictos, algo que pondría en peligro el orden internacional».
Es por ello por lo que el Relator Especial de la ONU hace especial hincapié en la necesidad de lograr una legislación internacional sobre sistemas de armamento robótico y de imponer una moratoria internacional, incluso «en contra de la presión del futuro...mientras aún sea posible». «El riesgo real es que llegue el día en que nos demos cuenta de que hemos traspasado un punto de no retorno», concluye.
Óscar Bornay
08.06.2013
http://www.diarioinformacion.com/sociedad/2013/06/04/robot-letal/1381512.html